Ficha de partido
Dep. Coruña
0 - 1
Valencia CF
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Víctor
11'
David VillaAsist: Hugo Viana
21'
Raúl Albiol
25'
Miguel Ángel Angulo
26'
VíctorPenalty fallado
28'
David Navarro
30'
David Albelda
34'
Descanso
45'
TristánSenel
46'
Pablo Aimar
50'
Juanma
60'
Toro AcuñaSergio
68'
Fabio AurelioMario Regueiro
75'
XiscoManuel Pablo
78'
Francisco RufetePablo Aimar
85'
Capdevila
88'
Jorge LópezDavid Villa
89'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Dep. Coruña
Records vs Dep. Coruña
Máximo goleador: David Villa (10 goles)
Goleador rival: Bebeto (5 goles)
Más partidos: Vicente Asensi (20 partidos)
Mayor victoria: 7 - 1 (23.01.1949)
Mayor derrota: 1 - 5 (19.02.1950)
Más repetido: 2-1 (14 veces)
Crónica
El Valencia devolvió la moneda al Dépor. Su triunfo ayer, en un hostil Riazor, vale por dos. Se reafirma en la segunda plaza y además se sacude la rabia por lo sucedido en la Copa. Un gol de Villa, sensacional, equivale a tres puntos para seguir la estela del líder Barcelona. El partido fue de emociones. Vibrante, tenso y disputado. Pero sobre todo, bien jugado por un Valencia convencido de sus posibilidades. Un equipo que esta vez plantó cara como debió haberlo hecho cuando recientemente ya visitó este escenario. Pero esa es otra historia.
Esta vez el Valencia volvió a Riazor con la lección aprendida. Y la recitó de carrerilla. Llegó a A Coruña herido en su orgullo, decidido a vengar la reciente afrenta y supo abstraerse del ambiente hostil, dedicándose a jugar. Desde luego lo hizo mucho mejor que en la reciente visita, el partido de Copa del Rey. Fue un equipo más metido en faena, más eficaz, más ambicioso. Quique había advertido de que era fundamental aparcar y olvidar la reciente decepción frente al mismo rival. Agua pasada no mueve molino y no era cuestión de encantarse mirando hacia atrás. El equipo asimiló el mensaje y se desenvolvió con hechuras de quien sabe lo que quiere y no está dispuesto a perder de vista al líder.
En Riazor se jugaba más que la honrilla: la segunda plaza de la clasificación y el perder comba, porque el Real Madrid había dado buena cuenta del Espanyol. Sin realizar un juego brillante, desde el primer momento plantó cara al Dépor, que en su campo lleva sufriendo demasiado. Había que aprovechar la situación y supo hacerlo. Ya son cuatro partidos consecutivos sin que los blanquiazules conozcan el triunfo.
El partido estaba en esa fase que algunos llaman de dominio alterno cuando Villa cogió el fusil. El Guaje no perdona. Lleva 14 goles. Apenas cumplidos 20 minutos controló el balón casi en la medular y, casi desde 50 metros, envió un disparo hacia la portería local que por unos minutos enmudeció un ruidoso y gritón Riazor. Molina se la tragó. Dio la sensación de que la confianza y el exceso de vista jugaron una mala pasada al portero. El primer aviso ya lo había dado el goleador asturiano antes del minuto 10, al colocar el balón en el ángulo, en la ejecución de una falta. Se lució Molina, que neutralizó la situación ayudado por la madera. Acto seguido, la réplica: Víctor llevó el balón a la base del poste.
Tras el gol, el Valencia se encontró de nuevo con la adversidad. Otro riguroso penalti, uno más, puso al equipo contra las cuerdas. Pero el Dépor topó esta vez con un Cañizares inspirado. El manchego paró el primer disparo de Víctor y también el segundo, ya que Rubinos hizo repetir el lanzamiento por invasión del área. De nuevo lo que es habitual en todos los estadios no se le perdona al Valencia en Riazor. Desde ahí hasta el final del primer periodo, más de lo mismo. Control y más control de un Valencia crecido, que dio la sensación de que se incentivaba ante el ambiente de enorme hostilidad que estaba viviendo.
