Ficha de partido
Valencia CF
1 - 1
FC Barcelona
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Rexach
17'
Paquito GarcíaAsist: Tatono García
34'
Descanso
45'
Poli MuñozGabriel Uriarte
68'
ZabalzaMarcial
83'
Enrique Claramunt IIJosé Vicente Forment
84'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: FC Barcelona
Records vs FC Barcelona
Máximo goleador: Mundo Suárez (18 goles)
Goleador rival: Messi (31 goles)
Más partidos: Juan Ramón Santiago (36 partidos)
Mayor victoria: 4 - 0 (18.04.1979)
Mayor derrota: 0 - 7 (03.02.2016)
Más repetido: 1-1 (36 veces)
Crónica
Entradón sin precedentes, con 60.000 espectedores en los graderíos, y recaudación récord en la historia del Valencia C. F.. con ocho millones da pesetas. Lluvia impresionante de confeti al saltar los jugadores locales al campo, y estallido de cohetes y morteros, de la mejor tradición fallera.
Durante los 45 minutos iniciales, el partido he respondido plenamente a la enorme expectación que había despertado. Frente a frente están dos serios aspirantes al titulo, y hay que decir enseguida que demostraron méritos suiicientes para ello. El Valencia, apoyado en su triángulo Paquito - Claramunt - Forment, empujó más y, en un cierto sentido, dio la impresión de dominar la situación, impresión falsa, evidentemente, porque el Barcelona, apretando los machos, de su retaguardia, tuvo también un gran centrocampista en la persona de Marcial, excalentemente respaldado por un rejuvenecido Fusté. Así, el contrataque azulgrana fue siempre un estilete agudo, y no diremos mortal porque la fortuna no le acompañó. Pero lo cierto es que las paradas de mayor apuro se dieron en el portal de Abelardo, y que los suspenses de mayor calibre se produjeron en el área valenciana.
No faltó un solo condimento para que los dos equipos cocinaran un primer tiempo que no dudamos en calificar de fabuloso. Por la calidad del fútbol practicado, por la intrepidez en el juego, por el nervio y garra que exhibieron los 22 contendientes, por la emoción alternativa de ataques y contrataques producidos a un ritmo de vértigo, y, en definitiva, por la espectacularidad de oro de ley que presidió el desarrollo del partido, Antón gobernaba con mano maestra la retaguardia valenciana, mientras Gallego era emperador de la zona retrasada barcelonista. El Valencia contaba con un Paquito clarividente que, además, era su mejor rematador, y el Barcelona. con un Marcial espléndido para canalizar las combinaciones en el centro del terreno.
A los 17 minutos del primer tiempo Fusté sacó una falta empujando el esférico un metro hacLa la derecha desde donde Rexach empalmé un trallazo impresionante que se coló junto a un palo. A los 34 minutos Sol se interna por la demarcación de su extremo derecha, y lanza un centro que Paquito remata sin dejar que la pelota llegue al suelo. El balón paga en la misma cruz izquierda de la portería y al caer tropieza en el brazo de Reina, que se había lanzado a por él, introduciéndose en el marco. El remate fue espectacular y precioso.
En la segunda mitad hubo cambio de decoración. Por un lado, el acertado cambio que hizo Di Siéfano, retirando al ineficaz Uriarte, sustituyéndole por el inquieto y zigzageaante Poli, revigorizó al Valencia y le dió una profundidad que hasta entonces no había tenido. Buena prueba de ello es que Reina se prodigó mucho más que Abelardo, por cierto con una formidable seguridad. Por otro lado, en el Barcelona comenzaron a acusar los síntomas de agotamiento especialmente en Marcial y Fusté, que ya no fueron los de antes, Rexach no encontró tampoco los huecos para su terrible artillería si merecer una mayor atención y vigilancia del roqueño y destacado Antón.
Cada equipo dominó, con astucia, técnica y fuerza, un periodo. El Barcelona tuvo un artillero excepcional en Reixach, y con él solo pudo haber resuelto la partida; pero en la homogeneidad general del juego, y en su regularidad, el Valencia fue mejor como conjunto. Este Valencia actual no es líder de casualidad. Tiene un cuarteto defensivo insuperable, dos creadores de juego como Paquito y Claramunt poco corrientes en nuestro fútbol de hoy, y un ataque con gran sentido de la maniobra y de la profundidad.
