Ficha de partido
Real Madrid
2 - 0
Valencia CF
Equipos titulares
2
3
11
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Jesús Martínez
16'
Johnny Rep
18'
Lobo Diarte
38'
Descanso
45'
Juan Carlos ÁlvarezMiguel Ángel Adorno
49'
Santillana
61'
BenitoPirri
74'
Óscar Rubén ValdezJohnny Rep
74'
Jesús Martínez
77'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Real Madrid
Records vs Real Madrid
Máximo goleador: Mundo Suárez (13 goles)
Goleador rival: Raúl (17 goles)
Más partidos: Vicente Asensi (28 partidos)
Mayor victoria: 6 - 0 (09.06.1999)
Mayor derrota: 1 - 7 (23.08.1990)
Más repetido: 1-2 (27 veces)
Crónica
El encuentro de la jornada, adelantado a la noche del sábado a causa de los compromisos internacionales de la próxima semana, no ha pasado de mediocre y ha decepcionado a la inmensa mayoría de casi cien mil espectadores que abarrotaron el estadio Santiago Bernabeu a pesar del puente festivo y del frío que se dejó sentir sobre la capital. El Real Madrid venció al Valencia por dos cero en un partido cómodo y hasta fácil para el cuadro madrileño que muy bien hubiera podido aumentar su ventaja final en el marcador.
El nutrido grupo de seguidores valencianistas que se desperdigaron por los graderíos del Bernabeu ápenas tuvo oportunidad de dejarse sentir y lo que se adivinaba como un duelo en la cumbre del fútbol español y todo un test para el actual Campeonato Nacional de Liga, no pasó de ser un cotejo vulgar, áspero, monótono y con escasísimas dosis decalidad. La clave de esta decepción estuvo en la floja réplica que los hombres de Heriberto Herrera ofrecieron al Real Madrid. El Valencia fue un equipo adocenado, sin ideas, lento y con alarmantes boquetes defensivos. El autogol de su capitán Jesús Martínez, a los 16 minutos de juego, abrió de par en par las puertas del triunfo a un Madrid al que le bastaba la mayor fuerza y sentido de anticipación de sus hombres, para controlar en todo momento la batuta técnica y táctica de la confrontación. Breitner saca el segundo saque de esquina contra el portal de Balaguer. Lo hace en corto sobre Camacho, que le devuelve el esférico y lanza un centro-chut cerrado sobre el que salta Jesús Martínez, cabeceando hacia su propia mcta e incrustando el balón en la misma escuadra de su portería.
Paradójicamente en un partido en el qué se median dos de las líneas de vanguardia más cotizadas y millonarias del fútbol español, los grandes protagonistas fueron los hombres de retaguardia. Porque si el Valencia se vino abajo derrumbado por su propia base: una cobertura lenta, descontrolada y excesivamente dura, el Real Madrid tuvo sus mejores armas tácticas en su zaga, donde Sol anuló casi completamente a Diarte, que se adivinaba la gran vedette del choque, los laterales se incorporaron inteligentemente al contragolpe y Pirri mandó soberanamente su parcela en calidad de libero.
Después de inaugurarse el marcador en un lance desgraciado para sus colores, el Valencia no tuvo capacidad de reacción para la réplica. Su delantera de lujo quedaba esterilízada por unos bien estudiados marcajes y por la falta total de apoyo por parte de sus centrocampistas que no ganaron nunca la partida a sus respectivos pares. Ni un solo susto para Miguel Angel anotamos en el primer tiempo y cuando, cerca ya del descanso, Adorno, lesionado, dejó su plaza al joven Juan Carlos, el Valencia perdió el escaso contingente de ideas ofensivas que ofreció a lo largo del partido.
En el segundo tiempo no varió la decoración a pesar de que inicialmente el juego valencianista se animó algo de la mano de algunas arrancadas de Saura y Tirapu y, sobre todo, como consecuencia de un remate de Kempes y otro de Rep que pusieron en aprietos la mata del Madrid pero la racha fue tímida y duró muy poco. Cuando a los 16 minutos, exactamente igual que en el primer tiempo, un nuevo gol madridista se contabilizaba en el marco de Balaguer, el encuentro quedó visto para sentencia. Excelente jugada personal de Jensen en un contragolpe por la izquierda. Tras sortear hasta tres contrarios, centra retrasado a Guerini, que, dentro del área, cede en corto a Santillana para que éste, con gran serenidad, fusile a Balaguer.
El Valencia se entregó a su suerte y a pesar de que Heriberto Herrera intentó un revulsivo en vanguardia algo sorprendente (el relevo de Rep por Valdez) lo cierto es, que el Madrid, conservador y sin apretar el acelerador de su rítmo, pensando quizá en el difícil compromiso de Brujas, llevó holgadamente las riendas de la recta final del choque en la que el lógico adelantamiento de peones valencianistas propició las mejores oportunidades de gol ante el marco de Balaguer. Comenzando por un balón de oro que desperdició Guerini sólo ante el meta visitante y continuando por dos remates de Santillana en los que se cantó el gol en los graderíos perdiéndose el balón fuera por pura casualida.
