Andres Parada Alvite, conocido futbolísticamente como «Suco», se formó deportivamente en la cantera del Atlético Riveira, club de su localidad natal, Santa Eugenia de Ribera, en el que coincidió con su hermano José Manuel, que triunfaría años más tarde en el Celta y el Pontevedra. Ya desde muy joven despuntó a nivel regional en la posición de extremo izquierdo, por lo que el Racing de Ferrol lo fichó con tan sólo 18 años para jugar en el primer equipo, debutando en Segunda División en Barakaldo, el 30 de septiembre de 1956, bajo las órdenes de Juan Vázquez. En el club de A Malata marcó 21 goles en 74 partidos, despertando el interés de los grandes clubes nacionales, hasta que en noviembre de 1959 marchó traspasado al FC Barcelona.

No tuvo demasiada suerte en el equipo culé, principalmente debido a la exigente competencia en una plantilla plagada de grandes figuras. En su primer medio curso, Suco logró marcar dos goles en los cinco partidos en los que participó, y logró proclamarse campeón de Liga y de la Copa de Ferias. En su segunda campaña tampoco logró asentarse en las alineaciones, y únicamente participó en nueve encuentros oficiales, por lo que al finalizar la campaña fue traspasado al Racing de Santander, donde permaneció dos años a un muy buen nivel. En su primera temporada con el conjunto cántabro hizo un tanto en 24 partidos, no pudiendo evitar la pérdida de categoría. Ya en Segunda División, el extremo completó una brillante temporada, haciendo 5 dianas en 29 partidos. Fue entonces cuando el Valencia se fijó en él y acometió su fichaje, lo cual le permitió relanzar su carrera de forma definitiva.

Llegó a Mestalla un joven futbolista, con sólo 25 años, pero que acumulaba siete temporadas en las principales divisiones del fútbol español. En una magnífica primera temporada con la camiseta valencianista, Suco parecía predestinado a ser el futbolista que rompería la ya mítica «maldición Seguí», que había perseguido a cuantos extremos izquierdos vinieron a reemplazar al valenciano, y que se mantuvo una década tras su retirada. Debutó con el primer equipo durante una gira por América, anotando cinco de los doce goles del equipo, y de vuelta a casa confirmó todos los valores que le habían llevado a uno de los equipos punteros de la Liga: serenidad, verticalidad, dominio de la banda y llegada. Completó 25 partidos oficiales durante su primer año, en los que anotó cuatro tantos.

A partir del segundo curso, sus cualidades se encogieron en favor de un individualismo que no le benefició y le acabó sacando de las alineaciones de Mundo Suárez. Con el paso del tiempo, se le empezó a ver encogido ante los defensas, hasta el punto de parecer afectado por la morriña de su Galicia natal. En su tercera y última temporada, su aportación menguó todavía más, participando únicamente en 6 partidos oficiales con Sabino Barinaga. Al finalizar la temporada, en el verano de 1966, decidió regresar a su tierra para defender el escudo del Deportivo de la Coruña, con el que vivió el descenso en 1967 y el ascenso de nuevo a Primera en 1968, retirándose poco después tras haber completado 28 partidos oficiales con el conjunto gallego.