Ficha de partido: 22.01.1956: Celta de Vigo 2 - 0 Valencia CF

Ficha de partido

Celta de Vigo
Celta de Vigo
2 - 0
Valencia CF
Valencia CF

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Torres
18'
Torres
39'
Descanso
45'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Balaídos
Aforo: 32.000 espectadores
Ubicación: Vigo (Pontevedra) 
Inauguración: 1928

Rival: Celta de Vigo

Records vs Celta de Vigo

Máximo goleador: Mundo Suárez (23 goles)
Goleador rival: Hermida (9 goles)
Mayor victoria: 7 - 0 (28.04.1946)
Mayor derrota: 1 - 5 (17.12.1950)
Más repetido: 1-1 (21 veces)

Crónica

Los quince goles con que regresó el Celta de sus partidos en Sevilla y Madrid, han pesado mucho en el ánimo de los aficionados vigueses. Una buena prueba de ello la encontramos en la floja entrada que esta tarde registró el estadio de Balaidos. Y los que han acudido a presenciar la pelea entre el Celta y el Valencia, exteriorizaron su malhumor por aquellas desdichadas actuaciones de los suyos en las dos últimas jornadas, recibiendo a los locales con una pita en el momento de saltar al campo. En contraste con los aplausos tributados a los valencianistas.

En este ambiente dió comienzo la pelea, advirtiéndose bien pronto un juego de superior calidad en el conjunto levantino, cuyos hombros se movían con gran rapidez y entusiasmo y ligaban excelentes combinaciones en las que lucía muy especialmente la clase de Wilkes y la velocidad de Mañó. Por el contrario, el Celta actuaba en forma desordenada. Fallaban frecuentemente los defensas y de una manera especial el lateral Otero, que facilitaba las internadas del exterior derecho valenciano.

A poco de iniciarse la pelea ha perdido el Valencia inmejorables ocasione para adelantarse en el marcador. En una de ellas, el meta céltico Padrón había salido del área a recoger un balón con las manos. El árbitro señaló el correspondiente castigo que Pasieguito se encargó de lanzar, y Wilkes, haciendo una finta, dejó pasar inteligentemente la pelota hasta Seguí, quien solo ante el marco, disparó fuera. Más tarde fué Pasieguito el que malogró otra oportunidad. Y a estos fallos acompañaban los delanteros valencianos una evidente falta de profundidad y remate en mnomentos decisivos. Por el contrario, el Celta, que llegaba con menos facilidad al área contraria, ha tenido hoy la fortuna de contar con un Torres que ha sido el hombre oportuno que en dos ocasiones resolvio favorablemente la contienda

A los diecisiete minutos se sacaba un córner por el lado de Gausí. Pero el guardameta valenciano no salió a despejar y la pelota fué hasta Torres, que la empujó primeramente con el pecho y cuando ya traspasaba la línea, la profundizó a la red. Este gol animó a los locales y Torres se hizo aplaudir repetidas veces en varias jugadas rapidas e inteligentes, mostrando como el hombre más peligroso y agresivo de la vanguardia azulada.

Cuando van transcurridos cuarenta minutos, el mismo Torres inicia un avance rapidísimo en el centro del terreno en colaboración de Mauro y Azpeitia. Este último le sirve adelantada la pelota para que Torres, de disparo fuente, consiguiese el segundo tanto céltico. En seguida otro gol céltico llevado por Torres está a punto de traducirse en un nuevo gol. Pero después de una serle de remates y rechaces el árbitro pone fin al forcejeo, señalando una falta contra el meta valenciano.

Hasta el final del primer tiempo, domina el Celta. En la continuación, el Valencia aparece apagado, dando la sensación de que se resignaba con la derrota. Había perdido velocidad y el juego levantino se hacía ahora insulso y frío. A los diez minutos, el interior derecho valenciano y el defensa céltico, Otero, acuden a disputar un balón. Los dos golpean el cuero al mismo tiempo y caen a tierra. El valenciano es retirado a los vestuarios para no volver a reaparecer, mientras que el céltico se repone rápidamente. Se queda así el Valencia con sólo diez jugadores y el Celta se adueña de la iniciativa, pero no acierta a sacar partido de esta circunstancia ni de la inferioridad numérica del contrario.

El dominio local se hace cada vez más insistente y el Valencia aparece desdibujado sobre el campo y dedicado por entero a una acción puramente defensiva. El juego va perdiendo brillantez y se convierte en un peloteo insulso en un reiterado trenzado de pases en corto y en horizontal por parte del Celta, casi siempre en terreno valencianista, donde aparecen apelotonados todos sus hombres. Unicamente algunos intentos de Torres que se malogran en el área enemiga y unas cuantas escapadas de Wilkes y Mañó, que a su vez son bien contenidas y neutralizadas, y así van transcurriendo los minutos sin que se produzca ninguna nota de acusada emoción.

Unicamente al final, registramos un remate de Mañó a pase de Wilkes que se estrella en la madera. Fué, pues, este Celta - Valencia, un partido con una primera parte movida e interesante en la que los visitantes realizaron juego de superior calidad, aunque falto de profundidad y de remate y en la que los locales supieron inclinar la balanza a su favor merced a la excelente actuación de Torres, autor material de esta victoria, que si bien agrtada porque vale dos puntos, no ha convencido a nadie. Y un segundo tiempo de fútbol lento, insulso y apagado por ambas partes, devoluciones torpes, frías y desesperantes; de juego impropio de equipos que militan en la división de honor.

Y esta circunstancia avivó el malhumor producido por las goleadas encajadas en Sevilla y en Madrid. Porque si exceptuamos a Torres, que acaparó los aplausos del público, ninguno de los demás merece ser nombrado para bien. Con dejar constancia de sus nombres en las alineaciones ya es suficiente y bastante. En el Valencia hay que destacar a Wilkes y Mañó en la delantera y al interior Padrón, que es un gran dominador del cuero, pero sin virtudes incisivas. Pasieguito está falto de faCultades y sobrado de kilos, y el más flojo, el extremo izquierdo Seguí. Sendra y Puchades constituyeron una buena línea de medios y mandaron en el centro del campo, y de la defensa, los mejores Sócrates y Quincoces. El colegiado vizcaíno señor Gardeazábal, cometió algunos errores en la apreciación de las faltas y no supo aplicar casi nunca la ley de la ventaja. Un arbitraje vulgar y también sin complicaciones.