Ficha de partido
Valencia CF
1 - 1
Real Betis
Equipos titulares
Sustituciones
Ninguno
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Gaspar Rubio
5'
Enrique Cano
43'
Descanso
45'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Real Betis
Records vs Real Betis
Máximo goleador: Arturo Montes (10 goles)
Goleador rival: Unamuno (6 goles)
Más partidos: Ricardo Arias (22 partidos)
Mayor victoria: 6 - 0 (05.04.1931)
Mayor derrota: 0 - 4 (05.05.1985)
Más repetido: 2-1 (17 veces)
Crónica
Mal debut para los valencianos. Han logrado dos tantos, los sevillanos ninguno y quedan confundidos con un match nulo, que hace rodar por tierra toda clase de cabalas y buenos augurios. El primer goal fué una jugada genial de Gaspar Rubio, a los cinco minutos de juego. El del empate fué producido de una mala jugada de Pasarín, peor enmendada por Cano, que, de espaldas a su puerta, quiso despejar, atolondrado, un globo altísimo que el veterano zaguero gallego dejó colgado sobre el larguero en las postrimerías del primer tiempo.
Llegó al descanso la apatía de media hora insulsa y una reacción final inútil que el público protestó al verse defraudado después de haber llenado el graderío, ansioso de admirar a Rubio y a Goiburu, que acabaron el encuentro con aquella brillantez del primer cuarto de hora, cuando se prodigaron y lucieron tan esplendorosamente que el público se rompía las manos ovacionando sin cesar.
El Valencia comenzó arrollando, luciendo un juego de día de fiesta. Método en terreno enemigo, y a los pocos minutos de este juego se traducía en un goal de bandera y la afición saludaba. El Betis, encogido, no parecía enemigo de respeto. Pero, conmocionado Goiburu, de un gran encontronazo, y con serias averias Costa, el otro interior, que se pasó media hora en la enfermería, comenzaron los andaluces a animarse y poco a peco adquirió fortaleza una delantera que no encontraba la barrera temida en medios y defensas valencianos, desentrenados y bajos de forma. De haber salido un solo chutador, ni Unamuno disparó como en la última, temporada, el Valencia hubiera visto a su contrincante victorioso, un contrincante que hizo gala de mejor entusiasmo y de más admirable juego de conjunto.
El Valencia jugó con sólo nueve jugadores durante la mayor parte del primer tiempo, porque retirado Costa, Goiburu, tocado en la cabeza seriamente, vagaba por el campo como un autómata, imposibilitando toda profundidad en una delantera sin interiores cuando ya el Betis se iba reponiendo de la impresión de aquel bello comenzar valencianista. Resultó un castillo de naipes. La retaguardia local, con un medio centro apagado, torpón, y la defensa desentrenada, muy descuidada por el lado de Pasarín y más inhábil por el de Melenchón, Cano, que durante toda la tarde dio muestras de seguridad y fácil blocaje, sólo tuvo un fallo: el goal que él mismo se marcara.
El empate aún pudo ser otra cosa sin aquel la salida decidida de Cano, que hizo desviar un peligroso remate, en el que coincidieron Unamuno y Fernández cuando faltaban sólo diez minutos de juego. La mejor clase de los valencianos está en las adquisiciones nuevas. Como se dio la cosa, ni Rubio ni Goiburu quisieron extenuarse. Los ases son así y los aficionados también parece que opinaban de la misma manera, aunque con sus naturales reservas. Recordamos, al iniciarse la segunda parte, una internada escalofriante de Torredeflot, con remate magno de Rubio, que pasó rozando el poste, y al minuto nueva repetición, con empalme formidable de Gaspar, que trabajosamente pudo desviar a córner Urquiaga. Goiburu, mientras pudo actuar, aunque retrasado, condujo bien la delantera, y dio los mejores pases a ambas alas, Santi y Torredeflot, sin excederse, que esto en el Valencia no se dio. Trabajaron y devolvieron más que les llegaba.
