Ficha de partido
RCD Espanyol
2 - 1
Valencia CF
Equipos titulares
11
Sustituciones
Ninguno
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Rodilla
23'
Fernando Ansola
35'
Descanso
45'
Re
86'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: RCD Espanyol
Records vs RCD Espanyol
Máximo goleador: Mundo Suárez (21 goles)
Goleador rival: Prat (9 goles)
Más partidos: Juan Ramón Santiago (28 partidos)
Mayor victoria: 4 - 0 (19.10.2003)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.06.1928)
Más repetido: 2-1 (25 veces)
Crónica
Cuando entre una ovación estruendosa y aclamaciones entusiásticas del repleto Sarria para ambos equipos, los jugadores exhaustos, porque lo habían dado todo, se retiraban a los vestuarios, quedaban atrás noventa minutos que habían agitado a los espectadores como un irresistible vendaval de emociones. No le había faltado al partido ni el suspense de haberse mantenido indeciso hasta cuatro minutos antes del final cuando el formidable esfuerzo del Español sobre todo a lo largo de una segunda parte inolvidable tuvo su justo premio en el segundo gol blanquiazul que decidió el encuentro. Antes, la suerte del resultado se había balanceado en uno y otro sentido en los diversos momentos críticos del partido, ayudando a crear el ambiente de fascinación en que sumergió la lucha y dando realidad a la garra que engarfió el ánimo de los espectadores que siguieron los lances de la pelea prendidos en su seducción, con el aliento contenido y los nervios en tensión.
Había sido, en efecto, el gran partido y fuertemente disputado que, con palabras literales, había sido pronosticado. Se enfrentaron, ciertamente, dos colosos, que han aprendido bien la lección del fútbol atlético y de fuerza que ha vuelto a imponerse como la primera enseñanza del reciente Mundial de Inglaterra. Evidentemente que sin el complemento de la técnica poco se conseguiría progresar y poco beneficiaría sólo la rudeza. Pero hasta qué punto los excesos de la técnica pueden hasta estorbar el propósito de vencer, quedó demostrado en este mismo partido porque cuando el Español dio preferencia a la técnica sobre la fuerza sus posibilidades disminuyeron frente a un Valencia que en todo momento prefirió fuerza a técnica. El mayor peligro que amenazó al Español en esta ocasión fue olvidarse que lo primero es luchar y lo segundo la habilidad. En la mezcla armónica de ambas cualidades está la base del éxito. Y en el acierto de apoyarse en una y otra se fundamenta el merecimiento de esta magnífica victoria del Español.
Que los dos se temían y que cualquiera de ellos podía sorprender al otro, quedó patente desde el primer momento. El Valencia venía a buscar el clásico y sustancioso empate de semejantes ocasiones. Al Español, en cambio, no podía bastarle con menos que una victoria. La posición más ventajosa, pero también más engañosa, correspondía asi al visitante. Los de casa no podían engañarse ni confiarse. Tenían que atacar. Sin embargo, los primeros minutos fueron de tanteo y vigilancia. Y mucho más porque entre los minutos seis y ocho se produjeron dos claros peligros para Carmelo cuando Ansola aprovechó una indecisión defensiva de los blanquiazules para disparar a bocajarro contra el cuerpo de Carmelo y el propio jugador del Valencia, en fuera de juego (primer fallo grave de los muchos que cometería el arbitro), tiró cruzado fuera desde cerca de la puerta españolista. Esto quiere decir que el Valencia había tratado de aprovechar los minutos en frio del principio para perseguir una confortable ventaja.
El juego se estaba desarrollando por el centro del campo, donde ambos equipos actuaban con sus jugadores amontonados, descuidando en cierto modo los extremos. José María y Claramunt habían abandonado sus puestos para pasar a la media. El españolista, con Marcial y Ramírez, y el valenciano, con Poli y Roberto. A los doce minutos sacó el Español el primer córner del partido, pero no tuvo rematadores. Cuatro minutos después replicó el Valencia con su primer saque de esquina en un ataque impulsado por Poli, que sería el jugador más trabajador de su equipo, aunque su constante actividad resultaría en muchas ocasiones más espectacular que fructífera.
