Ficha de partido
RCD Espanyol
0 - 0
Valencia CF
Equipos titulares
5
7
10
11
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Carlos ArroyoTomás González
8'
Miguel Ángel Bossio
12'
Mendiondo
34'
Enrique Cuxart
40'
Descanso
45'
Wuttke
61'
NúñezEzequiel
68'
Eloy PérezMendiondo
75'
Lubo Penev
77'
Miguel Ángel Bossio
89'
Paco CamarasaEnrique Cuxart
89'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: RCD Espanyol
Records vs RCD Espanyol
Máximo goleador: Mundo Suárez (21 goles)
Goleador rival: Prat (9 goles)
Más partidos: Juan Ramón Santiago (28 partidos)
Mayor victoria: 4 - 0 (19.10.2003)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.06.1928)
Más repetido: 2-1 (25 veces)
Crónica
Tarde muy fría en Sarriá, lo que no retrajo a la fiel hinchada blanquiazul, que acudió a la cita llenando unos tres cuartos de entrada del aforo del estadio. La representación valenciana resultó escasa. Ocho millones cien mil pesetas de recaudación oficial, según informó la directiva blanquiazul en el marcador electrónico mediada la segunda parte. Quique y Gabino ejercieron como capitanes. Dirigió el partido Soriano Aladrén, del colegio castellano, mal. Estupendo en su condición física, no estuvo a igual altura en el plano técnico y erró más veces de las que acertó, dedicándonos un sonoro concierto de pito. Amonestó a Mendiondo, Wuttke, Cuxart y Penev por lo que interpretó juego peligroso en sus acciones defensivas, y a Bossio por dos veces, lo que supuso su expulsión en el último minuto de juego. La primera amonestación se la ganó el uruguayo por zancadillear a Ogris y la segunda por rematar con la mano el saque del último córner valencianista.
Tradicionalmente cuando juega el Español llueve, hace un viento de mil demonios, el calor aprieta o Barcelona se convierte, como ayer, en el consulado de la Siberia en el Mediterráneo. Veinte grados y cielo despejado, pocas veces, poquisímas. Esta vez tampoco fue la excepción y los pericos rescataron sus pellizas del fondo de los armarios, dispuestos a cumplir con su cita con los nervios de cada quince días sin exponerse a la pulmonía.
El encuentro tenía atractivo. Llegaban los de casa de limpiar su negativo en El Plantío y se presentaban los visitantes después de echar a Toshack. Había tela que cortar, pero quedaba en un segundo plano. Lo que primaba era la tomadura de pelo que se está cociendo desde los Madriles y que, los que tienen mano en la junta, sospechan que se hará real hoy o mañana. Luis, a todo esto, se embutió en un chandal de tonos verdes, que es el color de la esperanza, o sea del dinero del Realísimo, y se dispuso a dirigir el que puede ser su último partido como entrenador del Español, que también es Real pero más chiquito. El hombre quiso ganar y esa sensación la transmitieron sus jugadores a la grada durante unos veinte primeros minutos magníficos. Tan buenos, tan buenos, que parecía que el Valencia iba a ser el Sevilla de aquella tarde del 4-0.
A los doce minutos Gabino cedió sobre Escaich y Boro salvó lo que se cantaba como 1-0. Y poco después llegó la acción más clara de gol de un Español que acogotaba a su adversario. De nuevo Escaich entró en liza para servirle un balón a Gay, que entró a por uvas y tiró con malísimas intenciones sobre el marco de Ochotorena, pero alto. Los blanquiazules lo bordaban y la panzer-defensa valenciana las pasaba canutas. Dicen que a Espárrago le pesan también los números rojos, pero salir en Sarriá con Quique, Arias, Giner, Boro, Bossio y hasta Roberto y Nando en plan contención, cabe considerarlo como histórico: hubo un rato que más que al Valencia el equipo recordaba... al Sagunto.
Poco a poco las cosas se fueron igualando y dio la sensación que los españolistas habían brindado lo mejor de sí mismos en ataque, donde el surrealismo que les atenaza ahora se ponía de manifiesto en ver cómo el delantero extranjero se quedaba en el banquillo, ocupando su sitio Escaich, que ya merece, ya, meter algún gol aunque sea sólo por lo que se faja con sus marcadores. Estos, los marcadores, acabaron siendo los grandes protagonistas del partido, sobretodo por lo que se refiere a Mino, mastín inconmensurable que tuvo arrestos para frenar al búlgaro Penev y cuando hizo falta también a Cuxart, que nació en Cornellá y jugaba con ellos, rematando la locura de la tarde. Mino marcó la línea con Sergio y Albesa, y aunque los puntas valencianos tejieron tres o cuatro acciones de peligro, Biurrun no pasó por mayor apuro que ver cómo Lubo engatillaba un saque de falta con ejemplar maestría y le clavaba el balón en el mismísimo palo izquierdo de su marco. Faltaba un cuarto de hora escaso y hubiera sido totalmente injusto que este Valencia, más dispuesto a controlar que a otra cosa, se hubiera llevado los dos puntos merced a una genialidad de su ariete.
