Ficha de partido
Valencia CF
1 - 1
Athletic Club
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Quique Flores
14'
Eloy Olaya
31'
Gallego
31'
Loren
36'
Descanso
45'
Miguel Ángel BossioTomás González
45'
GallegoGaritano
69'
UraldeEstíbariz
77'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Athletic Club
Records vs Athletic Club
Máximo goleador: Mundo Suárez (19 goles)
Goleador rival: Zarra (20 goles)
Más partidos: Vicente Asensi (30 partidos)
Mayor victoria: 5 - 0 (03.04.1949)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.10.1954)
Más repetido: 1-1 (23 veces)
Crónica
Las esperanzas de los hombres de Víctor Espárrago, que esperaban agradar a su público tras la rotunda caída ante el Sevilla, se dieron de bruces contra la pizarra del Athletic de Bilbao. Allí donde el Valencia intentaba el regate, la finta, la pared, los vascos de Txetxu Rojo aplicaban el trabajo de la semana. Es decir, que la inspiración tropezaba una y otra vez con la sistematización. La vieja lucha del fútbol tantas veces reeditada.
Espárrago no pudo contar con el brasileño Toni ni con Arroyo, dos jugadores que venían manteniendo la titularidad, y que quedaron fuera de concurso por sendas lesiones. El técnico le dio luz verde a Nando y Fenoll, que se ubicaron en el centro del campo y el ataque, respectivamente, con funciones bien distintas. En defensa, como viene siendo habitual, mandaba la experiencia de Arias y Voro se machacaba en el marcaje de Loren. La labor de creación quedaba a cargo de Fernando y adelante Penev lidiaba contra el incansable Alkorta, mientras que Eloy alternaba posiciones con Fenoll, a quienes cogían Andrinúa, Lizarralde o Txirri, según por donde se movieran.
Las cartas ofensivas del Athletic eran esasas. Estíbariz se encargaba de la banda derecha, poniendo en algunos apuros a Giner, mientras que Loren cumplía con su rol de punta rompedor. Por la izquierda, desde atrás, se sumaba Garitano, con Agirretxu y el todoterreno Luis Fernando como apoyos. Pero rara vez se les pudo ver a todos juntos con la portería de Ochotorena como objetivo prioritario. La pizarra de Rojo lo había planteado de esa manera.
La primera parte fue agradable, jugada a buen ritmo y con ocasiones de gol por ambos bandos. El primero en llegar al remate fue Fernando, con un cabezazo desviado cuando apenas se habían jugado 3 minutos. Loren dio la réplica poco después, cuando recibió un pase de Garitano desde la izquierda y remató un poco desviado a la derecha de Ochotorena. La clave, sin embargo, estaba lejos de las porterías. El centro del campo era un frente de batalla donde el orden del Athletic, con un pressing demoledor, se imponía ahora sí, ahora no, al buen toque de hombres como Tomás o Fernando.
El Valencia trataba de romper esa presión con pelotazos largos para Penev, pero Alkorta se mostraba implacable sujetando al búlgaro: cuando no podía pararlo por las buenas, echaba manode las malas artes, que para eso están. Pero si pasaba Penev, no pasaba el balón, y viceversa. Por eso el gol de los locales llegó por mediación de un defensa, Quique, que se sumó al ataque por falta de faena en el fondo. Su remate, que tenía destino bien distinto de la red, dio en el pie de un zaguero vasco y descolocó a Biurrun. El premio parecía justo, pero uno no podía dejar de pensar que si la fortuna no le hubiese sonreído, el Valencia quizá no habría roto el cero de su marcador en todo el partido.
