Ficha de partido
At. Madrid
0 - 3
Valencia CF
Equipos titulares
10
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Carlos Marchena
9'
HibicGarcía Calvo
20'
Curro Torres
25'
Diego Rivas
42'
Descanso
45'
Jorge López
45'
Miguel Ángel MistaRicardo Oliveira
45'
IbagazaOrtiz
51'
David NavarroMauricio Pellegrino
59'
Vicente RodríguezAsist: Pablo Aimar
60'
Santi
65'
Fabián CanobbioJorge López
72'
Miguel Ángel MistaAsist: Pablo Aimar
76'
Demis NikolaidisRodrigo
77'
Miguel Ángel MistaAsist: Pablo Aimar
92'
Final del partido
93'
Estadio
Rival: At. Madrid
Records vs At. Madrid
Máximo goleador: Mundo Suárez (16 goles)
Goleador rival: Luis Aragonés (12 goles)
Más partidos: Manolo Mestre (32 partidos)
Mayor victoria: 9 - 1 (13.09.1936)
Mayor derrota: 0 - 5 (10.11.1985)
Más repetido: 1-1 (22 veces)
Crónica
El Valencia apunta alto. Ayer lo ratificó en el Vicente Calderón ante un Atlético al que dejó hacer durante la primera media hora y al que pasó por encima en el segundo acto. En los últimos minutos de la priemra fase Pablo Aimar demostró que estaba empezando al soltarse y que se encontraba a gusto sobre el campo. En la segunda mitad no sólo lo ratificó sino que acabó arrancando una ovación tras otra del público madrileño.
Aimar cuajó una excepcional segunda parte, algo que los aficionados valencianistas tenían ganas de presenciar. El argentino apuntaba cosas pero no explotaba. Las jornadas anteriores hicieron albergar esperanzas de que este año podía mostrar algo más. Con su selección los síntomas fueron los mismos. Ayer fue una realidad. Aimar ya es el director del juego del Valencia. Tomó la batuta, hizo lo que quiso y cuanto quiso con el balón en los pies y lo movió y lo puso a sus compañeros con auténtica dulzura. La primera media hora del encuentro tuvo muy poquitas cosas que destacar, exceptuando la lesión de García Calvo y algunas de las amonestaciones arbitrales. Del juego, casi nada. Unos y otros se empeñaron en mostrar contínuos despropósitos que llevaron a que se hiciera misión imposible hilvanar una sola jugada.
Cierto es que el Valencia se mostraba mucho más tranquilo, a la espera de acontecimientos. Las prisas correspondían a un Atlético que da la sensación de encontrarse todavía en fase embrionaria. Si a ello unimos los cambios que introdujo Gregorio Manzano en la formación inicial algunos sorprendentes se entiende que la presión de sentirse local y las ganas de agradar pudieran con sus jugadores, algo que sin duda benefició el fútbol control de un Valencia que no pasaba apuros. Los de Benítez se sintieron tal vez excesivamente cómodos sobre el campo, lo que les llevó a mostrar una actitud de cierto letargo o conformismo y como consecuencia de ello, les costaba muchísimo acercarse a los dominios de Burgos. Tuvo que transcurrir media hora para que los valencianistas se hicieran el ánimo y lo intentaran. Aimar ganó metros en dirección al área rival y con él lo hicieron también sus compañeros de la medular.
A la media hora de juego Vicente, con un disparo lejano, dio el primer aviso. De ahí hasta el descanso se sucedieron acciones ofensivas del Valencia, con mayor decisión, que sirvieron para mostrar la endeblez y el nerviosismo del desdibujado Atlético. A pesar de que Oliveira apenas intervino, después fue Baraja quien remató muy bien obligando al meta rojiblanco a enviar a córner. Al filo del descanso Baraja le puso un balón de oro a Pablo Aimar que éste cruzó en exceso, saliendo el esférico fuera, junto al poste izquierdo. El segundo periodo se hizo muy corto porque hubo fútbol de alta escuela. Las acciones de Pablo Aimar fueron de auténtico lujo. Movió el balón con la aparente facilidad con la que que sólo pueden hacerlo los grandes futbolistas y eso hizo que se paladearan acciones de enorme altura.
