Ficha de partido: 01.12.1955: SL Benfica 3 - 2 Valencia CF

Ficha de partido

SL Benfica
SL Benfica
3 - 2
Valencia CF
Valencia CF

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Garrido
7'
Enrique BuquéAsist: Manuel Badenes
25'
Manuel BadenesAsist: Daniel Mañó
30'
Antonio TimorAntonio Ramírez
45'
Descanso
45'
José MangriñánAntonio Puchades
45'
Aguas
50'
Garrido
83'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Viejo José Alvalade
Aforo: 60.000 espectadores
Ubicación: Lisboa (Lisboa) 
Inauguración: 10/06/1956 (Demolido en 2001)

Rival: SL Benfica

Records vs SL Benfica

Máximo goleador: Antonio Fuertes (2 goles)
Goleador rival: Aguas (4 goles)
Mayor victoria: 3 - 1 (03.08.2014)
Mayor derrota: 2 - 3 (01.12.1955)
Más repetido: 2-3 (1 veces)

Crónica

El Bemfica, campeón de Portugal y de la Copa, y que actualmente marcha en segundo lugar, a un punto del primero, el Oporto, ha vencido merecidamente al Valencia, cuya actuación de esta tarde justifica plenamente el mal lugar en que se encuentra en la primera Liga española. El resultado fue de 3-2, favorable a los portugueses, ventaja que hubiera podido ser mayor con algo más de suerte y de no haber tenido enfrente a un guardameta en plena forma, como fue hoy Timor. A pesar de todo, la razón esencial de la derrota valenciana debe concretarse casi exclusivamente en la por lo menos aparente ausencia total de pundonor deportivo del holandés Wilkes.

Producía verdadero estupor esta tarde Ver a los delanteros portugueses, cuya falta de remate ha sido hasta ahora característica, tirar a gol desde cualquier distancia y en cualquier postura, sin parar el balón, mientras los atacantes españoles arrancaban exclamaciones constantes en los graderios, donde el público lisboeta, habituado desde siempre a ver empalmar tiros, que junto con su velocidad armaba la verdadera fortaleza del balompié español, presenciaba todo, lo contrario. Wilkes se desinteresó por completo durante los noventa minutos y apareció con frecuencia en jarras como espectador de las intervenciones de sus desmoralizados compañeros.

El Valencia cometió el error de no marcar a sus contrarios y la defensa, salvo Sendra, incurrió en frecuentes fallos. Tampoco la línea media consiguió encontrar su sitio, y Puchades no pudo jugar la segunda parte por lesión en una ceja, siendo sustituido por Mangriñán, cuya actuación fue deficiente. Del ataque sólo Badenes y Buqué bregaron con entusiasmo, bien secundados por Seguí, y es preciso conceder párrafo aparte a Mañó, el mejor jugador de los veintidós, que siempre fue un peligro para las líneas defensivas portuguesas, a las que rebasó cuantas veces quiso y fue por ello objeto de frecuentes zancadillas y blocajes de rugby, entre otras faltas. Su actuación fue perfecta, plena de coraje y magnífico juego, pero careció de colaboradores, porque Wilkes, con su pasividad irritante, descompuso una y otra vez la conjunción de la línea y convirtió en estériles los avances deslumbrantes del pequeño extremo derecha valenciano.

En la primera parte, los lisboetas fueron los primeros en marcar, a los siete minutos, por medio de Garrido al empalmar una pelota de Pegado, que se había estrellado contra el travesano, con Ramírez batido. Las tres de Ramírez, por su inseguridad, aconsejaron a Iturraspe a su sustitución por Timor, que hizo un excelente encuentro. A los veinticinco minutos, un gran pase de cabeza de Badenes fue rematado por Buqué con tiro raso que valió el empate a uno. A los treinta minutos, Badenes, oportunísimo, en la boca del gol empalmó de cabeza el segundo tanto valencianista a centro formidable de Maño, después de una jugada excelente del extremo. Con dos a uno favorable al Valencia concluyó la primera parte.

A los cinco minutos de la segunda, y después de dos paradas soberbias de Timor, un saque de esquina lanzado por Garrido fue rematado por Aguas de cabeza. Era el empate a dos. A los treinta y ocho minutos, después de numerosas escapadas de Mañó, un fallo garrafal de Sócrates fue aprovechado por Garrido para batir a Timor, y con los tres tantos a dos acabó el partido. El arbitraje del portugués Herminio Soares fue totalmente imparcial, atento y condescendiente con las faltas menores provocadas con frecuencia por jugadores de uno y otro bando, pero que no justificaban castigo severo. El público animó, como es natural, a su equipo, pero fue siempre correcto con el adversario.