Al Español, con Ezequiel fijado en su banda por Bossio, le falló el medio-campo a medida que se fueron consumiendo los minutos. Wuttke acabó haciendo la guerra por su cuenta, Gabino se difuminó y Gay bastante hacía con contener. Mendiondo, el otro lateral, apenas si subió una vez por su carril, atado por Nando, Parado eljuego españolista, los ché, que luchan por ser los de hace un año, acabaron dominando los resortes del partido, pero sin la convicción que a un equipo como el suyo debe exigírsele.
Tradicionalmente cuando juega el Español llueve, hace un viento de mil demonios, el calor aprieta o Barcelona se convierte, como ayer, en el consulado de la Siberia en el Mediterráneo. Veinte grados y cielo despejado, pocas veces, poquisímas. Esta vez tampoco fue la excepción y los pericos rescataron sus pellizas del fondo de los armarios, dispuestos a cumplir con su cita con los nervios de cada quince días sin exponerse a la pulmonía.
El encuentro tenía atractivo. Llegaban los de casa de limpiar su negativo en El Plantío y se presentaban los visitantes después de echar a Toshack. Había tela que cortar, pero quedaba en un segundo plano. Lo que primaba era la tomadura de pelo que se está cociendo desde los Madriles y que, los que tienen mano en la junta, sospechan que se hará real hoy o mañana. Luis, a todo esto, se embutió en un chandal de tonos verdes, que es el color de la esperanza, o sea del dinero del Realísimo, y se dispuso a dirigir el que puede ser su último partido como entrenador del Español, que también es Real pero más chiquito. El hombre quiso ganar y esa sensación la transmitieron sus jugadores a la grada durante unos veinte primeros minutos magníficos. Tan buenos, tan buenos, que parecía que el Valencia iba a ser el Sevilla de aquella tarde del 4-0.
A los doce minutos Gabino cedió sobre Escaich y Boro salvó lo que se cantaba como 1-0. Y poco después llegó la acción más clara de gol de un Español que acogotaba a su adversario. De nuevo Escaich entró en liza para servirle un balón a Gay, que entró a por uvas y tiró con malísimas intenciones sobre el marco de Ochotorena, pero alto. Los blanquiazules lo bordaban y la panzer-defensa valenciana las pasaba canutas. Dicen que a Espárrago le pesan también los números rojos, pero salir en Sarriá con Quique, Arias, Giner, Boro, Bossio y hasta Roberto y Nando en plan contención, cabe considerarlo como histórico: hubo un rato que más que al Valencia el equipo recordaba... al Sagunto.
Poco a poco las cosas se fueron igualando y dio la sensación que los españolistas habían brindado lo mejor de sí mismos en ataque, donde el surrealismo que les atenaza ahora se ponía de manifiesto en ver cómo el delantero extranjero se quedaba en el banquillo, ocupando su sitio Escaich, que ya merece, ya, meter algún gol aunque sea sólo por lo que se faja con sus marcadores. Estos, los marcadores, acabaron siendo los grandes protagonistas del partido, sobretodo por lo que se refiere a Mino, mastín inconmensurable que tuvo arrestos para frenar al búlgaro Penev y cuando hizo falta también a Cuxart, que nació en Cornellá y jugaba con ellos, rematando la locura de la tarde. Mino marcó la línea con Sergio y Albesa, y aunque los puntas valencianos tejieron tres o cuatro acciones de peligro, Biurrun no pasó por mayor apuro que ver cómo Lubo engatillaba un saque de falta con ejemplar maestría y le clavaba el balón en el mismísimo palo izquierdo de su marco. Faltaba un cuarto de hora escaso y hubiera sido totalmente injusto que este Valencia, más dispuesto a controlar que a otra cosa, se hubiera llevado los dos puntos merced a una genialidad de su ariete.
Al Español, con Ezequiel fijado en su banda por Bossio, le falló el medio-campo a medida que se fueron consumiendo los minutos. Wuttke acabó haciendo la guerra por su cuenta, Gabino se difuminó y Gay bastante hacía con contener. Mendiondo, el otro lateral, apenas si subió una vez por su carril, atado por Nando, Parado eljuego españolista, los ché, que luchan por ser los de hace un año, acabaron dominando los resortes del partido, pero sin la convicción que a un equipo como el suyo debe exigírsele.