Ricardo Alós es, probablemente, una de las figuras menos reconocidas en la historia del Valencia CF. Pertenece al selecto y reducido grupo de delanteros capaz de conquistar el trofeo Pichichi al máximo goleador del torneo de la Liga, junto a Mundo, Waldo y Kempes, aunque injustamente es el menos recordado de los cuatro. Ricardo logró tal hito en la Liga del 58, empatando a 19 goles con Alfredo Di Stéfano y Manuel Badenes, sólo un años después de haber marcado la escalofriante cifra de 45 goles en 34 partidos durante su cesión al Sporting de Gijón, lo cual constituye aún hoy en día un auténtico récord en las dos primeras divisiones nacionales. Hablamos, por tanto, de uno de los más importantes goleadores en la historia del fútbol español, de quien vamos a conocer su interesante biografía.

Nacido en el municipio valenciano de Moncada. Comenzó a jugar al fútbol en el equipo de su pueblo, fichando siendo muy joven por el Atlético Saguntino, y a los 20 años fue fichado por el Valencia para reforzar al Mestalla, donde pronto comenzó a despuntar por su sorprendente capacidad goleadora. Bajo las órdenes de Carlos Iturraspe, Alós debutó en Segunda División un 5 de abril de 1953 en Las Palmas, en un partido que ganó el equipo filial y en el que Ricardo anotó el gol de la victoria. Completó 5 partidos aquel curso, marcando 4 goles. La temporada siguiente hizo 6 goles en 26 encuentros, no pudiendo evitar el descenso del equipo. Continuó en el Mestalla hasta 1956, y tras marcar 10 goles en 28 partidos, marchó cedido al Sporting de Gijón, donde, como hemos comentado, pulverizó todos los registros, logrando el ascenso a Primera con uno números apabullantes.

De regreso a Valencia, Luis Miró no tenía más opción que darle el 9 titular durante toda la temporada. Ricardo respondió con goles en una muy buena campaña. 19 tantos en 29 partidos (0,65 goles por partido) le dieron el Pichichi en una campaña en la que el equipo finalizó en la cuarta posición. Durante el curso, llegó a ser internacional B frente a Portugal en la III Copa del Mediterráneo, pero no llegó a obtener el premio de la internacionalidad absoluta. Pese a su facilidad anotadora, el ariete cargó con la injusta fama de poco técnico y excesivamente encasillado en las tareas de remate dentro del área. Con la llegada de Quincoces al banquillo, se vio obligado a cambiar su posición en el campo a la de interior izquierdo, una decisión que acabó perjudicándole ya que le impedía vivir cerca del área. su juego y participación fue disminuyendo hasta el punto de que en 1960 Otto Bumbel sólo contó con él para la Copa.

En el verano de 1960, harto de ver cómo su cotización en el fútbol nacional había bajado demasiados enteros, aceptó una oferta del Real Murcia que ya había intentado su fichaje en varias ocasiones anteriormente. Permaneció tres irregulares campañas en el conjunto pimentonero, marcando 3 goles en 16 partidos. En 1963, tras lograr el ascenso en un años prácticamente en blanco, jugó su última temporada en el Ontinyent, completando 10 partidos en Segunda División antes de colgar las botas a los 32 años de edad, fijando su residencia definitiva en Moncada.