Ficha de partido
RCD Espanyol
1 - 2
Valencia CF
Equipos titulares
10
11
Sustituciones
Ninguno
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
José VilanovaAsist: Domingo Torredeflot
38'
Descanso
45'
José VilanovaAsist: Domingo Torredeflot
73'
Prat (Pen.)
75'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: RCD Espanyol
Records vs RCD Espanyol
Máximo goleador: Mundo Suárez (21 goles)
Goleador rival: Prat (9 goles)
Más partidos: Juan Ramón Santiago (28 partidos)
Mayor victoria: 4 - 0 (19.10.2003)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.06.1928)
Más repetido: 2-1 (25 veces)
Crónica
No acudieron los espectadores a presenciar este partido en el crecido número de otras veces; se celebraba simultáneamente un match importante de boxeo y los habituales concurrentes a Casa Rabia se repartieron y de aquí que el aspecto de las gradas populares del campo del Español no ofrecieran el aspecto brillante de otros partidos.
El encuentro resultó poco interesante y en general puede conceptuarse de aburrido. Ambos contendientes tuvieron una mala tarde y el juego no resulió con la brillantez que hubiese sido de desear, pues el público en diferentes ocasiones demostró su descontento protestando de la actuación de algunos jugadores y en varios momentos se llegó incluso a tomarse a chunga el partido. ¡Espectáculo lamentable! Había en el campo dos onces de la primera División que no realizaban el juego que corresponde a su categoría. Los partidarios del Español se pasaron la tarde contrariándose continuamente en el desarrollo de las jugadas que nunca llegaron a realizar los blanquiazules en el momento oportuno. Ofreció el equipo catalán el aspecto de once hombres sueltos por el campo, sin ninguna clase de conjunto ni compenetración. En su defensiva se colaron los valencianos con facilidad asombrosa y en el ataque no existió el valor individual que ligase a los cinco delanteros.
Prat por la gran calidad de juego que posee demostró ser el más efectivo, realizando incursiones peligrosas e Iriondo con su empuje también logró destacar. Los restantes se pasaron los noventa minutos correteando por el centro del terreno sin orden ni concierto. Fue tan grande el desacierto de estos muchachos que Trabal se vio obligado a cambiar de sitio a los hermanos Edelmiro y también a Manolín, cambios que tampoco llegaron a ser eficaces, porque el mal no estaba en ellos sino en la deficiencia del juego de conjunto que se estaba realizando. Pudimos observar a través de este partido que a los jugadores del Español les falta empuje, entusiasmo, y la rapidez que tantas veces le hicieron peligroso. También pudimos apreciar que la mayoría de sus componentes, confiando en su «clase» esperan a que la pelota llegue a sus pies, no se adelantan a recibir el centro y los jugadores del Valencia por ser más activos se les apropiaron de la mayoría de pases.
Tampoco en el Valencia pudimos ver señales de haber recuperado la forma de la pasada temporada que les llevó a finalistas. Preferimos decir que tuvieron una mala tarde que a calificar de malo a su equipo, pero el público que asistió a este partido no pudo apreciar en ninguna de las jugadas la clase que les corresponde. Fueron más oportunistas que su adversario y por este motivo y por ser más floja la defensa del Español se llevaron los dos puntos, pero no porque en el juego ejercieran un dominio que evidenciase su superioridad.
El partido se redujo a dos momentos interesantes: uno en el primer tiempo en el que el Valencia tuvo diez minutos de inspiración y lo aprovechó para marcar el primer tanto, y otro al final del encuentro cuando el Español logró marcar que fue seguido de unos desesperados esfuerzos para hacerse con un empate y que durante todo el partido les fue más propicio que en aquellos momentos, porque ya entonces el partido llegaba a su fin y el Valencia cubrió bien su puerta. El resto del partido se completó de vulgaridades y también de algunas incidencias propias de un partido celebrado entre peñas. El arbitro Campo estuvo francamente mal y fue el culpable del espectáculo poco edificante que dieron al final Pérez y Torredeflot. En una palabra, no fue oportuno en señalar las faltas.
A los veinte minutos del primer tiempo Vilanova de un buen cabezazo remató un córner que Torredeflot había sacado, consiguiendo el primero. Forniés falló, pues no acudió a interceptar la jugada antes de que el delantero centro rematase sino que se quedó en la misma portería y naturalmente fue fusilado.
A los veinticinco minutos del segundo tiempo Vilanova volvió a marcar, rematando una bonita internada de Torredeflot; ya en estas condiciones le iba. resultando difícil al Español llegar al empate, pero hay que reconocer que si la suerte le hubiese sido un poco propicia aún hubiese llegado a él. Pero el Español no es un equipo de suerte y por este motivo perdió como en otros partidos los dos puntos de la forma más lamentable. Fue castigado el Valencia con un penalty que Prat convirtió en el tanto local cuando faltaba un cuarto de hora para terminar.
Iriondo que durante todo el partido había sido tratado con muy poco respeto por los defensas levantinos fue baqueteado repetidamente dentro del aérea de penalty y el árbitro, que anteriormente ya habla sido abucheado por no señalar otras faltas comedidas al propio jugador, no tuvo más remedio que castigar la jugada, que por cierto motivó algunas protestas en el once visitante.
