Ficha de partido
Real Sociedad
0 - 1
Valencia CF
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Valery KarpinAsist: Paco Camarasa
6'
Albístegui
18'
Jose Ignacio Sáenz
24'
Craioveanu
25'
Descanso
45'
MutiuDe Paula
45'
IdiákezDe Pedro
56'
Jorge Otero
59'
ImazMild
64'
Xabier EskurzaPatxi Ferreira
72'
Pepe GálvezLeandro Machado
73'
Iñaki HurtadoJavier Farinós
79'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Real Sociedad
Records vs Real Sociedad
Máximo goleador: Mundo Suárez (21 goles)
Goleador rival: Satrústegui (10 goles)
Más partidos: Vicente Seguí (24 partidos)
Mayor victoria: 7 - 0 (15.09.1940)
Mayor derrota: 0 - 7 (06.05.1928)
Más repetido: 0-1 (20 veces)
Crónica
El destino deparó ayer que Valeri Karpin se convirtiera en el verdugo del equipo que le dio a conocer en España, para satisfacción y resurrección de un Valencia que, con la victoria, empieza a ver la salida del túnel. Jorge Valdano tuvo que volver a echar mano de la improvisación para componer ayer un equipo con sentido, ya que entre ausencias y carencias hay que recurrir a la improvisación para tratar de salir airoso. El Valencia lo consiguió en esta ocasión, y lo hizo contra todo pronóstico en el campo de un equipo que se encontraba en una racha impresionante de juego y triunfos. Por este motivo la victoria tiene un doble valor, de manera especial en lo que se refiere al factor psicológico valencianista después del mazazo recibido en la Copa del Rey.
Karpin marcó el gol decisivo, que como viene siendo norma en esta temporada, en quienes se ven afectados, no lo celebró por tratarse de su ex-equipo. La primera mitad nos mostró un Valencia diferente, no fue un equipo lleno de exquisiteces, porque tampoco está para grandes exigencias, pero al menos sí se mostró mucho más firme, seguro y también práctico que en las jornadas precedentes. A ello colaboró de manera importante el madrugador gol de Karpin, que hizo que cundiera el pánico entre las filas del conjunto donostiarra.
A partir de aquí el Valencia jugó casi a placer, ejerciendo el control y, por tanto, el mando en el juego sin excesivos problemas. Engonga y José Ignacio trabajaron a destajo mientras en las bandas Karpin, ahora en su lugar natural, y Farinós, esta vez el sacrificado por la banda izquierda, realizaron un generoso esfuerzo, conviertiéndose en cuatro piezas importantes dentro del esquema de Valdano, de manera especial el ruso, que en su vuelta a Anoeta, ironías del destino, llegó casi a sembrar el terror en las filas locales y en las gradas. El esfuerzo de estos cuatro jugadores permitió a Fernando jugar más relajado y, lo más importante, pensar, lo que hizo que el rendimiento del valenciano ganase también enteros respecto a encuentros pasados.
Si a todo esto añadimos que Fuentes y De Paula, por la derecha, o Aranzábal y De Pedro, por la izquierda, nunca formaron la sociedad que tan buen rendimiento ha venido dando a la Real Sociedad, sobre todo en el ala izquierda, permitió al Valencia marcharse al descanso sin apenas sobresaltos, exceptuando un lejano disparo de De Pedro que Zubizarreta despejó a córner. En segundo periodo tuvo escasa historia por dos razones fundamentales: la Real Sociedad no mejoró respecto al periodo anterior, ni siquiera con los cambios, y el Valencia fue a menos y, a medida que avanzó el reloj, se mostró mucho más conservador.
En el cuadro local, Craioveanu continuó sin entrar en juego y el mal comportamiento general hizo que Kovacevic pasara totalmente desapercibido. Del lado valencianista, el menor rendimiento se basó en la preferencia por mantener el resultado favorable y también por acusar el esfuerzo físico. A título individual, significar que Cáceres siguió mostrándose muy lento y lejos de su mejor forma, Farinós fue a menos y Leandro, demasiado adelantado, perdió creatividad y participación.
Karpin marcó el gol decisivo, que como viene siendo norma en esta temporada, en quienes se ven afectados, no lo celebró por tratarse de su ex-equipo. La primera mitad nos mostró un Valencia diferente, no fue un equipo lleno de exquisiteces, porque tampoco está para grandes exigencias, pero al menos sí se mostró mucho más firme, seguro y también práctico que en las jornadas precedentes. A ello colaboró de manera importante el madrugador gol de Karpin, que hizo que cundiera el pánico entre las filas del conjunto donostiarra.
A partir de aquí el Valencia jugó casi a placer, ejerciendo el control y, por tanto, el mando en el juego sin excesivos problemas. Engonga y José Ignacio trabajaron a destajo mientras en las bandas Karpin, ahora en su lugar natural, y Farinós, esta vez el sacrificado por la banda izquierda, realizaron un generoso esfuerzo, conviertiéndose en cuatro piezas importantes dentro del esquema de Valdano, de manera especial el ruso, que en su vuelta a Anoeta, ironías del destino, llegó casi a sembrar el terror en las filas locales y en las gradas. El esfuerzo de estos cuatro jugadores permitió a Fernando jugar más relajado y, lo más importante, pensar, lo que hizo que el rendimiento del valenciano ganase también enteros respecto a encuentros pasados.
Si a todo esto añadimos que Fuentes y De Paula, por la derecha, o Aranzábal y De Pedro, por la izquierda, nunca formaron la sociedad que tan buen rendimiento ha venido dando a la Real Sociedad, sobre todo en el ala izquierda, permitió al Valencia marcharse al descanso sin apenas sobresaltos, exceptuando un lejano disparo de De Pedro que Zubizarreta despejó a córner. En segundo periodo tuvo escasa historia por dos razones fundamentales: la Real Sociedad no mejoró respecto al periodo anterior, ni siquiera con los cambios, y el Valencia fue a menos y, a medida que avanzó el reloj, se mostró mucho más conservador.
En el cuadro local, Craioveanu continuó sin entrar en juego y el mal comportamiento general hizo que Kovacevic pasara totalmente desapercibido. Del lado valencianista, el menor rendimiento se basó en la preferencia por mantener el resultado favorable y también por acusar el esfuerzo físico. A título individual, significar que Cáceres siguió mostrándose muy lento y lejos de su mejor forma, Farinós fue a menos y Leandro, demasiado adelantado, perdió creatividad y participación.