Los dos equipos incurren en fallos porque los nervios mandan en ellos y abundan también las faltas, especialmente en el Valencia que se defiende con todos los recursos. Marcial estuvo a punto de marcar a los veinte minutos con un remate impresionante a la media vuelta, en un córner. Poco después el Valencia saca su también segundo córner. Guillot está actuando prácticamente a la derecha, tratando de arrastrar a Osorio para desorganizar la defensa Español. Pero no lo consigue y es marcado por Bergara. La tremenda pugna que se está debatiendo llega a ano de sus momentos de brillante eficacia. Apenas cuatro minutos después del tremendo disparo de Marcial que rozó un poste, Ramírez inicia una jugada de ataque en el centro del campo, lanzando en profundidad la pelota hacia Re quien hábilmente la hace llegar a Rodilla que lucha en punta y, a pesar de la oposición de Mestre, empalma un remate escalofriante que bate por alto a Pesudo.
El Español, envalentonado, ataca y durante unos minutos presiona arrolladoramente, Sol, el joven lateral derecho del Valencia, destaca por la contundencia y sus excesos. Miralles es atendido tras una entrada de Mestre. Y cuando el Español parece haber superado el temor al Valencia, Poli queda en excelente posición pero falla y para fácilmente Carmelo; sin embargo, sigue el Valencia ante el área españolista, comete falta el Español, Carmelo repele de puño el saque de castigo, Paquito intercepta el rechace y tira acertando Ansola a desviar la pelota que bate la puerta blanquiazul. Y así, a los treinta y cinco minutos de dura pelea, hay empate a un gol. En los últimos minutos de la primera parte, el Español lanzó su tercer córner que Bergara remató parando Pesudo, Claramunt se precipitó y tira desde lejos fuera y José María fue víctima del ardor defensivo valenciano teniendo que ser asistido.
El segundo tiempo comenzó como una gran incógnita y una colocación del Valencia netamente defensiva, pues evidentemente se disponía a amarrar el empate que había recibido con extraordinarias muestras de alegría y aplausos de sus numerosos partidarios en Sarria. Claramunt y Guillot, es decir los dos extremos, forman ahora la media, y volantes y laterales constituyen la defensa, con Mestre de escoba. En el primer ataque del Español, Rodilla recibe una patada en la cara propinada por Paquito que no es ni amonestado. Y en el primer ataque del Valencia, muy bien llevado, Ansola remata fuera. El Español acosa con decisión y Miralles es derribado por Videgany dentro del área al disponerse a tirar. El penal es clarísimo pero el arbitro no lo castiga.
Tras unos momentos en que el Español cede un poco, tal vez acusando el esfuerzo que ha estado realizando, y que aprovecha el Valencia para inquietar a Carmelo, se rehacen los blanquiazules y lanzan dos córners, en el segundo de los cuales Marcial remata parando Pesudo. Se ve poco y el público reclama la luz eléctrica pero el arbitro no da la orden hasta los veinticinco minutos. Entre tanto, el Valencia vuelve a la carga obligando al Español a mantenerse a la defensiva. Waldo avanza amenazador y al acercarse al área defensiva del Español, Carmelo se ve obligado a salir auténticamente a la desesperada logrando repeler el disparo de Waldo. Cometió o no falta de mano en el borde del área, pero Carmelo salvó un gol cierto a los veintiséis minutos de la segunda parte. El Español está un poco desconcertado y peca de exceso de tecnicismo e individualismo en su afán por recobrar la iniciativa que le disputa con enorme decisión el Valencia. Los ataques y contraataques se suceden emocionantes y peligrosos.
Bergara y Ramírez tiran fuera. Guillot, desde cuarenta metros, casi sorprende a Carmelo, que cede córner. El Español no logra quebrantar al Valencia pero sigue batallando sin descanso. Por fin, Marcial desde la izquierda pasa fuerte hacia Rodilla quien ve a Re desmarcado a su izquierda y de cabeza le envía el balón. Re, con gran sangre fría, para la pelota con el pecho, la deja caer al suelo, provoca así la salida de Pesudo y bombea por encima dé él hasta el fondo de la red del Valencia. Cae el minuto cuarenta y uno cuando se produce la victoria del Español por dos a uno, que provoca una explosión de entusiasmo en el público tanto por la decisión al fin favorable, como por la inteligente y bella ejecución del gol.
