Ficha de partido: 07.02.2004: Valencia CF 3 - 0 Atlético de Madrid

Ficha de partido

Valencia CF
Valencia CF
3 - 0
At. Madrid
At. Madrid

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
Simeone
21'
Miguel Ángel MistaAsist: Vicente Rodríguez
30'
David Albelda
32'
Sergi
39'
Lequi
40'
Descanso
45'
Sergi
51'
ContraMusampa
54'
Gaspar
58'
David NavarroDavid Albelda
62'
Vicente RodríguezAsist: Miguel Ángel Angulo
66'
PaunovicNikolaidis
68'
Miguel Ángel MistaAsist: Javier Garrido
71'
Juan SánchezXisco Muñoz
74'
GabiJorge
83'
Fabio AurelioRoberto Ayala
84'
Santi
88'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Mestalla
Aforo: 55.000 espectadores
Ubicación: Valencia (Valencia) 
Inauguración: 20/05/1923

Rival: At. Madrid

Records vs At. Madrid

Máximo goleador: Mundo Suárez (16 goles)
Goleador rival: Luis Aragonés (12 goles)
Mayor victoria: 9 - 1 (13.09.1936)
Mayor derrota: 0 - 5 (10.11.1985)
Más repetido: 1-1 (22 veces)

Crónica

Un equipo pétreo y un jugador incomparable. Actitud más aptitud. El Valencia mostró ayer las dos caras que deben conducirle al título de Liga. En el plano colectivo, el equipo volvió a confirmar que Benítez no se equivoca al destacar el compromiso como la mayor de sus virtudes. Y en el individual, Vicente tuvo el mérito de brillar en un partido en el que todo el equipo estuvo espectacular. Fue el primero en darse cuenta de que el Atlético podía desangrarse por las bandas, trabajó hasta la extenuación, su espíritu ganador contagió al resto de atacantes blanquinegros y, como premio, firmó un golazo memorable. No era fácil al principio pronosticar semejante frenesí balompédico. Las bajas y las últimas derrotas en Mestalla invitaban a afrontar el encuentro con prudencia. La supuesta talla del rival, también lastrado por las lesiones, terminaba de ensombrecer el panorama para un conjunto que no se puede permitir más licencias como anfitrión. Sin embargo, Valencia y Atlético encararon el partido de modo diametralmente opuesto, y las diferencias sobre el césped hallarían un justo reflejo en el marcador.

Benítez, fiel a su esquema tradicional, comprobó que tiene un equipo en toda la extensión de la palabra. Al mal tiempo, buena cara. ¿Lesiones? Mista hizo de Aimar; Angulo, de Jorge López; Xisco, de Mista... No pasa nada. A falta de fichajes, sobran los recursos. Frente a este gran Valencia compareció un Atlético irreconocible, un cordero con piel de lobo. Duró apenas veinte minutos. Toda su estrategia pasaba por matar el partido, asfixiar al rival con la presión en la medular y confiar en la inspiración de Jorge e Ibagaza, sus artistas.

El Valencia no tardó en pillar el truco. Con la defensa impecablemente asentada y la transición en ataque garantizada, sólo faltaba que se entonase la línea ofensiva. Vicente, de nuevo él, marcó el camino. Puso el cambio de ritmo que era necesario. Su sociedad con Carboni desnudó al Atlético. Y eso que le tocó bailar con la más fea, ya que, por la derecha, el chollo se llamaba Sergi. Aun así, el ataque local anduvo descompensado hasta que Angulo y Xisco se atrevieron por fin a emular al extremo internacional. Con las dos bandas en plena ebullición, y a pesar de los esfuerzos de Lequi por sostener el armazón rojiblanco, el esquema de Manzano se fue desfigurando al tiempo que el mejor Valencia se apoderó del partido.

Las saetas del reloj aún no habían alcanzado la media hora de juego y la máquina carburaba como nunca. El balón volaba de una banda a otra, con pases cortos y seguros. Se mascaba el gol y éste llegó a balón parado. Vicente forzó un córner, él mismo lo ejecutó y Mista, superando a una nube de contrarios y aprovechando la pésima salida de Aragoneses, elevó la justicia al marcador. Podía haberse relajado el Valencia, pero de nuevo salió a relucir el compromiso. Nadie se fue del partido, conscientes de que la concentración seguía siendo esencial, y el único pero que podía ponerse a la plantilla era que no certificase su abrumadora superioridad con un nuevo gol antes del receso.

El equipo de Benítez ya jugaba en esos instantes contra sí mismo. No había otro oponente. La impotencia del Atlético se apreciaba en la falta de mordiente de sus peones y también en las surrealistas protestas al árbitro cuando éste marcó el camino de los vestuarios. La segunda parte culminó la exhibición blanquinegra, a pesar de que el arranque no resultó demasiado alentador. Manzano trató de formatear el disco duro de su equipo, que, como si nada hubiera ocurrido, compareció con el objetivo de asumir la iniciativa. Un disparo de Ibagaza sembró las primeras y únicas dudas de la noche, pero Sergi las disipó de inmediato. Las manos absurdas del ex azulgrana, calamitoso todo el encuentro, le hicieron ver la segunda tarjeta amarilla y acentuaron la inferioridad del Atlético, ahora también numérica.

Pero, en medio de tantas flores, el partido continuaba sin sentencia. Por eso Benítez renunció a las concesiones y relevó a Albelda, que acababa de sufrir una torcedura de tobillo. Cuando todo se pone cuesta abajo, cada problema parece traer de la mano una solución. David Navarro se situó en el central y Marchena, en el doble pivote. No hubo tiempo para evaluar la decisión técnica. Una gran ocasión de Xisco, gestada cómo no por Vicente, dio paso al golazo de la noche y tal vez de la temporada en Mestalla. El gran protagonista del encuentro, desde fuera del área, sorprendió a Aragoneses con una vaselina galáctica. ¿Tiró a centrar o buscó la escuadra? Qué más da. Que no pare la música.

En pleno orgasmo futbolístico, Mista perdonó el 3-0, aunque acto seguido se resarció al culminar magistralmente una acción no menos magistral de Angulo. El asturiano luchó por un balón inverosímil, sus piernas llegaron allá donde sólo puede hacerlo la fe, e inventó un centro que permitió al murciano volver a marcar, tras firmar, eso sí, un recorte impecable. El partido todavía guardaba un pequeño rincón para los sentimientos, los de una afición que brindó una inmensa ovación a Fabio Aurelio, justa recompensa a sus esfuerzos por volver a sentirse futbolista. La grada también vitoreó a su entrenador. Esta vez, sin embargo, nadie miró al palco. Buena señal.