Ficha de partido
Valencia CF
1 - 2
Real Valladolid
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Luis García (Pen.)
19'
Roberto Ayala
19'
Mauricio Pellegrino
25'
Fernando Sales
34'
Rubén Baraja
42'
Descanso
45'
Salva BallestaAdrian Ilie
51'
Pablo AimarRubén Baraja
60'
TenaCaminero
60'
Kily GonzálezVicente Rodríguez
70'
RichettiTote
74'
Mauricio Pellegrino
78'
Peña
78'
Santi Cañizares
79'
ChemaLuis García
84'
Kily González
90'
Final del partido
91'
Estadio
Rival: Real Valladolid
Records vs Real Valladolid
Máximo goleador: Fernando Gómez (9 goles)
Goleador rival: Morro (4 goles)
Más partidos: Vicente Seguí (21 partidos)
Mayor victoria: 6 - 0 (22.03.1964)
Mayor derrota: 0 - 4 (30.09.1956)
Más repetido: 1-1 (14 veces)
Crónica
La afición valencianista sufrió ayer su primera gran decepción en Mestalla, donde su equipo perdió por primera vez esta temporada. Una decepción que llegó justo en el momento de mayor euforia y cuando mejores perspectivas se aventuraban para el conjunto local, después de la excelente imagen mostrada una semana antes en el Santiago Bernabéu, cita a la que habian precedido tres victorias consecutivas. El Valencia cedió los tres puntos al Valladolid y esto sucedió única y exclusivamente por los graves errores cometidos por los futbolistas que dirige Rafa Benítez. Producto de ello, no acertaron a marcar cuando tenian todo a favor y adelantarse en el marcador y, por si esto fuera poco, después facilitaron los dos goles visitantes. El primero tras retrasar el balón Angulo y el posterior penalti cometido por Ayala sobre Luis García. En el segundo la cesión hacia Cañizares fue de Pellegrino y el guardameta internacional regaló el esférico a Fernando Sales, que fusiló a placer.
Adrian Ilie, por su parte, fue el encargado de echar por la borda toda posibilidad de encarrilar el encuentro de manera positiva. El rumano tuvo dos oportunidades muy claras en los compases iniciales. En el primer minuto, con la portería rival desguarnecida, lanzó el balón a las nubes cuando sólo tenía que empujarlo a la red. Después lo elevó por encima del meta Ricardo, adelantado, pero el cuero tocó en la parte superior del travesaño y se perdió en las gradas. La posibilidad de que el Valencia se colocara con dos goles de ventaja se esfumó y, para colmo de males, poco después llegó el primer gol vallisoletano que vino a poner el compromiso muy cuesta arriba y a sembrar el nerviosismo en las filas locales.
A base de corazón y entrega, que no de buen juego, el Valencia se rehizo y forzó tres saques de esquina consecutivos; en el último llegó el empate y con él la esperanza de volver a remontar un marcador adverso, algo que esta temporada había logrado el equipo varias veces. Las ilusiones se desvanecieron con el error de Cañizares, producto de la enésima cesión atrás por la incapacidad de algunos valencianistas para sacar el balón hacia delante. A esto contribuyó la adelantada presión de los hombres de Moré, con la lección muy bien aprendida. Con el 1-2 en lo alto, Ilie realizó un remate forzado que acabó con el balón tocando el poste derecho y, de ahí, al descanso.
El paréntesis sirvió para reflexionar y todo el mundo extrajo claras conclusiones. Por ejemplo, que no era el día del Valencia, en cuyas filas muy pocos hombres sobresalieron. Por reiterado y conocido no se puede obviar la falta de calidad de este equipo, que volvió a pasar factura. Que Angulo, Ayala, Pellegrino, Albelda o Baraja tengan que ser los encargados de conducir el balón y jugarlo con sentido, es pedir peras al olmo. Y eso se paga. La excepción fueron un par de llegadas muy buenas de Rufete hasta la línea de fondo, que es como se crea peligro de verdad, que evidenciaron, al mismo tiempo, que en el Valencia no había un delantero centro encargado de finalizar las jugadas. Ilie puede haber agotado su crédito. Hasta ahora le salvaban los goles, porque aporta poco más, y ayer ni eso.
El segundo acto ratificó los despropósitos y, a medida que avanzaba el reloj, el Valencia se desquiciaba. O, dicho de otra forma, acabó por desquiciarle un Valladolid muy serio, bien plantado y que a pesar de defender en muchas fases hasta con seis hombres, se bastó con las galopadas de Sales y Luis García -uno por cada banda-, con la inestimable colaboración de Tote. Por detrás apoyaban muy bien Jesús y Fernando. Aimar aportó mejor conducción del esférico, pero el amontonamiento de hombres y el orden defensivo visitante bastaron para que el marcador ya no se moviera.
Adrian Ilie, por su parte, fue el encargado de echar por la borda toda posibilidad de encarrilar el encuentro de manera positiva. El rumano tuvo dos oportunidades muy claras en los compases iniciales. En el primer minuto, con la portería rival desguarnecida, lanzó el balón a las nubes cuando sólo tenía que empujarlo a la red. Después lo elevó por encima del meta Ricardo, adelantado, pero el cuero tocó en la parte superior del travesaño y se perdió en las gradas. La posibilidad de que el Valencia se colocara con dos goles de ventaja se esfumó y, para colmo de males, poco después llegó el primer gol vallisoletano que vino a poner el compromiso muy cuesta arriba y a sembrar el nerviosismo en las filas locales.
A base de corazón y entrega, que no de buen juego, el Valencia se rehizo y forzó tres saques de esquina consecutivos; en el último llegó el empate y con él la esperanza de volver a remontar un marcador adverso, algo que esta temporada había logrado el equipo varias veces. Las ilusiones se desvanecieron con el error de Cañizares, producto de la enésima cesión atrás por la incapacidad de algunos valencianistas para sacar el balón hacia delante. A esto contribuyó la adelantada presión de los hombres de Moré, con la lección muy bien aprendida. Con el 1-2 en lo alto, Ilie realizó un remate forzado que acabó con el balón tocando el poste derecho y, de ahí, al descanso.
El paréntesis sirvió para reflexionar y todo el mundo extrajo claras conclusiones. Por ejemplo, que no era el día del Valencia, en cuyas filas muy pocos hombres sobresalieron. Por reiterado y conocido no se puede obviar la falta de calidad de este equipo, que volvió a pasar factura. Que Angulo, Ayala, Pellegrino, Albelda o Baraja tengan que ser los encargados de conducir el balón y jugarlo con sentido, es pedir peras al olmo. Y eso se paga. La excepción fueron un par de llegadas muy buenas de Rufete hasta la línea de fondo, que es como se crea peligro de verdad, que evidenciaron, al mismo tiempo, que en el Valencia no había un delantero centro encargado de finalizar las jugadas. Ilie puede haber agotado su crédito. Hasta ahora le salvaban los goles, porque aporta poco más, y ayer ni eso.
El segundo acto ratificó los despropósitos y, a medida que avanzaba el reloj, el Valencia se desquiciaba. O, dicho de otra forma, acabó por desquiciarle un Valladolid muy serio, bien plantado y que a pesar de defender en muchas fases hasta con seis hombres, se bastó con las galopadas de Sales y Luis García -uno por cada banda-, con la inestimable colaboración de Tote. Por detrás apoyaban muy bien Jesús y Fernando. Aimar aportó mejor conducción del esférico, pero el amontonamiento de hombres y el orden defensivo visitante bastaron para que el marcador ya no se moviera.