Arturo Montesinos Cebrián, más conocido como «Montes», fue uno de los primeros ídolos del Valencia fundacional. Junto a Eduardo Cubells, fue el primer jugador «mediático» de un equipo recién creado que buscaba su sitio en el fútbol regional. Durante las nueve temporadas que estuvo en el club de Mestalla, su aportación goleadora supera todas las estadísticas. 262 goles en 266 partidos, según nuestros registros, le convierten en uno de los más prolíficos realizadores en la historia del club, saliendo casi a un gol por partido. Su figura perdurará eternamente como leyenda en Mestalla, puesto que fue uno de los jugadores que contribuyó en los duros inicios a llevar al Valencia hasta lo más alto del fútbol nacional.

Montes nació en el barrio valenciano de Benicalap, el 12 de julio de 1900. Se aficionó al fútbol desde muy pequeño, en el Colegio de los Salesianos de Valencia. El equipo infantil del Sagunto fue el primero al que perteneció, y en él dejó ya entrever las grandes condiciones que reunía para llegar a ser el gran jugador en que se convirtió. Tras un pequeño espacio de tiempo en que, futbolísticamente hablando, permaneció inactivo, ingresó en el Valencia de forma casi casual. Acompañando a un amigo a una prueba en Algirós, la enorme fuerza y precisión con la que devolvía los balones que salían del campo hicieron a los ojeadores fijarse en él e incorporarle al equipo. El Valencia encontró, casi sin quererlo, al goleador más copioso de historia.

Cubells era ya por entonces la estrella local y nada más llegar Montes se creó la fractura social entre montistas y cubellistas. Eduardo y él eran amigos fuera del campo, pero ambos se empeñaron en alimentar el conflicto con rachas celosas y estrategias insolidarias. La historia parece haber distorsionado la leyenda de Montes en favor de Cubells, reduciéndolo a goleador insaciable frente a la técnica y calidad Cubells. Pero no fue así. Con su gran altura y complexión atlética superaba ampliamente a los rivales e incluso a los compañeros. Regateaba con una calidad sobresaliente para la época y su visión de juego en ataque era letal.

Quizás su punto débil vino provocado por el excesivo cariño que le profesó la grada, ya que en ocasiones pareció ablandarle sobre el campo. Fue un hombre querido en Mestalla por su carácter afable y casi infantil que, mientras que en casa era admirado de forma casi icónica, fue durante varias temporadas uno de los jugadores más discutidos de la península, pues mientras que aquí, alentado por la gran masa de sus incondicionales, efectuaba jugadas prodigiosas, siempre que llegaba la ocasión de demostrarlo ante otros públicos, no conseguía triunfar. Fue convocado con la selección para jugar contra Austria, pero pese a jugar mejor que su rival para el puesto, fue excluido del once titular y nombrado suplente, algo que él, con gran dignidad, rechazó. A consecuencia de esto, no volvió a ser internacional, primero porque no quiso, y luego porque no pudo. Errazquin, titular contra Italia en Mestalla, se encontró con abucheos del público cada vez que perdía el balón.

Campeón regional con el Valencia en cuatro ocasiones, Montes fue convocado con la selección regional en casi todos los partidos que jugó. Con los años Montes, fue disminuyendo sus prestaciones, y padeció un atropello que mermó en parte sus facultades. Su baja en 1928, junto a la de Cubells, cerró un bellísimo capítulo en la historia del club. Tras dejar el Valencia, jugó en el Gimnástico y, posteriormente, en el Alicante.