Silvino se había convertido en un icono del Gimnástico FC a mediados de los años 20, entre otras cosas, por marcar el gol inaugural del campo de Vallejo el 29 de noviembre de 1925, contra el Saguntino. Pero en 1928, ante la estupefacción de la hinchada azulgrana, decidió dar un giro de 180 grados a su carrera y firmó por el eterno rival, el Valencia FC. Aquel fichaje le convirtió en uno de los primeros casos de transfuguismo futbolístico en la capital del Turia, que inundó los periódicos locales durante varias semanas.

Silvino era un interior alto, que solía jugar en la zona que actualmente conocemos como media punta, y cuya única obsesión era la portería rival. En el Valencia, su productividad goleadora fue alta, y marcó 12 goles en los 30 partidos que llegó a disputar. Jugador bravo y valiente, nunca se escondía, pero al tiempo un joven Juanito Costa le ganó el puesto en el once, y Silvino decidió dar otro giro para firmar con el Levante, avivando aún más su leyenda en la ciudad.