Nacido en Valencia en el año 1886, Alfredo Giménez Buesa era hijo de un coronel de infantería, por lo que su formación estuvo siempre orientada a la realización de una carrera militar. Tras Tras tomar parte en la guerra de Marruecos entre 1922 y 1923, pasó a la reserva con la graduación de capitán. En 1928 regresó a Valencia de forma definitiva, y en su retorno se encontró con un Valencia FC en pleno crecimiento deportivo y ebullición social. Su pasión por el deporte, impulsada por su hermano Luis que era socio y directivo del club, le llevó en 1928 a formar parte del comité regional de la Federación en representación del Valencia FC. Un año después se presentó a las elecciones a presidente, pero finalmente no fue elegido.

En julio de 1932, con el Valencia ya en la Primera División, Alfredo se postuló para asumir la presidencia en sustitución de Juan Jiménez Cánovas, pero los socios eligieron a Manuel García del Moral. Buesa formó parte de su directiva como tesorero, en una complicada temporada en la que el equipo se salvaría la categoría en el último partido de Liga. Con el estallido de la Guerra Civil en 1936, Alfredo Giménez tuvo que escapar de Valencia debido a que se le consideraba un militar de derechas. El 29 de marzo de 1939, cuando Valencia fue conquistada por el ejército franquista, regresó para convertirse en uno de los hombres de confianza del General Aranda. Una vez establecido en la ciudad, se interesó por estado del club, cuya situación económica era muy delicada. Con la ayuda de Antonio Cotanda y Luis Casanova, impulsó la reconstrucción del Camp de Mestalla, que corrió a cargo de un batallón del ejército.

Su esfuerzo y dedicación para la recuperación del Valencia FC le llevaron a ser nombrado presidente del club en el verano de 1939. Alfredo puso todo su empeño para volver a llevar al equipo de sus amores a la élite del balompié nacional, por lo que nombró una junta directiva compuesta de ex-directivos con profundo sentimiento valencianista. Hombres como Luis Casanova, Adolfo Royo, Rafael Bau o Luis Colina fueron quienes además de gestionar las maltrechas cuentas, trataron de recuperar para el Valencia a los jugadores desperdigados por España. Los movimientos más importantes fueron sin duda los fichajes de Mundo, Botana y Álvaro, procedentes del Recuperación de Levante, y la contratación de Ramón Encinas, uno de los entrenadores más prestigiosos del país. La diligencia de la directiva permitió al Valencia incorporarse a las competiciones oficiales en septiembre de 1939. Pese a completar una mediocre temporada en Liga, el equipo llegó hasta las semifinales de Copa. Sin duda, se habían asentado unas sólidas bases para la consolidación y resurgimiento del club.

En julio de 1940, Alfredo Giménez Buesa fue nombrado ayudante de campo del General Aranda en Madrid, por lo que tuvo que dimitir de su cargo como presidente del Valencia, que fue ocupado por tercera vez y ya de forma definitiva por Luis Casanova Giner. Desde Madrid, Buesa fue testigo de los primeros éxitos nacionales de su equipo. En 1943 regresó a la ciudad del Turia, convirtiéndose en un fiel seguidor y un asiduo de Mestalla hasta el día de su fallecimiento, el 24 de marzo de 1950. Para la posteridad quedó su aportación al Valencia, ya que sin su esfuerzo durante la posguerra, es muy probable que el club no hubiera podido volver a la élite, y los éxitos de la dorada década de los 40 hubieran sido imposibles de alcanzar.