Ficha de partido
Valencia CF
1 - 1
Real Madrid
Equipos titulares
Sustituciones
Ninguno
7
8
10
11
Ninguno
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Ruiz Cervilla
35'
Descanso
45'
Joel MartinsAsist: Juan Carlos Quincoces II
82'
Walter MarcianoPenalty fallado
90'
Final del partido
91'
Estadio
Rival: Real Madrid
Records vs Real Madrid
Máximo goleador: Mundo Suárez (13 goles)
Goleador rival: Raúl (17 goles)
Más partidos: Vicente Asensi (28 partidos)
Mayor victoria: 6 - 0 (09.06.1999)
Mayor derrota: 1 - 7 (23.08.1990)
Más repetido: 1-2 (27 veces)
Crónica
Acaba de terminar, con empate a un gol, el partido de Mestalla entre el Valencia y el Real Madrid. De un Madrid a otro hay un abismo. Nos referíamos al Madrid racial, ardiente, combativo y al Madrid conformista, pastueño, lento. Entre uno y otro, como fundamental linea divisoria, el gran juego y la indomable voluntad de un hombre: el indominado para ciertos diarios norteños, en su persistente rencor, tan alejado de las cristianas normas de indulgencia y la comprensión.
El Madrid, puede jugar a lo Di Stéfano o a lo Puskas. En el primer caso, no se entrega, batalla con entusiasmo juvenil, disputa los balones, corre, pelea. Ejemplo al canto: Viena. Cuando el equipo campeón juega a lo Puskas, armado de una indudable superioridad, convencido de su propio valer, deja huir el balón difícil, el tiempo y la pelea por un metro de terreno.
No es ocasión de ensalzar, comparando, los dos estilos. Cada tipo de jugador es como es y no le van a cambiar, camisetas de club, entrenadores o filípicas periodísticas. El error es pretender que todos sean iguales y no sigan con las personalidades y características que les llevaron a la fama. En fin, monserga pura a la hora de comentar el lamentable encuentro de Mestalla.
El único fútbol que se construyó en el abarrotado y vocinglero estadio valenciano, fue madrileño. El Valencia, sin grandes preocupaciones, se resignaba. Inclusco el público, deseoso de contemplar un buen equipo, aunque fuese forastero. El gol de fortuna de Ruiz satisfizo ai campeón de Europa. No se puso más carne en el asador. Di Stéfano siguió dominando el centro del campo, mientras, detrás, la defensa sujetaba fácilmente a una delantera diezmada por la inclusión del lesionado Quincoces.
Delante, inhíbido Genio, en un segundo tiempo incomprnsible, poco peleador Koppa, en contraste con su soberbio primer tiempo, y Puskas, sin atinar un solo regate, ni combatir, como es su característica. Ya lo sabemos y no vamos a pedir peras al olmo. Lo malo es haber plantado el Olmo... Rial, ayudando a Di Stéfano, con un Santisteban, casi ausente en sus segundás partes.
Bastó el corazón de un antiguo juvenil Egea, que galvanizó a su equipo. Como en el desastre ante el Atlético madrileño, en las carreras de Miguel, Egea, cruzó dos o tres veces el campo, se cayó, se levantó, y el graderío aplaudió el coraje. Luego, el célebre gol del cojo, tan repetido en los encuentros famosos. Quincoces centra de panterazo, pequeño lío y el empate. Más juego valenciano, algo de rabia madrileña y un encuentro (claro para el Madrid), perdido, en el "penalty" del minuto final. El negrito Walter, coronando tarde de miedo, y desaciertos, lo tiró fuera.
