Ficha de partido
RCD Espanyol
3 - 2
Valencia CF
Equipos titulares
10
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Iván Campo
24'
Nando Muñoz
26'
Goran Vlaovic (Pen.)
27'
Arteaga
44'
Descanso
45'
Luis LópezPatxi Ferreira
45'
Ouedec
51'
Pralija
57'
Cobos
58'
Pralija
58'
LemoineCobos
64'
BogdanovicArteaga
68'
Leandro MachadoGoran Vlaovic
75'
José Manuel Sietes
76'
Iván CampoAsist: Fernando Gómez
77'
Rubén NavarroGabriel Moya
83'
TamudoOuedec
85'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: RCD Espanyol
Records vs RCD Espanyol
Máximo goleador: Mundo Suárez (21 goles)
Goleador rival: Prat (9 goles)
Más partidos: Juan Ramón Santiago (28 partidos)
Mayor victoria: 4 - 0 (19.10.2003)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.06.1928)
Más repetido: 2-1 (25 veces)
Crónica
Llegó el día que nadie deseaba, el de la despedida y cierre de Sarrià. El Espanyol se queda sin casa, pierde un poco de identidad y tendrá que vivir ahora de realquilado. Paga sus errores de gestión y antes de vivir un desahucio prefiere vender. Tres millones de pesetas diarios en intereses son un peso que no lo resiste un club al filo de la navaja.
La implacable piqueta se cargó ayer casi 75 años de historia. El sentimiento de frustración era tan grande que sirvió de caldo de cultivo para que los energúmenos de siempre empañaran el último partido oficial del equipo blanquiazul en su pequeño santuario, en la bombonera que acogió un electrizante y recordado Italia-Brasil, en el Mundial de 1982. Los vándalos se irán ahora a Montjuïc, junto a los aficionados de verdad que invadieron el césped para llevarse un recuerdo, un pedazo de ilusión o un trocito de hierba. Jordi Pujol, presidente de la Generalitat, no quiso perderse un momento histórico. Estuvo inicialmente crispado junto al almirante septuagenario que ha pilotado el paquebote blanquiazul por la crisis, Francisco Perelló. Después se relajó con los goles.
Y es que los jugadores de ambos equipos se lo tomaron en serio. No practicaron buen fútbol, pero se dieron estopa y buscaron la verticalidad. Tenía que ser la noche de Lardín, otra de las joyas de la corona que se ha vendido. El nuevo jugador del Atlético anduvo torpón, con la mente embotada y con plomo en sus piernas. Su perdonable absentismo lo enmendaron sus compañeros. Conseguido el objetivo, la permanencia, todos los chicos del modesto Paco Flores querían dar satisfacción a la hinchada. Por eso encajaron mal la banderilla del gol de Vlaovic. Se juramentaron durante el descanso y en un momento pusieron en paños menores al colectivo del desorientado Jorge Valdano. Ouédec, Pralija y Cobos firmaron en el libro de oro de Sarrià.
Después quiso ensuciar las páginas una minoría que a punto estuvo de provocar una desgracia. Hubiera sido muy penoso que el cierre del estadio blanquiazul también fuera federativo. Al final, la cordura se impuso y no precisamente por las cargas policiales que provocaron varios heridos. Algunas personas fueron atendidas con heridas leves y contusiones, entre ellos dos policías. Un aficionado fue evacuado a un hospital al sufrir una conmoción cerebral. Los incidentes fueron el punto negro de una noche de lágrimas. «Hemos perdido un campo de fútbol, pero no perdemos ni la identidad ni los orígenes», dijo el vicepresidente, José Lara Bosch.
La implacable piqueta se cargó ayer casi 75 años de historia. El sentimiento de frustración era tan grande que sirvió de caldo de cultivo para que los energúmenos de siempre empañaran el último partido oficial del equipo blanquiazul en su pequeño santuario, en la bombonera que acogió un electrizante y recordado Italia-Brasil, en el Mundial de 1982. Los vándalos se irán ahora a Montjuïc, junto a los aficionados de verdad que invadieron el césped para llevarse un recuerdo, un pedazo de ilusión o un trocito de hierba. Jordi Pujol, presidente de la Generalitat, no quiso perderse un momento histórico. Estuvo inicialmente crispado junto al almirante septuagenario que ha pilotado el paquebote blanquiazul por la crisis, Francisco Perelló. Después se relajó con los goles.
Y es que los jugadores de ambos equipos se lo tomaron en serio. No practicaron buen fútbol, pero se dieron estopa y buscaron la verticalidad. Tenía que ser la noche de Lardín, otra de las joyas de la corona que se ha vendido. El nuevo jugador del Atlético anduvo torpón, con la mente embotada y con plomo en sus piernas. Su perdonable absentismo lo enmendaron sus compañeros. Conseguido el objetivo, la permanencia, todos los chicos del modesto Paco Flores querían dar satisfacción a la hinchada. Por eso encajaron mal la banderilla del gol de Vlaovic. Se juramentaron durante el descanso y en un momento pusieron en paños menores al colectivo del desorientado Jorge Valdano. Ouédec, Pralija y Cobos firmaron en el libro de oro de Sarrià.
Después quiso ensuciar las páginas una minoría que a punto estuvo de provocar una desgracia. Hubiera sido muy penoso que el cierre del estadio blanquiazul también fuera federativo. Al final, la cordura se impuso y no precisamente por las cargas policiales que provocaron varios heridos. Algunas personas fueron atendidas con heridas leves y contusiones, entre ellos dos policías. Un aficionado fue evacuado a un hospital al sufrir una conmoción cerebral. Los incidentes fueron el punto negro de una noche de lágrimas. «Hemos perdido un campo de fútbol, pero no perdemos ni la identidad ni los orígenes», dijo el vicepresidente, José Lara Bosch.