Roto ya el cerco que el empate ponía al gozo, los españolistas jalean en pie una gran jugada de Marcial que obliga a Pesudo a ceder córner, con lo que el Español ha replicado al desesperado ataque de todo el Valencia, y que ya no podrá repetir porque los blanquiazules, dueños del campo, dominan la pelota hasta que, con el descuento que el arbitro aplica, termina el partido en un clima de exaltación españolista que, olvidando los muchos errores del arbitro, aplaude a todos los jugadores cuando extenuados abandonan el terreno de juego, unos alegres, otros contrariados, pero todos con la seguridad de que han peleado como leones...
Había sido, en efecto, el gran partido y fuertemente disputado que, con palabras literales, había sido pronosticado. Se enfrentaron, ciertamente, dos colosos, que han aprendido bien la lección del fútbol atlético y de fuerza que ha vuelto a imponerse como la primera enseñanza del reciente Mundial de Inglaterra. Evidentemente que sin el complemento de la técnica poco se conseguiría progresar y poco beneficiaría sólo la rudeza. Pero hasta qué punto los excesos de la técnica pueden hasta estorbar el propósito de vencer, quedó demostrado en este mismo partido porque cuando el Español dio preferencia a la técnica sobre la fuerza sus posibilidades disminuyeron frente a un Valencia que en todo momento prefirió fuerza a técnica. El mayor peligro que amenazó al Español en esta ocasión fue olvidarse que lo primero es luchar y lo segundo la habilidad. En la mezcla armónica de ambas cualidades está la base del éxito. Y en el acierto de apoyarse en una y otra se fundamenta el merecimiento de esta magnífica victoria del Español.
Que los dos se temían y que cualquiera de ellos podía sorprender al otro, quedó patente desde el primer momento. El Valencia venía a buscar el clásico y sustancioso empate de semejantes ocasiones. Al Español, en cambio, no podía bastarle con menos que una victoria. La posición más ventajosa, pero también más engañosa, correspondía asi al visitante. Los de casa no podían engañarse ni confiarse. Tenían que atacar. Sin embargo, los primeros minutos fueron de tanteo y vigilancia. Y mucho más porque entre los minutos seis y ocho se produjeron dos claros peligros para Carmelo cuando Ansola aprovechó una indecisión defensiva de los blanquiazules para disparar a bocajarro contra el cuerpo de Carmelo y el propio jugador del Valencia, en fuera de juego (primer fallo grave de los muchos que cometería el arbitro), tiró cruzado fuera desde cerca de la puerta españolista. Esto quiere decir que el Valencia había tratado de aprovechar los minutos en frio del principio para perseguir una confortable ventaja.
El juego se estaba desarrollando por el centro del campo, donde ambos equipos actuaban con sus jugadores amontonados, descuidando en cierto modo los extremos. José María y Claramunt habían abandonado sus puestos para pasar a la media. El españolista, con Marcial y Ramírez, y el valenciano, con Poli y Roberto. A los doce minutos sacó el Español el primer córner del partido, pero no tuvo rematadores. Cuatro minutos después replicó el Valencia con su primer saque de esquina en un ataque impulsado por Poli, que sería el jugador más trabajador de su equipo, aunque su constante actividad resultaría en muchas ocasiones más espectacular que fructífera.
Los dos equipos incurren en fallos porque los nervios mandan en ellos y abundan también las faltas, especialmente en el Valencia que se defiende con todos los recursos. Marcial estuvo a punto de marcar a los veinte minutos con un remate impresionante a la media vuelta, en un córner. Poco después el Valencia saca su también segundo córner. Guillot está actuando prácticamente a la derecha, tratando de arrastrar a Osorio para desorganizar la defensa Español. Pero no lo consigue y es marcado por Bergara. La tremenda pugna que se está debatiendo llega a ano de sus momentos de brillante eficacia. Apenas cuatro minutos después del tremendo disparo de Marcial que rozó un poste, Ramírez inicia una jugada de ataque en el centro del campo, lanzando en profundidad la pelota hacia Re quien hábilmente la hace llegar a Rodilla que lucha en punta y, a pesar de la oposición de Mestre, empalma un remate escalofriante que bate por alto a Pesudo.