Así se pudo traer el empate. Y el disgusto. No es éste el Madrid que vimos luchar en el Prater de punta a punta. Es el disminuido del Estadio, el de las tardes grises. De esas tardes que, esperamos, no se repitan frente a equipos europeos. Porque si se ha dicho adiós a la Liga, salvo graves errores bareelonistas, no es ocasión de cantar la despedida a un torneo donde tanto juega el prestigio de este club, tan histórico y donde, hoy, Di Stéíano, es el puntal clave del juego y el entusiasmo. A su lado, los de siempre: Rial, Santamaría, Alonso, Marquitos, Lesmes, Santisteban y el joven Ruiz. ¿A ver? No, no me he dejado ninguno en el tintero. El Valencia, en crisis, con dos o tres figuras jóvenes y buenas, aceptando su papel de víctima. Por poco es el verdugo definitivo de los sueños de reimpresión del título. Así lo ha sido a medias con el propio suicida: el Real Madrid
El saque de honor lo efectuó el veterano ciclista Bernardo Ruiz, a quien hoy se le tributó un homenaje de despedida por distintas entidades deportivas. Ofensiva valencianista inicial contenida por el Madrid con juego seguro y reposado, ensayando algún que otro contraataque, aunque de poca profundidad. Pero el Valencia fue cediendo en empuje y mediada la primera parte el equipo visitante se hizo con el mando de la contienda, desplegando un excelente juego de conjunto y de constante movilidad con el que desbordaba a menudo a la retaguardia local y obligando al portero a emplearse a fondo.
Al disputar una pelota dentro del área valenciana Egea y Di Stéfano, éste cayó al suelo y el arbitro decretó golpe franco indirecto, que ejecutado por Kopa, muy cerca de la portería, lo remató Ruiz a las mallas, valiendo así el gol al Madrid, a los treinta y cinco minutos. La decisión arbitral de castigar al Valencia fué ruidosamente protestada. Se encoraginó el Valencia y atacó con empeño unos minutos, pero el Madrid volvió a imponerse manteniendo la ventaja mínima en el marcador hasta el descanso.
Acosaba el Madrid en los comienzos de la segunda parte en que el Valencia hubo de modificar sus líneas por lesión de Quincoces, que pasó a la delantera sin puesto fijo cubriendo Sendra el de defensa central, y Tercero, el de los medios. A pesar de todo, la réplica valencianista se dejó notar y fue una lucha muy enconada en el centro del terreno casi siempre, en la que la alternativa de la ventaja daba al encuentro el interés que suplía a la falta de calidad del Juego.
A los treinta y ocho minutos llegó el empate en un centro corto de Quincoces, dando la pelota en un poste y recogiendo Joel, que la incrusta en la red. La reacción madridista fue fabulosa y un avance en tromba, dirigido por Di Stéíano, provocó en el área valenciana un barullo mayúsculo, estando, el balón a punto de entrar en la casilla una vez detrás de otra hasta atenazarlo Pesudo en el suelo. En el último minuto en el que atacaba el Valencia, Domínguez fue aprisionado dentro del área por Marquitos y Ruiz. El "penalty", en medio de la general expectación, lo falló Walter, lanzando la pelota fuera por el lado izquierdo de Alonso y a bastante distancia de la portería. Poco después, terminaba el encuentro.
El Madrid, puede jugar a lo Di Stéfano o a lo Puskas. En el primer caso, no se entrega, batalla con entusiasmo juvenil, disputa los balones, corre, pelea. Ejemplo al canto: Viena. Cuando el equipo campeón juega a lo Puskas, armado de una indudable superioridad, convencido de su propio valer, deja huir el balón difícil, el tiempo y la pelea por un metro de terreno.
No es ocasión de ensalzar, comparando, los dos estilos. Cada tipo de jugador es como es y no le van a cambiar, camisetas de club, entrenadores o filípicas periodísticas. El error es pretender que todos sean iguales y no sigan con las personalidades y características que les llevaron a la fama. En fin, monserga pura a la hora de comentar el lamentable encuentro de Mestalla.
El único fútbol que se construyó en el abarrotado y vocinglero estadio valenciano, fue madrileño. El Valencia, sin grandes preocupaciones, se resignaba. Inclusco el público, deseoso de contemplar un buen equipo, aunque fuese forastero. El gol de fortuna de Ruiz satisfizo ai campeón de Europa. No se puso más carne en el asador. Di Stéfano siguió dominando el centro del campo, mientras, detrás, la defensa sujetaba fácilmente a una delantera diezmada por la inclusión del lesionado Quincoces.
