Ficha de partido
Valencia CF
2 - 0
RCD Espanyol
Equipos titulares
Sustituciones
Ninguno
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Vicente Guillot
18'
Descanso
45'
Fernando AnsolaAsist: Vicente Guillot
60'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: RCD Espanyol
Records vs RCD Espanyol
Máximo goleador: Mundo Suárez (21 goles)
Goleador rival: Prat (9 goles)
Más partidos: Juan Ramón Santiago (28 partidos)
Mayor victoria: 4 - 0 (19.10.2003)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.06.1928)
Más repetido: 2-1 (25 veces)
Crónica
Mealla era esta noche no hervidero de emoción y pasiones. El encuentro Valencia-Español ha servido para darle a la Copa todo su auténtico sabor y pasión. No diremos que lo que se ha visto ha sido todo depotivo, elegante correcto, puesto que los graderíos estaban enervados y Romero, el meta blanquiazul, ha sido una víctima de ello como luego explicaremos.
Pero el espectáculo de dos equipos jugando con fuerza, virilidad rayada en la violencia, y con un espíritu de lucha terrible, no nos ha hecho perder el viaje. En definitiva, hemos asistido a un encuentro copero, desagradable en ciertas fasxes, pero emocionante siempre y de una tensión que ha roto los nerviOs de muchos espectadores y de algún protagonista, como por ejemplo Mundo, el entrenador de Mestalla, a quien el árbitro ha expulsado del foso a los 32 minutos de juego.
Respecto al encuentro de Sarriá, ha habido dos cambios. En el Valencia, Vilar ha jugado de defensa central sustituyendo a Mestre, mientras Sol ocupaba puesto en la línea de volantes. En el Español, el lesionado José María ha dejado el sitio a Martítez, que con el número 11 a la espalda ha tenido la misión de vigilar al peligroso y escurridizo Claramunt.
Ya de entrada, se ha visto por dónde iban a funcionar las cosas. La salida del Valencia ha sido acogida con una atronadora salva de aplausos y con una traca que era digna de las Fallas. El Español ha sido saludado con abucheos, pitos y bronca. Y lo que es peor, con un lanzamiento de naranjas sobre el portal de Romero.
En un ambiente semejante, la papeleta del equipo de fuera parece poco menos que irremediablemente perdida. El Español, sin embargo, le ha echado valor a la cosa, defendiéndose con serenidad y dureza. sin amilanarse por el fútbol sin contemplaciones del Valencia. Durante el primer cuarto de hora, la presión local ha sido insistente, los blanquiazules han pasado apuros, con el susto de un tiro al paste y la fortuna de estar Romero en buena forma.
A los 18 minutos llegó el primer gol, único de la primera parte: Fue consecuencia de un tiro de Guillot que repelió el poste. El esférico fue a los pies de Poli que se lo devolvió a Guillot para que éste de un trallazo imparable enviara la bola a la red. Mestalla fue en ese momento como una monumental traca, y el delirio de los espectadores duró largo rato. Al descanso se llegó con el 1-0, expresión del poder inicial del Valencia, pero no del todo justo, pues el fútbol del Español tuvo quilates suficientes para hacerse acreedor al empate.
Al reanudarse el juego, parece como si el descanso hubiese templado los ardores de los jugadores y del público. Como en los inicios del partido, el Valencia marca la iniciativa, pero su juego es un tanto deshilvanado y la cobertura blanquiazul, donde Mingorance y Glaría juegan muy bien, deshace todos los intentos locales. No hubiese cambiado seguramente el 1-0 de no ser por un error garrafal del árbitro que sanciona una falta de Guillot castigiando al Español con un tiro libre, Lo lanza Roberto, a los 15 minutos de este período, y Ansola, adelantándose a la acción de la defensa catalana, empalma un remate de cabeza que es el 2-0.
Acuciado por ese segundo tanto, el Español abre sus lineas y pasa netamente a dominar. Sus acciones de ataque están siempre apoyadas por cuatro o cinco hombres, pero la tensión hace imprecisas la mayor parte de las acciones, Sin embargo, a los 30 minutos, Rodilla dispone de una magnífica ocasión pero Pesudo, saliendo a la desesperada consigue atrapar el balón que parecía mortal de necesidad.
Lo minutos van pasando y el juego violento se recrudece. Guillot, maestro en el arte de perder tempo, simula frecuentemente caídas y lesiones hasta que el árbitro se ve obligado a llamarle la atención. El griterío del público se reproduce. El Español, aunque manda, no profundiza porque sus extremos se muestran tímidos, y Re, sometido a una guerra de desgaste, rinde menos de lo esperado.
El reloj corre y el Español, pese a sus buenos intentos, es incapaz de coordinar el fútbol sereno suficiciente para reducir distancias y forzar un tercer partido. Aunque la lluvia de naranjas y botellas ya no inquieta a Romero, la tensión es grande y en estas condiciones muy difícíl aspirar a los honores del gol. Cuando el partido termina, se recrudecen las broncas contra el Español y hay lluvia de almohadillas sobre sus jugadores. Hay unos conatos de agresión de Mingorance a Guillot, que otros jugadores evitan se concreten en algo peor.