Se distinguieron por el Valencia, Goiburu, que fue el mejor hombre sobre el terreno, magnífico en la defensiva pero impreciso en el remate, no obstante su gran movilidad anuló el juego de Edelmiro y Espada. Le siguieron en méritos Ramón y Cano. Por el Español, Solé reapareció impreciso, Iriondo y Prat los más regulares y el resto francamente mal.
El encuentro resultó poco interesante y en general puede conceptuarse de aburrido. Ambos contendientes tuvieron una mala tarde y el juego no resulió con la brillantez que hubiese sido de desear, pues el público en diferentes ocasiones demostró su descontento protestando de la actuación de algunos jugadores y en varios momentos se llegó incluso a tomarse a chunga el partido. ¡Espectáculo lamentable! Había en el campo dos onces de la primera División que no realizaban el juego que corresponde a su categoría. Los partidarios del Español se pasaron la tarde contrariándose continuamente en el desarrollo de las jugadas que nunca llegaron a realizar los blanquiazules en el momento oportuno. Ofreció el equipo catalán el aspecto de once hombres sueltos por el campo, sin ninguna clase de conjunto ni compenetración. En su defensiva se colaron los valencianos con facilidad asombrosa y en el ataque no existió el valor individual que ligase a los cinco delanteros.
Prat por la gran calidad de juego que posee demostró ser el más efectivo, realizando incursiones peligrosas e Iriondo con su empuje también logró destacar. Los restantes se pasaron los noventa minutos correteando por el centro del terreno sin orden ni concierto. Fue tan grande el desacierto de estos muchachos que Trabal se vio obligado a cambiar de sitio a los hermanos Edelmiro y también a Manolín, cambios que tampoco llegaron a ser eficaces, porque el mal no estaba en ellos sino en la deficiencia del juego de conjunto que se estaba realizando. Pudimos observar a través de este partido que a los jugadores del Español les falta empuje, entusiasmo, y la rapidez que tantas veces le hicieron peligroso. También pudimos apreciar que la mayoría de sus componentes, confiando en su «clase» esperan a que la pelota llegue a sus pies, no se adelantan a recibir el centro y los jugadores del Valencia por ser más activos se les apropiaron de la mayoría de pases.
Tampoco en el Valencia pudimos ver señales de haber recuperado la forma de la pasada temporada que les llevó a finalistas. Preferimos decir que tuvieron una mala tarde que a calificar de malo a su equipo, pero el público que asistió a este partido no pudo apreciar en ninguna de las jugadas la clase que les corresponde. Fueron más oportunistas que su adversario y por este motivo y por ser más floja la defensa del Español se llevaron los dos puntos, pero no porque en el juego ejercieran un dominio que evidenciase su superioridad.
El partido se redujo a dos momentos interesantes: uno en el primer tiempo en el que el Valencia tuvo diez minutos de inspiración y lo aprovechó para marcar el primer tanto, y otro al final del encuentro cuando el Español logró marcar que fue seguido de unos desesperados esfuerzos para hacerse con un empate y que durante todo el partido les fue más propicio que en aquellos momentos, porque ya entonces el partido llegaba a su fin y el Valencia cubrió bien su puerta. El resto del partido se completó de vulgaridades y también de algunas incidencias propias de un partido celebrado entre peñas. El arbitro Campo estuvo francamente mal y fue el culpable del espectáculo poco edificante que dieron al final Pérez y Torredeflot. En una palabra, no fue oportuno en señalar las faltas.
A los veinte minutos del primer tiempo Vilanova de un buen cabezazo remató un córner que Torredeflot había sacado, consiguiendo el primero. Forniés falló, pues no acudió a interceptar la jugada antes de que el delantero centro rematase sino que se quedó en la misma portería y naturalmente fue fusilado.
A los veinticinco minutos del segundo tiempo Vilanova volvió a marcar, rematando una bonita internada de Torredeflot; ya en estas condiciones le iba. resultando difícil al Español llegar al empate, pero hay que reconocer que si la suerte le hubiese sido un poco propicia aún hubiese llegado a él. Pero el Español no es un equipo de suerte y por este motivo perdió como en otros partidos los dos puntos de la forma más lamentable. Fue castigado el Valencia con un penalty que Prat convirtió en el tanto local cuando faltaba un cuarto de hora para terminar.
Iriondo que durante todo el partido había sido tratado con muy poco respeto por los defensas levantinos fue baqueteado repetidamente dentro del aérea de penalty y el árbitro, que anteriormente ya habla sido abucheado por no señalar otras faltas comedidas al propio jugador, no tuvo más remedio que castigar la jugada, que por cierto motivó algunas protestas en el once visitante.
Se distinguieron por el Valencia, Goiburu, que fue el mejor hombre sobre el terreno, magnífico en la defensiva pero impreciso en el remate, no obstante su gran movilidad anuló el juego de Edelmiro y Espada. Le siguieron en méritos Ramón y Cano. Por el Español, Solé reapareció impreciso, Iriondo y Prat los más regulares y el resto francamente mal.