Delante, inhíbido Genio, en un segundo tiempo incomprnsible, poco peleador Koppa, en contraste con su soberbio primer tiempo, y Puskas, sin atinar un solo regate, ni combatir, como es su característica. Ya lo sabemos y no vamos a pedir peras al olmo. Lo malo es haber plantado el Olmo... Rial, ayudando a Di Stéfano, con un Santisteban, casi ausente en sus segundás partes.
Bastó el corazón de un antiguo juvenil Egea, que galvanizó a su equipo. Como en el desastre ante el Atlético madrileño, en las carreras de Miguel, Egea, cruzó dos o tres veces el campo, se cayó, se levantó, y el graderío aplaudió el coraje. Luego, el célebre gol del cojo, tan repetido en los encuentros famosos. Quincoces centra de panterazo, pequeño lío y el empate. Más juego valenciano, algo de rabia madrileña y un encuentro (claro para el Madrid), perdido, en el "penalty" del minuto final. El negrito Walter, coronando tarde de miedo, y desaciertos, lo tiró fuera.
Así se pudo traer el empate. Y el disgusto. No es éste el Madrid que vimos luchar en el Prater de punta a punta. Es el disminuido del Estadio, el de las tardes grises. De esas tardes que, esperamos, no se repitan frente a equipos europeos. Porque si se ha dicho adiós a la Liga, salvo graves errores bareelonistas, no es ocasión de cantar la despedida a un torneo donde tanto juega el prestigio de este club, tan histórico y donde, hoy, Di Stéíano, es el puntal clave del juego y el entusiasmo. A su lado, los de siempre: Rial, Santamaría, Alonso, Marquitos, Lesmes, Santisteban y el joven Ruiz. ¿A ver? No, no me he dejado ninguno en el tintero. El Valencia, en crisis, con dos o tres figuras jóvenes y buenas, aceptando su papel de víctima. Por poco es el verdugo definitivo de los sueños de reimpresión del título. Así lo ha sido a medias con el propio suicida: el Real Madrid
El saque de honor lo efectuó el veterano ciclista Bernardo Ruiz, a quien hoy se le tributó un homenaje de despedida por distintas entidades deportivas. Ofensiva valencianista inicial contenida por el Madrid con juego seguro y reposado, ensayando algún que otro contraataque, aunque de poca profundidad. Pero el Valencia fue cediendo en empuje y mediada la primera parte el equipo visitante se hizo con el mando de la contienda, desplegando un excelente juego de conjunto y de constante movilidad con el que desbordaba a menudo a la retaguardia local y obligando al portero a emplearse a fondo.
Al disputar una pelota dentro del área valenciana Egea y Di Stéfano, éste cayó al suelo y el arbitro decretó golpe franco indirecto, que ejecutado por Kopa, muy cerca de la portería, lo remató Ruiz a las mallas, valiendo así el gol al Madrid, a los treinta y cinco minutos. La decisión arbitral de castigar al Valencia fué ruidosamente protestada. Se encoraginó el Valencia y atacó con empeño unos minutos, pero el Madrid volvió a imponerse manteniendo la ventaja mínima en el marcador hasta el descanso.
Acosaba el Madrid en los comienzos de la segunda parte en que el Valencia hubo de modificar sus líneas por lesión de Quincoces, que pasó a la delantera sin puesto fijo cubriendo Sendra el de defensa central, y Tercero, el de los medios. A pesar de todo, la réplica valencianista se dejó notar y fue una lucha muy enconada en el centro del terreno casi siempre, en la que la alternativa de la ventaja daba al encuentro el interés que suplía a la falta de calidad del Juego.
A los treinta y ocho minutos llegó el empate en un centro corto de Quincoces, dando la pelota en un poste y recogiendo Joel, que la incrusta en la red. La reacción madridista fue fabulosa y un avance en tromba, dirigido por Di Stéíano, provocó en el área valenciana un barullo mayúsculo, estando, el balón a punto de entrar en la casilla una vez detrás de otra hasta atenazarlo Pesudo en el suelo. En el último minuto en el que atacaba el Valencia, Domínguez fue aprisionado dentro del área por Marquitos y Ruiz. El "penalty", en medio de la general expectación, lo falló Walter, lanzando la pelota fuera por el lado izquierdo de Alonso y a bastante distancia de la portería. Poco después, terminaba el encuentro.