Ficha de partido: 13.04.1980: RCD Espanyol 1 - 1 Valencia CF

Ficha de partido

RCD Espanyol
RCD Espanyol
1 - 1
Valencia CF
Valencia CF

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Manuel Botubot
37'
Descanso
45'
Marañón
48'
Orlando GiménezMario Kempes
59'
Longhi
60'
ZúñigaLonghi
62'
Daniel Solsona
72'
Pablo RodríguezPedro Vilarrodá
73'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Sarriá
Aforo: 44.000 espectadores
Ubicación: Barcelona (Barcelona) 
Inauguración: 18/02/1923 (Demolido en 1997)

Rival: RCD Espanyol

Records vs RCD Espanyol

Máximo goleador: Mundo Suárez (21 goles)
Goleador rival: Prat (9 goles)
Mayor victoria: 4 - 0 (19.10.2003)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.06.1928)
Más repetido: 2-1 (25 veces)

Crónica

Al Valencia, con jugar los partidos que restan del Campeonato de Liga a un ritmo y rendimiento estrictamente normales, puede bastarle para asegurarse uno de los puestos de participación en el Torneo de la UEFA, es una oportunidad que habrá de brindárserle como si dijésemos por añadidura. Y aún cuando Di Stéfano, en declaraciones avant-match, dijera que consideraba la eliminatoria europea pendiente y la posible final de Recopa en un segundo plano, estimando primordial el encuentro de Sarriá, pensando en el aludido Torneo de la UEFA, uno no puede dejar de pensar que en sus declaraciones la carga diplomática era muy acusada y que el equipo de la ciudad del Turia en lo que realmente sueña y se siente comprometido es en la obtención del título europeo ahora a su alcance.

En todo caso, en Sarriá, no diremos que el Valencia tuviera una actuación pasiva, casi de trámite (en algunos de sus hombres, Carrete, Botubot, Castellanos, el temperamento nunca deja de ser vivaz y agresivo) pero nos pareció que distaba mucho de entregarse con una pasión total. Cosa que sí hizo su adversario, el Español, consciente sin duda de la situación de compromiso en la que se halla y en la que se mantiene tras el empate de ayer, pero al que los nervios le traicionaron en no pocas ocasiones, malogrando una entrega real y ostensible.

El Valencia, por otra parte, quiera o no quiera, consciente o no de ello, es hoy por hoy, un equipo con líder, con estrella. Y aunque la presencia de Kempes fue en esta ocasión cuantitativamente insignificante y cualitativamente borrosa, sólo faltó que él sé retirase para que el once que prepara Di Stéfano cediera todavía más y más. Circunstancia que, el Español, minado por los nervios y ya agarrotado por la responsabilidad, no logró aprovechar.

Con un recíproco marcaje riguroso, del que un solo hombre quedó hasta cierto punto a salvo, el valencianista Subirats que fue el único que jugó con alguna libertad de movimiento, todo el primer tiempo se consumió en una sorda batalla para hacerse con el dominio del medio campo, batalla en la que en rigor, no hubo vencedores ni vencidos, aunque sí una mayor serenidad y buen entendimiento de lado de los visitantes. Nadie logró, en última instancia, dar el mínimo de coordenación precisa a su juego y no hubo esquemas ofensivos que culminasen jamás, hasta el punto de que ambos guardametas quedaron prácticamente inéditos al llegar al término de los primeros 45 minutos. Las escasas tentativas de remate quedaron en intentona y únicamente Bío dispuso de una ocasión clara (anulada por fuera de juego discutible) que por otra parte tampoco supo aprovechar. Enfrente, un Kempes muy calculista (en todo caso, digamos nada temerario ni aventurado) forzó el control de dos hombres, pero apenas si intervino con peligro en un par de ocasiones.

Fortes, siempre incisivo, y la primera media hora de Amarillo, fueron posiblemente lo más estimable de un primer tiempo consumido prácticamente en el medio campo, con tremenda imprecisión en las entregas por ambas partes y nula capacidad de profundización de dos hipotéticas delanteras.

Más emoción, que no más juego, hubo en el segundo tiempo. El Español salió en tromba y la presión intensa ejercida culminó a los 5 minutos con la obtención del gol blanquiazul, materializado brillantemente por Marañón y psicológicamente «preparado» por Amarillo con innegable malicia. Se mantuvo el dominio local y cuando a los 12 minutos Kempes se marchó a la banda cojeando, para abandonar el terreno a continuación, la posibilidad de una victoria local pareció entreverse con alguna claridad. A los 10 minutos hubo un centro templado de Amarillo desde la izquierda que Marañón cabeceó ligeramente desviado, y a continuación Ayfuch dispuso de una pelota con honores de gol, que salvó un cruce de Tendillo.

Pero el acoso blanquiazul, falto de orden y de coherencia, pronto desmayó, para replantearse una situación similar a la que consumió toda la primera parte. El cambio de Longhi por Zúñiga no solucionó nada y a los 20 minutos una colada de Higinio por el centro terminó con un terrorífico disparo que dio en el larguero, cuando el gol parecía seguro.

Se acentuó el desorden en las acciones blanquiazules, situaciones de fatídico apelotonamiento se dieron una y otra vez, y a los 28 minutos llegó el gol del empate valencianista, obra de Solsona, que se convirtió de este modo en verdugo del que fue su equipo durante años y años. En la banda hicieron ejercicios de precalentamiento, al alimón, Muruzábal y Arabí (sólo uno de ellos en cualquier caso podría haber entrado en juego) mientras se consumían unos angustiosos minutos, que ya no registraron ninguna nueva variación en el marcador.