Ficha de partido
Real Madrid
2 - 1
Valencia CF
Equipos titulares
1
11
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Leonardo de Araujo
11'
Míchel
41'
Descanso
45'
Fernando Hierro
49'
Luis Enrique
62'
Roberto Fernández (Pen.)
67'
Alfonso PerezLuis Enrique
69'
Toni GomesFernando Giner
81'
Nando MartínezLeonardo de Araujo
85'
Nando Martínez
88'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Real Madrid
Records vs Real Madrid
Máximo goleador: Mundo Suárez (13 goles)
Goleador rival: Raúl (17 goles)
Más partidos: Vicente Asensi (28 partidos)
Mayor victoria: 6 - 0 (09.06.1999)
Mayor derrota: 1 - 7 (23.08.1990)
Más repetido: 1-2 (27 veces)
Crónica
Michel anotó el gran gol de la tarde. Alfonso, condenado a un absurdo ostracismo, lo de más calidad R oberto marcó para el Valencia, a través de un lanzamiento de penalty. Fueron los tres protagonistas de un partido que el Real Madrid debía ganar para seguir alimentando ilusiones de título.
Y el Real lo hizo. Y sigue dependiendo de sí mismo. Los blancos dan por hecho que el Barça goleará al Athletic, y que ellos deberán vencer en Tenerife para entonar el alirón. El punto que distancia a madrileños de catalanes no vale gran cosa. A no ser que los leones jugaran en el último asalto, su gran partido de toda la temporada. Nadie cuenta con ello en la Casa Blanca, donde todos reconocen que jugar, lo que se dice jugar al fútbol, desde Wembley ninguno como el Barcelona de Cruyff, Stoichkov, Koeman y compañía.
Michel, con un gol decisivo logrado a tres minutos de llegarse al descanso, encarriló un partido agónico y salvó al Real Madrid del penúltimo escalón que le separa del título de Liga, en una tarde donde el técnico holandés, Leo Beenhakker, se empeñó en crear un cisma dentro del club al volver a sentar en el banquillo al delantero olímpico Alfonso, sin lugar a dudas el jugador con mayor brillantez de la plantilla, junto a Butragueño.
Beenhakker, en un pulso sin sentido contra la afición y la prensa madrileña, alineó a Paco Llorente desde el comienzo del partido. Alfonso, en el banquillo, aceptaba la decisión de su patrón y cuando saltó al terreno de juego en el minuto 68 en lugar de Luis Enrique le dedicó a Leo Beenhakker en su primera intervención una jugada que levantó al público de sus asientos y que concluyó con un balón en el larguero de la puerta de Sempere.
El técnico valencianista, Guus Hiddink, presenció en su etapa del PSV Eindhoven en la campaña 1988/89 un hecho insólito. Butragueño, en un encuentro de Copa de Europa, se quedaba en la banda por motivos tácticos. Aquella decisión le supuso a Beenhakker un tirón de orejas de Ramón Mendoza y hoy, por casualidades de la vida, de nuevo Hiddink escuchaba las críticas del público contra su colega holandés, que pedía a gritos el juego de Alfonso.
El Real Madrid no divierte y Michel es el único jugador del equipo que en ausencia del rumano Hagi asume la valentía de conducir el balón hacia el marco rival e intentar el disparo desde fuera del área. Hiddink, con un planteamiento ofensivo, salió con la intención de sumar los dos puntos, pero hoy echó de menos al búlgaro Lubo Penev en punta. Rommel Fernández puso garra y corazón, pero además de encontrars en el camino con Ricardo Rocha no posee la misma calidad técnica de su compañero de equipo.
El Valencia aguantó el tipo hasta el gol de Michel en el minuto 42 y como suele ser habitual en el estadio Bernabeu tras encajar el tanto se vino abajo y ya no remontó el vuelo. Hierro, de vuelta del vestuario, hizo el 2-0. Roberto acortó distancias, pero sólo eso. Sin gustar, el Madrid le pudo hacer a su adversario uno o dos goles más. Se conformó con ganar por la mínima, lo que le resultaba imprescindible para ganar esta insólita Liga de 1992.
Y el Real lo hizo. Y sigue dependiendo de sí mismo. Los blancos dan por hecho que el Barça goleará al Athletic, y que ellos deberán vencer en Tenerife para entonar el alirón. El punto que distancia a madrileños de catalanes no vale gran cosa. A no ser que los leones jugaran en el último asalto, su gran partido de toda la temporada. Nadie cuenta con ello en la Casa Blanca, donde todos reconocen que jugar, lo que se dice jugar al fútbol, desde Wembley ninguno como el Barcelona de Cruyff, Stoichkov, Koeman y compañía.
Michel, con un gol decisivo logrado a tres minutos de llegarse al descanso, encarriló un partido agónico y salvó al Real Madrid del penúltimo escalón que le separa del título de Liga, en una tarde donde el técnico holandés, Leo Beenhakker, se empeñó en crear un cisma dentro del club al volver a sentar en el banquillo al delantero olímpico Alfonso, sin lugar a dudas el jugador con mayor brillantez de la plantilla, junto a Butragueño.
Beenhakker, en un pulso sin sentido contra la afición y la prensa madrileña, alineó a Paco Llorente desde el comienzo del partido. Alfonso, en el banquillo, aceptaba la decisión de su patrón y cuando saltó al terreno de juego en el minuto 68 en lugar de Luis Enrique le dedicó a Leo Beenhakker en su primera intervención una jugada que levantó al público de sus asientos y que concluyó con un balón en el larguero de la puerta de Sempere.
El técnico valencianista, Guus Hiddink, presenció en su etapa del PSV Eindhoven en la campaña 1988/89 un hecho insólito. Butragueño, en un encuentro de Copa de Europa, se quedaba en la banda por motivos tácticos. Aquella decisión le supuso a Beenhakker un tirón de orejas de Ramón Mendoza y hoy, por casualidades de la vida, de nuevo Hiddink escuchaba las críticas del público contra su colega holandés, que pedía a gritos el juego de Alfonso.
El Real Madrid no divierte y Michel es el único jugador del equipo que en ausencia del rumano Hagi asume la valentía de conducir el balón hacia el marco rival e intentar el disparo desde fuera del área. Hiddink, con un planteamiento ofensivo, salió con la intención de sumar los dos puntos, pero hoy echó de menos al búlgaro Lubo Penev en punta. Rommel Fernández puso garra y corazón, pero además de encontrars en el camino con Ricardo Rocha no posee la misma calidad técnica de su compañero de equipo.
El Valencia aguantó el tipo hasta el gol de Michel en el minuto 42 y como suele ser habitual en el estadio Bernabeu tras encajar el tanto se vino abajo y ya no remontó el vuelo. Hierro, de vuelta del vestuario, hizo el 2-0. Roberto acortó distancias, pero sólo eso. Sin gustar, el Madrid le pudo hacer a su adversario uno o dos goles más. Se conformó con ganar por la mínima, lo que le resultaba imprescindible para ganar esta insólita Liga de 1992.