El juego a la contra en el segundo periodo tenía sus riesgos. El Dépor mantuvo su línea de cuatro, temeroso de encajar lo que podía ser definitivo. Villa mete miedo y los centrales no acudieron siquiera a las acciones de estrategia. Fue un equipo a por todas, pero alocado. Sin más criterio que la voluntad de centrar el balón en busca de la fortuna. Enfrente el Valencia siguió firme, pero como en sus contras no hizo el gol de la tranquilidad, pasó apuros hasta el final. En Riazor cualquier caída se reclamó como penalti y el público, impaciente, acabó resignado a su desencanto, aunque para sacudirse la decepción despidió a los valencianistas con cánticos de “Adiós a la Copa, adiós”. A la vez, un sector del campo trató de desplegar una pancarta con la leyenda “Vuestras lágrimas llenan nuestra Copa”. Agua pasada. El Valencia se ha olvidado de aquel trofeo y se centró en lo suyo para regresar más firme en su candidatura liguera.
Esta vez el Valencia volvió a Riazor con la lección aprendida. Y la recitó de carrerilla. Llegó a A Coruña herido en su orgullo, decidido a vengar la reciente afrenta y supo abstraerse del ambiente hostil, dedicándose a jugar. Desde luego lo hizo mucho mejor que en la reciente visita, el partido de Copa del Rey. Fue un equipo más metido en faena, más eficaz, más ambicioso. Quique había advertido de que era fundamental aparcar y olvidar la reciente decepción frente al mismo rival. Agua pasada no mueve molino y no era cuestión de encantarse mirando hacia atrás. El equipo asimiló el mensaje y se desenvolvió con hechuras de quien sabe lo que quiere y no está dispuesto a perder de vista al líder.
En Riazor se jugaba más que la honrilla: la segunda plaza de la clasificación y el perder comba, porque el Real Madrid había dado buena cuenta del Espanyol. Sin realizar un juego brillante, desde el primer momento plantó cara al Dépor, que en su campo lleva sufriendo demasiado. Había que aprovechar la situación y supo hacerlo. Ya son cuatro partidos consecutivos sin que los blanquiazules conozcan el triunfo.
El partido estaba en esa fase que algunos llaman de dominio alterno cuando Villa cogió el fusil. El Guaje no perdona. Lleva 14 goles. Apenas cumplidos 20 minutos controló el balón casi en la medular y, casi desde 50 metros, envió un disparo hacia la portería local que por unos minutos enmudeció un ruidoso y gritón Riazor. Molina se la tragó. Dio la sensación de que la confianza y el exceso de vista jugaron una mala pasada al portero. El primer aviso ya lo había dado el goleador asturiano antes del minuto 10, al colocar el balón en el ángulo, en la ejecución de una falta. Se lució Molina, que neutralizó la situación ayudado por la madera. Acto seguido, la réplica: Víctor llevó el balón a la base del poste.
Tras el gol, el Valencia se encontró de nuevo con la adversidad. Otro riguroso penalti, uno más, puso al equipo contra las cuerdas. Pero el Dépor topó esta vez con un Cañizares inspirado. El manchego paró el primer disparo de Víctor y también el segundo, ya que Rubinos hizo repetir el lanzamiento por invasión del área. De nuevo lo que es habitual en todos los estadios no se le perdona al Valencia en Riazor. Desde ahí hasta el final del primer periodo, más de lo mismo. Control y más control de un Valencia crecido, que dio la sensación de que se incentivaba ante el ambiente de enorme hostilidad que estaba viviendo.
El juego a la contra en el segundo periodo tenía sus riesgos. El Dépor mantuvo su línea de cuatro, temeroso de encajar lo que podía ser definitivo. Villa mete miedo y los centrales no acudieron siquiera a las acciones de estrategia. Fue un equipo a por todas, pero alocado. Sin más criterio que la voluntad de centrar el balón en busca de la fortuna. Enfrente el Valencia siguió firme, pero como en sus contras no hizo el gol de la tranquilidad, pasó apuros hasta el final. En Riazor cualquier caída se reclamó como penalti y el público, impaciente, acabó resignado a su desencanto, aunque para sacudirse la decepción despidió a los valencianistas con cánticos de “Adiós a la Copa, adiós”. A la vez, un sector del campo trató de desplegar una pancarta con la leyenda “Vuestras lágrimas llenan nuestra Copa”. Agua pasada. El Valencia se ha olvidado de aquel trofeo y se centró en lo suyo para regresar más firme en su candidatura liguera.