En fin, un partido copero, pero con un ambiente exageradamente hostil, que ha tenido su influencia en el árbitro y en el Español, aunque no pueda decirse que la victoria del Valencia ha sido injusta. Lo que ha sido injusto es el ambiente en que se ha desarrollado, y echar las culpas a lo sucedido en Sarriá, nos parece ganas de buscar argumentos inconsistentes.
Pero el espectáculo de dos equipos jugando con fuerza, virilidad rayada en la violencia, y con un espíritu de lucha terrible, no nos ha hecho perder el viaje. En definitiva, hemos asistido a un encuentro copero, desagradable en ciertas fasxes, pero emocionante siempre y de una tensión que ha roto los nerviOs de muchos espectadores y de algún protagonista, como por ejemplo Mundo, el entrenador de Mestalla, a quien el árbitro ha expulsado del foso a los 32 minutos de juego.
Respecto al encuentro de Sarriá, ha habido dos cambios. En el Valencia, Vilar ha jugado de defensa central sustituyendo a Mestre, mientras Sol ocupaba puesto en la línea de volantes. En el Español, el lesionado José María ha dejado el sitio a Martítez, que con el número 11 a la espalda ha tenido la misión de vigilar al peligroso y escurridizo Claramunt.
Ya de entrada, se ha visto por dónde iban a funcionar las cosas. La salida del Valencia ha sido acogida con una atronadora salva de aplausos y con una traca que era digna de las Fallas. El Español ha sido saludado con abucheos, pitos y bronca. Y lo que es peor, con un lanzamiento de naranjas sobre el portal de Romero.
En un ambiente semejante, la papeleta del equipo de fuera parece poco menos que irremediablemente perdida. El Español, sin embargo, le ha echado valor a la cosa, defendiéndose con serenidad y dureza. sin amilanarse por el fútbol sin contemplaciones del Valencia. Durante el primer cuarto de hora, la presión local ha sido insistente, los blanquiazules han pasado apuros, con el susto de un tiro al paste y la fortuna de estar Romero en buena forma.
A los 18 minutos llegó el primer gol, único de la primera parte: Fue consecuencia de un tiro de Guillot que repelió el poste. El esférico fue a los pies de Poli que se lo devolvió a Guillot para que éste de un trallazo imparable enviara la bola a la red. Mestalla fue en ese momento como una monumental traca, y el delirio de los espectadores duró largo rato. Al descanso se llegó con el 1-0, expresión del poder inicial del Valencia, pero no del todo justo, pues el fútbol del Español tuvo quilates suficientes para hacerse acreedor al empate.
Al reanudarse el juego, parece como si el descanso hubiese templado los ardores de los jugadores y del público. Como en los inicios del partido, el Valencia marca la iniciativa, pero su juego es un tanto deshilvanado y la cobertura blanquiazul, donde Mingorance y Glaría juegan muy bien, deshace todos los intentos locales. No hubiese cambiado seguramente el 1-0 de no ser por un error garrafal del árbitro que sanciona una falta de Guillot castigiando al Español con un tiro libre, Lo lanza Roberto, a los 15 minutos de este período, y Ansola, adelantándose a la acción de la defensa catalana, empalma un remate de cabeza que es el 2-0.
Acuciado por ese segundo tanto, el Español abre sus lineas y pasa netamente a dominar. Sus acciones de ataque están siempre apoyadas por cuatro o cinco hombres, pero la tensión hace imprecisas la mayor parte de las acciones, Sin embargo, a los 30 minutos, Rodilla dispone de una magnífica ocasión pero Pesudo, saliendo a la desesperada consigue atrapar el balón que parecía mortal de necesidad.
Lo minutos van pasando y el juego violento se recrudece. Guillot, maestro en el arte de perder tempo, simula frecuentemente caídas y lesiones hasta que el árbitro se ve obligado a llamarle la atención. El griterío del público se reproduce. El Español, aunque manda, no profundiza porque sus extremos se muestran tímidos, y Re, sometido a una guerra de desgaste, rinde menos de lo esperado.
El reloj corre y el Español, pese a sus buenos intentos, es incapaz de coordinar el fútbol sereno suficiciente para reducir distancias y forzar un tercer partido. Aunque la lluvia de naranjas y botellas ya no inquieta a Romero, la tensión es grande y en estas condiciones muy difícíl aspirar a los honores del gol. Cuando el partido termina, se recrudecen las broncas contra el Español y hay lluvia de almohadillas sobre sus jugadores. Hay unos conatos de agresión de Mingorance a Guillot, que otros jugadores evitan se concreten en algo peor.
En fin, un partido copero, pero con un ambiente exageradamente hostil, que ha tenido su influencia en el árbitro y en el Español, aunque no pueda decirse que la victoria del Valencia ha sido injusta. Lo que ha sido injusto es el ambiente en que se ha desarrollado, y echar las culpas a lo sucedido en Sarriá, nos parece ganas de buscar argumentos inconsistentes.