Del Betis, lo mejor el goal-keeper, la defensa regular y sólo Lecue, entre los medios, dio dé vez en cuando sensación de positivo valor. La delantera, con más voluntad que acierto. Poco es un partido y menos al iniciarse la temporada para enjuiciar y dar un pronóstico que catalogue las posibilidades de un once. Consideramos al Betis inferior al de los años últimos. La falta de Soladrero ha de ser un handicap considerable para el famoso bando andaluz, que siempre presentó ruda batalla en Valencia. Arbitró imparcialmente y con competencia Canga Argüelles, ayudado por los valencianos Leonate y Soliva.
Llegó al descanso la apatía de media hora insulsa y una reacción final inútil que el público protestó al verse defraudado después de haber llenado el graderío, ansioso de admirar a Rubio y a Goiburu, que acabaron el encuentro con aquella brillantez del primer cuarto de hora, cuando se prodigaron y lucieron tan esplendorosamente que el público se rompía las manos ovacionando sin cesar.
El Valencia comenzó arrollando, luciendo un juego de día de fiesta. Método en terreno enemigo, y a los pocos minutos de este juego se traducía en un goal de bandera y la afición saludaba. El Betis, encogido, no parecía enemigo de respeto. Pero, conmocionado Goiburu, de un gran encontronazo, y con serias averias Costa, el otro interior, que se pasó media hora en la enfermería, comenzaron los andaluces a animarse y poco a peco adquirió fortaleza una delantera que no encontraba la barrera temida en medios y defensas valencianos, desentrenados y bajos de forma. De haber salido un solo chutador, ni Unamuno disparó como en la última, temporada, el Valencia hubiera visto a su contrincante victorioso, un contrincante que hizo gala de mejor entusiasmo y de más admirable juego de conjunto.
El Valencia jugó con sólo nueve jugadores durante la mayor parte del primer tiempo, porque retirado Costa, Goiburu, tocado en la cabeza seriamente, vagaba por el campo como un autómata, imposibilitando toda profundidad en una delantera sin interiores cuando ya el Betis se iba reponiendo de la impresión de aquel bello comenzar valencianista. Resultó un castillo de naipes. La retaguardia local, con un medio centro apagado, torpón, y la defensa desentrenada, muy descuidada por el lado de Pasarín y más inhábil por el de Melenchón, Cano, que durante toda la tarde dio muestras de seguridad y fácil blocaje, sólo tuvo un fallo: el goal que él mismo se marcara.
El empate aún pudo ser otra cosa sin aquel la salida decidida de Cano, que hizo desviar un peligroso remate, en el que coincidieron Unamuno y Fernández cuando faltaban sólo diez minutos de juego. La mejor clase de los valencianos está en las adquisiciones nuevas. Como se dio la cosa, ni Rubio ni Goiburu quisieron extenuarse. Los ases son así y los aficionados también parece que opinaban de la misma manera, aunque con sus naturales reservas. Recordamos, al iniciarse la segunda parte, una internada escalofriante de Torredeflot, con remate magno de Rubio, que pasó rozando el poste, y al minuto nueva repetición, con empalme formidable de Gaspar, que trabajosamente pudo desviar a córner Urquiaga. Goiburu, mientras pudo actuar, aunque retrasado, condujo bien la delantera, y dio los mejores pases a ambas alas, Santi y Torredeflot, sin excederse, que esto en el Valencia no se dio. Trabajaron y devolvieron más que les llegaba.
Del Betis, lo mejor el goal-keeper, la defensa regular y sólo Lecue, entre los medios, dio dé vez en cuando sensación de positivo valor. La delantera, con más voluntad que acierto. Poco es un partido y menos al iniciarse la temporada para enjuiciar y dar un pronóstico que catalogue las posibilidades de un once. Consideramos al Betis inferior al de los años últimos. La falta de Soladrero ha de ser un handicap considerable para el famoso bando andaluz, que siempre presentó ruda batalla en Valencia. Arbitró imparcialmente y con competencia Canga Argüelles, ayudado por los valencianos Leonate y Soliva.