Cuando el Athletic lo intentó dio la impresión de poner en apuros a un Ochotorena fallón e inseguro. Pero los rojiblancos se conformaban con ser alumnos aplicados y ya se sabe que donde manda capitá no lo hace el marinero. Así, tuvo que pasar algún mal trago, como por ejemplo el que le sirvió Fenoll en el minuto 35, cuando envió un zurdazo cruzado que fue a dar en el poste izquierdo del marco de Biurrun. Pudo haber sido el final del partido para los de Rojo, pero esta vez la suerte estaba de su lado. Justo un minuto después, Loren pudo burlar a Voro y, tras un recorte hacia adentro, dejó fuera de combate a Giner y sacó un remate glorioso, como un misil tierra-aire, que fue a alojarse en la escuadra derecha de la portería de Ochotorena.
La primera parte acababa con un empate que sabía a demasiado para el Athletic. Parecía una injusticia para con el dueño de casa, pero los restantes 45 minutos, como un buen juez de paz, se encargaron de poner las cosas en su sitio. El Valencia, con Bossio en lugar de Tomás, salió a rematar lo que no había podido durante el primer tiempo. Pero en lugar de hacer lo que mejor saben (mover el balón por abajo, rotar posiciones de ataque, cambia el rítmo en los últimos metros, explotar a Penev ahí donde el delantero hace daño), los chicos de Espárrago comenzaron a bombear balosnes sobre el área bilba. Y claro, los "leones" se hicieron un festín.
Una y otra vez llovían "etruscos" sobre los defensas del Athletic y, otras tantas veces los balones aparecían, como por arte de magia, a pies de Luis Fernando, que iniciaba el contraataque hasta donde le dejaba el expeditivo Bossio. Penev seguía frenado a la perfección por Alkorta, Fenoll se perdía en regates inocuos, Eloy moría con su metro sesenta y siete ante Andrinúa, Txirri y compañía. El Athletlc, por contra, era como un contingente de estudiantes disciplinados: se sacrificaba en la marca, no daba un balón por perdido, mordía, porfiaba. Porque lo que el Athletic hizo fue asumir su condición de fajador y se metió de lleno en la dura tarea de encajar los golpes con la misma entereza con que los repartía.
Los ches tuvieron alguna oportunidad más, en medio del desorden. Un remate de Arias, que paró Biurrun arrojándose sobre su izquierda, un remate desviado de Fernando después que Giner le bajara el balón de cabeza, un remate desesperado de Quique, solo ante el portero vasco, que pudo acabar en gol con un poco más de tranquilidad en el remate del lateral valencianista. Pero delante estab un equipo que se juró amarrar un punto y no se iría a casa de vacío. Ese Athletic que visita el Luís Casanova y que no pierde allí desde hace nueve años. Y es que a veces la historia es un buen punto de referencia.
Espárrago no pudo contar con el brasileño Toni ni con Arroyo, dos jugadores que venían manteniendo la titularidad, y que quedaron fuera de concurso por sendas lesiones. El técnico le dio luz verde a Nando y Fenoll, que se ubicaron en el centro del campo y el ataque, respectivamente, con funciones bien distintas. En defensa, como viene siendo habitual, mandaba la experiencia de Arias y Voro se machacaba en el marcaje de Loren. La labor de creación quedaba a cargo de Fernando y adelante Penev lidiaba contra el incansable Alkorta, mientras que Eloy alternaba posiciones con Fenoll, a quienes cogían Andrinúa, Lizarralde o Txirri, según por donde se movieran.
Las cartas ofensivas del Athletic eran esasas. Estíbariz se encargaba de la banda derecha, poniendo en algunos apuros a Giner, mientras que Loren cumplía con su rol de punta rompedor. Por la izquierda, desde atrás, se sumaba Garitano, con Agirretxu y el todoterreno Luis Fernando como apoyos. Pero rara vez se les pudo ver a todos juntos con la portería de Ochotorena como objetivo prioritario. La pizarra de Rojo lo había planteado de esa manera.
