Ficha de partido: 25.05.1968: RCD Espanyol 1 - 0 Valencia CF

Ficha de partido

RCD Espanyol
RCD Espanyol
1 - 0
Valencia CF
Valencia CF

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Re
6'
Descanso
45'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Sarriá
Aforo: 44.000 espectadores
Ubicación: Barcelona (Barcelona) 
Inauguración: 18/02/1923 (Demolido en 1997)

Rival: RCD Espanyol

Records vs RCD Espanyol

Máximo goleador: Mundo Suárez (21 goles)
Goleador rival: Prat (9 goles)
Mayor victoria: 4 - 0 (19.10.2003)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.06.1928)
Más repetido: 2-1 (25 veces)

Crónica

Por lo visto, la cosa no tiene remedio: la Copa es así. Y será así, sobre todo, mientras los señores colegiados encargados de dirigir los encuentros, se dejen contagiar por ese ambiente tópico que parece exigir la competición y vean los encuentros de Copa desde un prisma sensiblemente más tolerante del que utilizan durante la Liga.

Hemos visto en Sarriá, entre el Español y el Valencia, lo que los viejos aficionados denominarían «un auténtico partido de Copa». La fuerza ante todo; la violencia siempre presente sobre el terreno; la tensión y el nerviosismo sin desmayar un sólo momento. El Valencia, según quiere la tradición, es un equipo tradicionalmente copero, o sea que se mueve en ese ambiente como pez en el agua. La veracidad de tal afirmación es, sin duda, más que discutible, puesto que el Valencia como todos los equipos ha cambiado diez veces de plantilla, de preparador y también de estilo. Pero en esta ocasión, efectivamente, nos ha parecido empeñado en dar validez a la leyenda que lo califica de «bronco y copero» y que le hacia por definición uno de los candidatos seguros al título de Liga.

El planteamiento de ambos equipos era muy similar. Y si el Español ejerció un acentuado dominio durante el partido, más acentuado sin duda en el primer tiempo y con fases incluso de brillantez durante la primera media hora de juego, no fue consecuencia de ninguna superioridad táctica sino, simplemente, de haberse jugado en su ambiente y de tener sin duda la idea muy clara de que la Copa no da pie a demasiadas rectificaciones y que era necesario aprovechar la circunstancia de actuar en terreno propio, puesto que la visita a Mestalla, siempre difícil, lo será ahora mucho más.

La primera media hora de juego, con Marcial esquivando muy hábilmente el control de Paquito, al que, todo sea dicho, le vimos moverse posicionalmente con mucha inseguridad, y lanzando una y otra vez a sus compañeros, tuvo momentos de ofensiva en toda la regla y el marco valenciano vióse apurado en numerosas ocasiones. El Valencia jugaba el contraataque, pero era en realidad un contraataque teórico. Hasta llegar al minuto 43, no detuvo Romero el primer disparo intencionado de los valencianos en un buen remate de Claramunt. Eso dará idea, del escaso fútbol ofensivo que los del Turia crearon, limitándose a frenar, sin reparar en procedimientos, la persistente ofensiva blanquiazul y logrando en algunas fases, eso también es verdad, dominar el centro del terreno, pero con evidente espíritu de reanunciar a lanzarse al ataque abierto.

Un solo gol, el único del partido, subió al marcador, obra de Re en jugada verdaderamente genial, durante esta primera fase. El Español, por su tesón, por la combatividad irreductible de sus dos hombres en punta, Re y Rodilla y por el persistente dominio ejercicio, mereció la recompensa de un segundo gol. Pero la defensiva visitante, expeditiva, áspera, bronca, violentisima, se reveló eficaz, para dar en el marcador la idea de un equilibrio de fuerzas.

En la continuación, no varió el encuentro ciertamente de características y el Español (aún con el eclipse creciente de sus dos extremos, total por parte de Amas) siguió émpuñando la batuta. No faltaron ocasiones para ampliar el tanteo. Una estupenda combinación que se inició ya en una medida entrega de Glaría, culminó en un terrorífico remate de Rodilla que se ettrelló en el travesaño. Y poco más tarde una volea impresionante de Marcial chocó contra el cuerpo de un
defensa cuando el gol parecía seguro. Y jugadas de gol, bien construidas, que en última instancia no encontraron el pie del rematador oportunista.

El encuentro se jugó con entrega total por ambas partes, y ello determinó también que la velocidad decreciese, acusándose el esfuerzo realizado. Pero eso fue tónica general y que no alteró en esencia el planteamiento de la contienda. El esfuerzo tesonero y voluntarioso de una delantera de juego profundo pero no siempre lo suficientemente malicioso y la defensiva a ultranza del adversario apelando a todos los procedimientos lícitos o ilícitos ante la pasividad del señor Martín Alvarez «El Tolerante», que debió en una ocasión imponer su autoridad y decretar expulsiones del terreno.