Miljanic dio entrada a Benito, posiblemente para tantear sus fuerzas de cara al encuentro del próximo Miércoles y dio un respiro a Pirri, sin duda por idéntico motivo. La zaga madridista se sacudió cómodamente los últimos balbuceos del Valencia por acortar distancias y con un poco más de fe y picardía en sus contragolpes el Madrid pudo alcanzar un tanteo mucho más amplio, un resultado contra pronóstico que pudo rozar la goleada.
Con las dos dianas en el minuto 16 de cada periodo, el Madrid se aseguró los dos puntos en litigio, objetivo fundamental del once merengue que, sin embargo, no parece atravesar un momento dulce de juego y da la sensación de afrontar muchos problemas en la estructura del conjunto a causa de ciertas ausencias y también por un cierto cambio en la mentalidad del equipo como bloque. Sin embargo, su retaguardia estuvo esta noche muy bien, casi brillante, con un Uría desconocido y un Sol en gran forma. En el centro del terreno se acusa la ausencia de un conductor de juego con más personalidad que el veterano Velázquez, pero Rubiñán es un todoterreno incansabe y Breitner parece caminar hacia su mejor condición física. Es en vanguardia donde el Madrid tiene tiene centrado el mayor número de sus conflictos, con Santillana como eterno fuerza de choque, un Guerini desafortunadisimo e inadaptado y un Jansen, aún discutido aunque esta noche haya cuajado una de sus mejores actuaciones en España.
La superioridad madridista fue manifiesta porque en el marcaje de pares los valencianistas fueron siempre a remolque. Sólo Carrete puede salvarse de su flojísima línea defensiva, en la que lo más sobresaliente fue la dureza de Castellanos a la hora de frenar a Santillana en un duelo que pudo degenerar en batalla campal. El centro del terreno, al perder a Adorno, perdió la brújula, y aunque la entrega de Tirapu y Saura resulta indiscutible, no dan la medida como para subsanar los errores que se producen a sus espaldas ni para canalizar a los hombres de vanguardia, que siendo lo mejor del equipo hoy pasaron desapercibidas, quedando reducido, todo su bagaje goleador a un par de remates de Kempes y a otros tantos intentos de cabecear dentro del área a cargo de Diarte.
Indudablemente el partido no estuvo a la altura de dos gallitos de la Liga. Ni el Valencia fue el líder que se esperaba ni el Madrid el campeón que pueda confiar fundadamente en revalidar su titulo, pero a la vista de los noventa minutos de juego el desenlace favorable a las madridistas resulta inapelable y hasta corto para sus méritos.
Dirigió el encuentro el colegiado vizcaíno señor Burgos Núñez, mal, caserillo, con errores de apreciación y sin autoridad a pesar de que enseñó tarjetas de amonestación a Rep, Diarte, Jesús Martínez y Camacho, todas ellas por entradas durísimas dentro de un clima de violencia y dureza en la confrontación que este colegiado nunca supo atajar.
El nutrido grupo de seguidores valencianistas que se desperdigaron por los graderíos del Bernabeu ápenas tuvo oportunidad de dejarse sentir y lo que se adivinaba como un duelo en la cumbre del fútbol español y todo un test para el actual Campeonato Nacional de Liga, no pasó de ser un cotejo vulgar, áspero, monótono y con escasísimas dosis decalidad. La clave de esta decepción estuvo en la floja réplica que los hombres de Heriberto Herrera ofrecieron al Real Madrid. El Valencia fue un equipo adocenado, sin ideas, lento y con alarmantes boquetes defensivos. El autogol de su capitán Jesús Martínez, a los 16 minutos de juego, abrió de par en par las puertas del triunfo a un Madrid al que le bastaba la mayor fuerza y sentido de anticipación de sus hombres, para controlar en todo momento la batuta técnica y táctica de la confrontación. Breitner saca el segundo saque de esquina contra el portal de Balaguer. Lo hace en corto sobre Camacho, que le devuelve el esférico y lanza un centro-chut cerrado sobre el que salta Jesús Martínez, cabeceando hacia su propia mcta e incrustando el balón en la misma escuadra de su portería.
Paradójicamente en un partido en el qué se median dos de las líneas de vanguardia más cotizadas y millonarias del fútbol español, los grandes protagonistas fueron los hombres de retaguardia. Porque si el Valencia se vino abajo derrumbado por su propia base: una cobertura lenta, descontrolada y excesivamente dura, el Real Madrid tuvo sus mejores armas tácticas en su zaga, donde Sol anuló casi completamente a Diarte, que se adivinaba la gran vedette del choque, los laterales se incorporaron inteligentemente al contragolpe y Pirri mandó soberanamente su parcela en calidad de libero.
