Medio ala derecho del Zaragoza, Salvador Arilla firmó por el Gimnástico a finales de los años 20 cuando el club maño estuvo cerca de la desaparición. El aragonés completó una muy seria temporada que no pasó desapercibida para Luis Colina. Fichó por el Valencia en el verano de 1929, y en su primer año jugó buena parte de los partidos del Regional, Segunda División y Copa. Formó parte del histórico equipo que logró el ascenso a Primera División en 1931, siendo uno de los jugadores de mayor voluntad y coraje sobre el campo.

En ocasiones, su insistencia en lanzar al equipo al ataque, provocaba grietas en el sistema defensivo, y se le criticaba, no sin razón, su anarquía sobre el terreno de juego. La Primera División requería de mayor disciplina táctica, por lo que Rodolfo Galloway fue prescindiendo cada vez más de sus servicios, no llegando a debutar en la máxima categoría. Abandonó el club en 1932, y jugó algunas temporadas más en el Gandía y el Sabadell. Después de la Guerra Civil entrenó al Arenas de Guetxo.