Pascual Escrivá era el delantero estrella del Levante cuando decidió fichar por el Valencia. Con el equipo blaugrana había completado dos temporadas espectaculares en Segunda, marcando 30 goles en 42 partidos. Su efectividad no conocía parangón en la región por aquella época, y su fichaje por los de Mestalla evitó, probablemente, el ascenso del Levante en 1949. Se trataba de un ariete fuerte, luchador y que bregaba con la defensa rival hasta la extenuación. No era un futbolista de técnica, y su juego era más bien tosco, pero su olfato goleador era sobresaliente.

En el Valencia, sin embargo, se convirtió en el tercer delantero tras Mundo y Morera. Sólo tuvo la ocasión de jugar tres partidos de Liga, contra Coruña, Tarragona y Alcoyano. Salió a un gol por partido y logró marcar en todos ellos, pero la mala fortuna se le apareció en forma de lesión, truncándose de golpe su progresión. No tuvo más oportunidades en el equipo, por lo que al finalizar la temporada se le dio la baja. Pasado el tiempo, le sobrevino la tragedia en forma de enfermedad respiratoria, que le obligó a ingresar en el hospital de Portaceli. Resistió con bravura hasta que, finalmente, falleció el 3 de abril de 1964, a los 40 años de edad.