Después de inaugurarse el marcador en un lance desgraciado para sus colores, el Valencia no tuvo capacidad de reacción para la réplica. Su delantera de lujo quedaba esterilízada por unos bien estudiados marcajes y por la falta total de apoyo por parte de sus centrocampistas que no ganaron nunca la partida a sus respectivos pares. Ni un solo susto para Miguel Angel anotamos en el primer tiempo y cuando, cerca ya del descanso, Adorno, lesionado, dejó su plaza al joven Juan Carlos, el Valencia perdió el escaso contingente de ideas ofensivas que ofreció a lo largo del partido.
En el segundo tiempo no varió la decoración a pesar de que inicialmente el juego valencianista se animó algo de la mano de algunas arrancadas de Saura y Tirapu y, sobre todo, como consecuencia de un remate de Kempes y otro de Rep que pusieron en aprietos la mata del Madrid pero la racha fue tímida y duró muy poco. Cuando a los 16 minutos, exactamente igual que en el primer tiempo, un nuevo gol madridista se contabilizaba en el marco de Balaguer, el encuentro quedó visto para sentencia. Excelente jugada personal de Jensen en un contragolpe por la izquierda. Tras sortear hasta tres contrarios, centra retrasado a Guerini, que, dentro del área, cede en corto a Santillana para que éste, con gran serenidad, fusile a Balaguer.
El Valencia se entregó a su suerte y a pesar de que Heriberto Herrera intentó un revulsivo en vanguardia algo sorprendente (el relevo de Rep por Valdez) lo cierto es, que el Madrid, conservador y sin apretar el acelerador de su rítmo, pensando quizá en el difícil compromiso de Brujas, llevó holgadamente las riendas de la recta final del choque en la que el lógico adelantamiento de peones valencianistas propició las mejores oportunidades de gol ante el marco de Balaguer. Comenzando por un balón de oro que desperdició Guerini sólo ante el meta visitante y continuando por dos remates de Santillana en los que se cantó el gol en los graderíos perdiéndose el balón fuera por pura casualida.
Miljanic dio entrada a Benito, posiblemente para tantear sus fuerzas de cara al encuentro del próximo Miércoles y dio un respiro a Pirri, sin duda por idéntico motivo. La zaga madridista se sacudió cómodamente los últimos balbuceos del Valencia por acortar distancias y con un poco más de fe y picardía en sus contragolpes el Madrid pudo alcanzar un tanteo mucho más amplio, un resultado contra pronóstico que pudo rozar la goleada.
Con las dos dianas en el minuto 16 de cada periodo, el Madrid se aseguró los dos puntos en litigio, objetivo fundamental del once merengue que, sin embargo, no parece atravesar un momento dulce de juego y da la sensación de afrontar muchos problemas en la estructura del conjunto a causa de ciertas ausencias y también por un cierto cambio en la mentalidad del equipo como bloque. Sin embargo, su retaguardia estuvo esta noche muy bien, casi brillante, con un Uría desconocido y un Sol en gran forma. En el centro del terreno se acusa la ausencia de un conductor de juego con más personalidad que el veterano Velázquez, pero Rubiñán es un todoterreno incansabe y Breitner parece caminar hacia su mejor condición física. Es en vanguardia donde el Madrid tiene tiene centrado el mayor número de sus conflictos, con Santillana como eterno fuerza de choque, un Guerini desafortunadisimo e inadaptado y un Jansen, aún discutido aunque esta noche haya cuajado una de sus mejores actuaciones en España.
La superioridad madridista fue manifiesta porque en el marcaje de pares los valencianistas fueron siempre a remolque. Sólo Carrete puede salvarse de su flojísima línea defensiva, en la que lo más sobresaliente fue la dureza de Castellanos a la hora de frenar a Santillana en un duelo que pudo degenerar en batalla campal. El centro del terreno, al perder a Adorno, perdió la brújula, y aunque la entrega de Tirapu y Saura resulta indiscutible, no dan la medida como para subsanar los errores que se producen a sus espaldas ni para canalizar a los hombres de vanguardia, que siendo lo mejor del equipo hoy pasaron desapercibidas, quedando reducido, todo su bagaje goleador a un par de remates de Kempes y a otros tantos intentos de cabecear dentro del área a cargo de Diarte.
Indudablemente el partido no estuvo a la altura de dos gallitos de la Liga. Ni el Valencia fue el líder que se esperaba ni el Madrid el campeón que pueda confiar fundadamente en revalidar su titulo, pero a la vista de los noventa minutos de juego el desenlace favorable a las madridistas resulta inapelable y hasta corto para sus méritos.
Dirigió el encuentro el colegiado vizcaíno señor Burgos Núñez, mal, caserillo, con errores de apreciación y sin autoridad a pesar de que enseñó tarjetas de amonestación a Rep, Diarte, Jesús Martínez y Camacho, todas ellas por entradas durísimas dentro de un clima de violencia y dureza en la confrontación que este colegiado nunca supo atajar.