Ficha de partido
Sevilla FC
4 - 0
Valencia CF
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Polster
17'
Conte
40'
Descanso
45'
Herrero
48'
ZúñigaConte
61'
Emilio FenollCarlos Arroyo
67'
Miguel Ángel BossioTomás González
67'
Polster
80'
MartagónCarvajal
84'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Sevilla FC
Records vs Sevilla FC
Máximo goleador: Mundo Suárez (28 goles)
Goleador rival: Campanal (21 goles)
Más partidos: Fernando Gómez (31 partidos)
Mayor victoria: 8 - 0 (17.10.1943)
Mayor derrota: 3 - 10 (13.10.1940)
Más repetido: 2-0 (27 veces)
Crónica
Gran entrada en el Sánchez Pizjuán, unos 50.000 espectadores, con una recaudación cercana a los 19 millones de pesetas. Noche cálida y terreno de juego en excelentes condiciones. El seleccionador nacional, Luis Suárez, estuvo presenciando el encuentro desde el palco de autoridades. Carvajal recibió una calurosa ovación del público al ser reemplazado por Martagón, mientras que el respetable mostró pañuelos blancos tras el segundo gol de Polster, cuarto del partido, de bellísima factura.
Arbitró José Francisco Pérez Sánchez, del colegio murciano. Estuvo mal, en un partido de fácil arbitraje. Tuvo dos grandes errores: dejó sin sancionar un derribo a Carvajal en el área valencianista en el minuto 41 y perdonó una manop de Nando en el área local sobre el final del partido.
Goles: 1-0, minuto 18. Córner a la izquierda del portal valenciano. Ochotorena falla estrepitosamente en su salida y Polster cabecea a la red. 2-0, minuto 40. Jugada de Carvajal, indecisión de Ochotorena y su defensa, que aprovecha Conte para marcar de tiro cruzado, casi sin ángulo. 3-0, minuto 47. Herrero aprovecha un rechace de la defensa rival y remata desde fuera del área. El balón, tras pegar en un zaguero, descoloca a Ochotorena. 4-0, minuto 80. Balón adelantado de Carvajal a Polster, quien regatea al portero y marca.
La buena marcha liguera del Valencia se vio frenada anoche por un Sevilla pletórico de fuerza y capacidad anotadora. De hecho, el equipo de Victor Espárrago no caía por tamaña diferencia de goles desde que en la tercera jornada visitara el Santiago Bernabeu y el Madrid le endosara un 6-2 que aun recuerdan con amargura a orillas del Turia. La misma amargura con que se anotará esta página liguera en la estadística che.
El 4-0, la goleada en sí, fue el colofón de un auténtico partidazo. Porque hasta el segundo tanto, obra de Conte, el duelo era vibrante, igualado, un auténtico toma y daca eñtre dos equipos de talante bien diferenciado. Por una parte, un Sevilla que lleva marcado a fuego el sello de su entrenador, Vicente Cantatore, amante del juego alegre, ofensivo y vistoso, por la otra, un Valencia hecho a la medida de otro entrenador sudamericano, Espárrago, pero más volcado en la tarea de contención, de tapar huecos, de sufrir el fútbol, aun cuando tiene material humano para hacerlo más bello.
La baja de Voro, un hombre regular y eficiente en la defensa valencianista, pareció llenar de precauciones al Valencia, que saltó al campo encogido y mirando más a su portería que a la de Dassaev. El Sevilla, mientras tanto, apoyado en un constante ir y venir de Rafa Paz y en la permanente movilidad de Conte, Carvajal y Polster por el frente de ataque, dejaba patente un hambre de gol que más tarde acabaría teniendo su recompensa.
El público disfrutaba, vibraba con un encuentro jugado de poder a poder y confiaba en que finalmente la balanza se decantaría a su favor. Por eso, cuando Polster abrió el grifo de lo que sería el vendabal goleador, el estallido de júbilo fue mayúsculo. Y lo que vino después se puede definir solamente con una palabra: delirio. Un delirio con ondear de pañuelos blancos cuando Polster cerró la cuenta con un golazo, despés que Conte y Herrero, con la inestimable ayuda de la defensa che, hicieran engordar el marcador del estadio. Con ese ánimo se retiró la afición del Sevilla, pensando que este boceto de gran equipo puede convertirse el año que viene en un serio candidato a cosas mayores.
Arbitró José Francisco Pérez Sánchez, del colegio murciano. Estuvo mal, en un partido de fácil arbitraje. Tuvo dos grandes errores: dejó sin sancionar un derribo a Carvajal en el área valencianista en el minuto 41 y perdonó una manop de Nando en el área local sobre el final del partido.
Goles: 1-0, minuto 18. Córner a la izquierda del portal valenciano. Ochotorena falla estrepitosamente en su salida y Polster cabecea a la red. 2-0, minuto 40. Jugada de Carvajal, indecisión de Ochotorena y su defensa, que aprovecha Conte para marcar de tiro cruzado, casi sin ángulo. 3-0, minuto 47. Herrero aprovecha un rechace de la defensa rival y remata desde fuera del área. El balón, tras pegar en un zaguero, descoloca a Ochotorena. 4-0, minuto 80. Balón adelantado de Carvajal a Polster, quien regatea al portero y marca.
La buena marcha liguera del Valencia se vio frenada anoche por un Sevilla pletórico de fuerza y capacidad anotadora. De hecho, el equipo de Victor Espárrago no caía por tamaña diferencia de goles desde que en la tercera jornada visitara el Santiago Bernabeu y el Madrid le endosara un 6-2 que aun recuerdan con amargura a orillas del Turia. La misma amargura con que se anotará esta página liguera en la estadística che.
El 4-0, la goleada en sí, fue el colofón de un auténtico partidazo. Porque hasta el segundo tanto, obra de Conte, el duelo era vibrante, igualado, un auténtico toma y daca eñtre dos equipos de talante bien diferenciado. Por una parte, un Sevilla que lleva marcado a fuego el sello de su entrenador, Vicente Cantatore, amante del juego alegre, ofensivo y vistoso, por la otra, un Valencia hecho a la medida de otro entrenador sudamericano, Espárrago, pero más volcado en la tarea de contención, de tapar huecos, de sufrir el fútbol, aun cuando tiene material humano para hacerlo más bello.
La baja de Voro, un hombre regular y eficiente en la defensa valencianista, pareció llenar de precauciones al Valencia, que saltó al campo encogido y mirando más a su portería que a la de Dassaev. El Sevilla, mientras tanto, apoyado en un constante ir y venir de Rafa Paz y en la permanente movilidad de Conte, Carvajal y Polster por el frente de ataque, dejaba patente un hambre de gol que más tarde acabaría teniendo su recompensa.
El público disfrutaba, vibraba con un encuentro jugado de poder a poder y confiaba en que finalmente la balanza se decantaría a su favor. Por eso, cuando Polster abrió el grifo de lo que sería el vendabal goleador, el estallido de júbilo fue mayúsculo. Y lo que vino después se puede definir solamente con una palabra: delirio. Un delirio con ondear de pañuelos blancos cuando Polster cerró la cuenta con un golazo, despés que Conte y Herrero, con la inestimable ayuda de la defensa che, hicieran engordar el marcador del estadio. Con ese ánimo se retiró la afición del Sevilla, pensando que este boceto de gran equipo puede convertirse el año que viene en un serio candidato a cosas mayores.