El Español, envalentonado, ataca y durante unos minutos presiona arrolladoramente, Sol, el joven lateral derecho del Valencia, destaca por la contundencia y sus excesos. Miralles es atendido tras una entrada de Mestre. Y cuando el Español parece haber superado el temor al Valencia, Poli queda en excelente posición pero falla y para fácilmente Carmelo; sin embargo, sigue el Valencia ante el área españolista, comete falta el Español, Carmelo repele de puño el saque de castigo, Paquito intercepta el rechace y tira acertando Ansola a desviar la pelota que bate la puerta blanquiazul. Y así, a los treinta y cinco minutos de dura pelea, hay empate a un gol. En los últimos minutos de la primera parte, el Español lanzó su tercer córner que Bergara remató parando Pesudo, Claramunt se precipitó y tira desde lejos fuera y José María fue víctima del ardor defensivo valenciano teniendo que ser asistido.
El segundo tiempo comenzó como una gran incógnita y una colocación del Valencia netamente defensiva, pues evidentemente se disponía a amarrar el empate que había recibido con extraordinarias muestras de alegría y aplausos de sus numerosos partidarios en Sarria. Claramunt y Guillot, es decir los dos extremos, forman ahora la media, y volantes y laterales constituyen la defensa, con Mestre de escoba. En el primer ataque del Español, Rodilla recibe una patada en la cara propinada por Paquito que no es ni amonestado. Y en el primer ataque del Valencia, muy bien llevado, Ansola remata fuera. El Español acosa con decisión y Miralles es derribado por Videgany dentro del área al disponerse a tirar. El penal es clarísimo pero el arbitro no lo castiga.
Tras unos momentos en que el Español cede un poco, tal vez acusando el esfuerzo que ha estado realizando, y que aprovecha el Valencia para inquietar a Carmelo, se rehacen los blanquiazules y lanzan dos córners, en el segundo de los cuales Marcial remata parando Pesudo. Se ve poco y el público reclama la luz eléctrica pero el arbitro no da la orden hasta los veinticinco minutos. Entre tanto, el Valencia vuelve a la carga obligando al Español a mantenerse a la defensiva. Waldo avanza amenazador y al acercarse al área defensiva del Español, Carmelo se ve obligado a salir auténticamente a la desesperada logrando repeler el disparo de Waldo. Cometió o no falta de mano en el borde del área, pero Carmelo salvó un gol cierto a los veintiséis minutos de la segunda parte. El Español está un poco desconcertado y peca de exceso de tecnicismo e individualismo en su afán por recobrar la iniciativa que le disputa con enorme decisión el Valencia. Los ataques y contraataques se suceden emocionantes y peligrosos.
Bergara y Ramírez tiran fuera. Guillot, desde cuarenta metros, casi sorprende a Carmelo, que cede córner. El Español no logra quebrantar al Valencia pero sigue batallando sin descanso. Por fin, Marcial desde la izquierda pasa fuerte hacia Rodilla quien ve a Re desmarcado a su izquierda y de cabeza le envía el balón. Re, con gran sangre fría, para la pelota con el pecho, la deja caer al suelo, provoca así la salida de Pesudo y bombea por encima dé él hasta el fondo de la red del Valencia. Cae el minuto cuarenta y uno cuando se produce la victoria del Español por dos a uno, que provoca una explosión de entusiasmo en el público tanto por la decisión al fin favorable, como por la inteligente y bella ejecución del gol.
Roto ya el cerco que el empate ponía al gozo, los españolistas jalean en pie una gran jugada de Marcial que obliga a Pesudo a ceder córner, con lo que el Español ha replicado al desesperado ataque de todo el Valencia, y que ya no podrá repetir porque los blanquiazules, dueños del campo, dominan la pelota hasta que, con el descuento que el arbitro aplica, termina el partido en un clima de exaltación españolista que, olvidando los muchos errores del arbitro, aplaude a todos los jugadores cuando extenuados abandonan el terreno de juego, unos alegres, otros contrariados, pero todos con la seguridad de que han peleado como leones...