Ficha de partido: 10.12.1972: Celta de Vigo 1 - 0 Valencia CF

Ficha de partido

Celta de Vigo
Celta de Vigo
1 - 0
Valencia CF
Valencia CF

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Amado
37'
Descanso
45'
José Ramón FuertesQuino Sierra
45'
Gabriel UriarteGitano González
62'
DolfiLezcano
71'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Balaídos
Aforo: 32.000 espectadores
Ubicación: Vigo (Pontevedra) 
Inauguración: 1928

Rival: Celta de Vigo

Records vs Celta de Vigo

Máximo goleador: Mundo Suárez (23 goles)
Goleador rival: Hermida (9 goles)
Mayor victoria: 7 - 0 (28.04.1946)
Mayor derrota: 1 - 5 (17.12.1950)
Más repetido: 1-1 (21 veces)

Crónica

Se ha superado la difícil papeleta que representaba la visita del Valencia a Balaidos. Se le ha ganado limpiamente, sin concesiones, sin favores y sin circunstancias influyentes. Victoria merecida por cuyo logro los once muchachos que esta tarde hizo salir Dellacha al terreno de juego supieron luchar de principio a fin con verdadera ilusión y afán de superación. Porque todos, sin excepción, derrotaron entusiasmo y codicia y supieron responder también desde un principio a la fervorosaacogida de la clientela de Balaidos.

El Celta de hoy ha sido muy distinto al que hemos visto en otras tardes en la presente campaña liguera. Supo entregarse codiciosamente en busca de una victoria que necesitaba para abrir un horizonte más esperanzador del que podía ofrecer la peligrosa y comprometedora situación en la tabla. Hubo en los célticos decisión, fuerza, nervio y garra frente a un adversario que, pese a la solidez de su cobertura y a los recursos y marrullerías que algunos de sus hombres prodigaron abundantemente, supieron superarlos sin dejarse impresionar ante la barrera que tenían enfrente, y dejaron constancia ante la clientela que tienen capacidad para salvar todas las dificultades. A la lentitud, a la imprecisión y a la alocada evolución de otras tardes, este Celta de hoy exhibió velocidad y sobre todo un admirable saber «ir a por todas», sin arrugarse nunca ante la dureza muchas veces excesiva de los valencianistas.

El propio Di Stéfno lo reconoció al final en sus manifestaciones a los informadores: "Nada que objetar al triunfo del Celta. Sus hombres lucharon incansablemente, supieron pelear con furia y rabia y en la victoria conseguida encontraron la mejor recompensa a su esfuerzo."

Pero, quizá la verdadera causa y el fundamento de estos fallos a los que aludía Di Stéfano pueden estar en esa brega constante que presidió la actuación del Celta y que le ha permitido superar a un adversario y doblegar a un contrincante, más bronco que técnico, obligado una y otra vez, a una preocupación defensiva que se tradujo y manifestó reiteradamente con cesiones al portero, incluso desde el círculo central del campo.

A este afán de pelea, al gran espíritu de lucha e ilusión de victoria deben sin duda los célticos el éxito alcanzado. Y también a su juego vibrante y bien construido. Y se nos antoja que el resultado debió registrar una mayor amplitud porque situaciones y oportunidades se le han ofrecido a los vigueses en bastante mayor cuantía que las que tuvieron los rivales.

Ya a los tres minutos del comienzo, en excelente jugada de Domínguez con servicio a Rodilla y cesión de éste a Castro, el ferrolano conectó un disparo impresionante que Abelardo desvió a córner. Luego Rodilla, ya en la continuación, y más tarde Juan, malograron otras dos oportunidades inmejorables.

Por contra, y en este mismo nivel de comparación dé situaciones propicias para batir la meta contraria, hay que consignar un tremendo disparo de Claramunt 1 que se estrelló en la escuadra. El único gol del partido, el que resolvió la confrontación, subió al marcador en el minuto treinta y cinco y fue como consecuencia de uno de los muchos acosos que los célticos plantearon anté la meta enemiga. Escapada de Domínguez por el lado derecho con envío al centro y empalme de Fernández Amado, a pesar del plantillazo de que fue objeto por parte, de Martínez, y un alarde de furia, del propio Fernández Amado, que acudió inmediatamente en busca del balón para dispararlo de nuevo y alojarlo en las mallas. Un gol «de los de antes de la guerra», que entusiasmó al público, un gol que significaba el triunfo que valía dos puntos y la cesión del ingrato farolillo rojo.

El colegiado cántabro señor Olavarría cometió algunos errores sobre la apreciación de faltas, siguió el juego de cerca y su actuación hay que considerarla buena.