Reconociendo las exquisiteces del media punta argentino no se puede pasar por alto la función que llevó a cabo Mista, al que antes del inicio de la pretemporada se pretendió traspasar. El delantero murciano mostró un olfato de gol máximo, convirtiéndose en el finalizador de las acciones que casi siempre inició Pablo Aimar. El entendimiento entre ambos futbolistas en la jugada del primer gol fue una muestra de ello. A modo de resumen hay que decir que si el Valencia mantiene las armas exhibidas anoche habrá que tenerle en cuenta esta temporada como aspirante a lo máximo. Cierto que queda mucho todavía pero la sensación de bloque que ha vuelto a recuperar el equipo y la dureza con la que castiga cuando llega, le convierte en temible, espectáculo al margen. Hasta ahora era escaso, pero Aimar está empeñado en conjugar resultados y diversión.
Aimar cuajó una excepcional segunda parte, algo que los aficionados valencianistas tenían ganas de presenciar. El argentino apuntaba cosas pero no explotaba. Las jornadas anteriores hicieron albergar esperanzas de que este año podía mostrar algo más. Con su selección los síntomas fueron los mismos. Ayer fue una realidad. Aimar ya es el director del juego del Valencia. Tomó la batuta, hizo lo que quiso y cuanto quiso con el balón en los pies y lo movió y lo puso a sus compañeros con auténtica dulzura. La primera media hora del encuentro tuvo muy poquitas cosas que destacar, exceptuando la lesión de García Calvo y algunas de las amonestaciones arbitrales. Del juego, casi nada. Unos y otros se empeñaron en mostrar contínuos despropósitos que llevaron a que se hiciera misión imposible hilvanar una sola jugada.
Cierto es que el Valencia se mostraba mucho más tranquilo, a la espera de acontecimientos. Las prisas correspondían a un Atlético que da la sensación de encontrarse todavía en fase embrionaria. Si a ello unimos los cambios que introdujo Gregorio Manzano en la formación inicial algunos sorprendentes se entiende que la presión de sentirse local y las ganas de agradar pudieran con sus jugadores, algo que sin duda benefició el fútbol control de un Valencia que no pasaba apuros. Los de Benítez se sintieron tal vez excesivamente cómodos sobre el campo, lo que les llevó a mostrar una actitud de cierto letargo o conformismo y como consecuencia de ello, les costaba muchísimo acercarse a los dominios de Burgos. Tuvo que transcurrir media hora para que los valencianistas se hicieran el ánimo y lo intentaran. Aimar ganó metros en dirección al área rival y con él lo hicieron también sus compañeros de la medular.
A la media hora de juego Vicente, con un disparo lejano, dio el primer aviso. De ahí hasta el descanso se sucedieron acciones ofensivas del Valencia, con mayor decisión, que sirvieron para mostrar la endeblez y el nerviosismo del desdibujado Atlético. A pesar de que Oliveira apenas intervino, después fue Baraja quien remató muy bien obligando al meta rojiblanco a enviar a córner. Al filo del descanso Baraja le puso un balón de oro a Pablo Aimar que éste cruzó en exceso, saliendo el esférico fuera, junto al poste izquierdo. El segundo periodo se hizo muy corto porque hubo fútbol de alta escuela. Las acciones de Pablo Aimar fueron de auténtico lujo. Movió el balón con la aparente facilidad con la que que sólo pueden hacerlo los grandes futbolistas y eso hizo que se paladearan acciones de enorme altura.
Reconociendo las exquisiteces del media punta argentino no se puede pasar por alto la función que llevó a cabo Mista, al que antes del inicio de la pretemporada se pretendió traspasar. El delantero murciano mostró un olfato de gol máximo, convirtiéndose en el finalizador de las acciones que casi siempre inició Pablo Aimar. El entendimiento entre ambos futbolistas en la jugada del primer gol fue una muestra de ello. A modo de resumen hay que decir que si el Valencia mantiene las armas exhibidas anoche habrá que tenerle en cuenta esta temporada como aspirante a lo máximo. Cierto que queda mucho todavía pero la sensación de bloque que ha vuelto a recuperar el equipo y la dureza con la que castiga cuando llega, le convierte en temible, espectáculo al margen. Hasta ahora era escaso, pero Aimar está empeñado en conjugar resultados y diversión.