La primera parte fue agradable, jugada a buen ritmo y con ocasiones de gol por ambos bandos. El primero en llegar al remate fue Fernando, con un cabezazo desviado cuando apenas se habían jugado 3 minutos. Loren dio la réplica poco después, cuando recibió un pase de Garitano desde la izquierda y remató un poco desviado a la derecha de Ochotorena. La clave, sin embargo, estaba lejos de las porterías. El centro del campo era un frente de batalla donde el orden del Athletic, con un pressing demoledor, se imponía ahora sí, ahora no, al buen toque de hombres como Tomás o Fernando.
El Valencia trataba de romper esa presión con pelotazos largos para Penev, pero Alkorta se mostraba implacable sujetando al búlgaro: cuando no podía pararlo por las buenas, echaba manode las malas artes, que para eso están. Pero si pasaba Penev, no pasaba el balón, y viceversa. Por eso el gol de los locales llegó por mediación de un defensa, Quique, que se sumó al ataque por falta de faena en el fondo. Su remate, que tenía destino bien distinto de la red, dio en el pie de un zaguero vasco y descolocó a Biurrun. El premio parecía justo, pero uno no podía dejar de pensar que si la fortuna no le hubiese sonreído, el Valencia quizá no habría roto el cero de su marcador en todo el partido.
Cuando el Athletic lo intentó dio la impresión de poner en apuros a un Ochotorena fallón e inseguro. Pero los rojiblancos se conformaban con ser alumnos aplicados y ya se sabe que donde manda capitá no lo hace el marinero. Así, tuvo que pasar algún mal trago, como por ejemplo el que le sirvió Fenoll en el minuto 35, cuando envió un zurdazo cruzado que fue a dar en el poste izquierdo del marco de Biurrun. Pudo haber sido el final del partido para los de Rojo, pero esta vez la suerte estaba de su lado. Justo un minuto después, Loren pudo burlar a Voro y, tras un recorte hacia adentro, dejó fuera de combate a Giner y sacó un remate glorioso, como un misil tierra-aire, que fue a alojarse en la escuadra derecha de la portería de Ochotorena.
La primera parte acababa con un empate que sabía a demasiado para el Athletic. Parecía una injusticia para con el dueño de casa, pero los restantes 45 minutos, como un buen juez de paz, se encargaron de poner las cosas en su sitio. El Valencia, con Bossio en lugar de Tomás, salió a rematar lo que no había podido durante el primer tiempo. Pero en lugar de hacer lo que mejor saben (mover el balón por abajo, rotar posiciones de ataque, cambia el rítmo en los últimos metros, explotar a Penev ahí donde el delantero hace daño), los chicos de Espárrago comenzaron a bombear balosnes sobre el área bilba. Y claro, los "leones" se hicieron un festín.
Una y otra vez llovían "etruscos" sobre los defensas del Athletic y, otras tantas veces los balones aparecían, como por arte de magia, a pies de Luis Fernando, que iniciaba el contraataque hasta donde le dejaba el expeditivo Bossio. Penev seguía frenado a la perfección por Alkorta, Fenoll se perdía en regates inocuos, Eloy moría con su metro sesenta y siete ante Andrinúa, Txirri y compañía. El Athletlc, por contra, era como un contingente de estudiantes disciplinados: se sacrificaba en la marca, no daba un balón por perdido, mordía, porfiaba. Porque lo que el Athletic hizo fue asumir su condición de fajador y se metió de lleno en la dura tarea de encajar los golpes con la misma entereza con que los repartía.
Los ches tuvieron alguna oportunidad más, en medio del desorden. Un remate de Arias, que paró Biurrun arrojándose sobre su izquierda, un remate desviado de Fernando después que Giner le bajara el balón de cabeza, un remate desesperado de Quique, solo ante el portero vasco, que pudo acabar en gol con un poco más de tranquilidad en el remate del lateral valencianista. Pero delante estab un equipo que se juró amarrar un punto y no se iría a casa de vacío. Ese Athletic que visita el Luís Casanova y que no pierde allí desde hace nueve años. Y es que a veces la historia es un buen punto de referencia.