La baja de Pellicer se acusó mucho, según nos afirman los compañeros de la prensa valenciana, tanto más cuanto que Uriarte II no existió. Tal vez Di Stéfano debía haber jugado antes de carta de Poi, dejando a Forment de ariete; pero esto pertenece ya a los aracanos del misterio. El Valencia marca pocos goles pero es dificilísimo marcáraelos. Y de aquí a la jornada treinta, tal vez no, ha dicho su última palabra. El próximo domingo, en el Manzanares, en su cheque contra el Atlético de Madrid, es posible que tenga algo que decir, pero de cualquier forma está visto que habrá de contar con él hasta el último momento. El fútbol en Valencia vive una época de oro y de emociones con un público fiel que alienta le marcha da su equipo que tiene la gran ilusión de adjudicarse un título que no gana hace 23 años.
Durante los 45 minutos iniciales, el partido he respondido plenamente a la enorme expectación que había despertado. Frente a frente están dos serios aspirantes al titulo, y hay que decir enseguida que demostraron méritos suiicientes para ello. El Valencia, apoyado en su triángulo Paquito - Claramunt - Forment, empujó más y, en un cierto sentido, dio la impresión de dominar la situación, impresión falsa, evidentemente, porque el Barcelona, apretando los machos, de su retaguardia, tuvo también un gran centrocampista en la persona de Marcial, excalentemente respaldado por un rejuvenecido Fusté. Así, el contrataque azulgrana fue siempre un estilete agudo, y no diremos mortal porque la fortuna no le acompañó. Pero lo cierto es que las paradas de mayor apuro se dieron en el portal de Abelardo, y que los suspenses de mayor calibre se produjeron en el área valenciana.
No faltó un solo condimento para que los dos equipos cocinaran un primer tiempo que no dudamos en calificar de fabuloso. Por la calidad del fútbol practicado, por la intrepidez en el juego, por el nervio y garra que exhibieron los 22 contendientes, por la emoción alternativa de ataques y contrataques producidos a un ritmo de vértigo, y, en definitiva, por la espectacularidad de oro de ley que presidió el desarrollo del partido, Antón gobernaba con mano maestra la retaguardia valenciana, mientras Gallego era emperador de la zona retrasada barcelonista. El Valencia contaba con un Paquito clarividente que, además, era su mejor rematador, y el Barcelona. con un Marcial espléndido para canalizar las combinaciones en el centro del terreno.
A los 17 minutos del primer tiempo Fusté sacó una falta empujando el esférico un metro hacLa la derecha desde donde Rexach empalmé un trallazo impresionante que se coló junto a un palo. A los 34 minutos Sol se interna por la demarcación de su extremo derecha, y lanza un centro que Paquito remata sin dejar que la pelota llegue al suelo. El balón paga en la misma cruz izquierda de la portería y al caer tropieza en el brazo de Reina, que se había lanzado a por él, introduciéndose en el marco. El remate fue espectacular y precioso.
En la segunda mitad hubo cambio de decoración. Por un lado, el acertado cambio que hizo Di Siéfano, retirando al ineficaz Uriarte, sustituyéndole por el inquieto y zigzageaante Poli, revigorizó al Valencia y le dió una profundidad que hasta entonces no había tenido. Buena prueba de ello es que Reina se prodigó mucho más que Abelardo, por cierto con una formidable seguridad. Por otro lado, en el Barcelona comenzaron a acusar los síntomas de agotamiento especialmente en Marcial y Fusté, que ya no fueron los de antes, Rexach no encontró tampoco los huecos para su terrible artillería si merecer una mayor atención y vigilancia del roqueño y destacado Antón.
Cada equipo dominó, con astucia, técnica y fuerza, un periodo. El Barcelona tuvo un artillero excepcional en Reixach, y con él solo pudo haber resuelto la partida; pero en la homogeneidad general del juego, y en su regularidad, el Valencia fue mejor como conjunto. Este Valencia actual no es líder de casualidad. Tiene un cuarteto defensivo insuperable, dos creadores de juego como Paquito y Claramunt poco corrientes en nuestro fútbol de hoy, y un ataque con gran sentido de la maniobra y de la profundidad.
La baja de Pellicer se acusó mucho, según nos afirman los compañeros de la prensa valenciana, tanto más cuanto que Uriarte II no existió. Tal vez Di Stéfano debía haber jugado antes de carta de Poi, dejando a Forment de ariete; pero esto pertenece ya a los aracanos del misterio. El Valencia marca pocos goles pero es dificilísimo marcáraelos. Y de aquí a la jornada treinta, tal vez no, ha dicho su última palabra. El próximo domingo, en el Manzanares, en su cheque contra el Atlético de Madrid, es posible que tenga algo que decir, pero de cualquier forma está visto que habrá de contar con él hasta el último momento. El fútbol en Valencia vive una época de oro y de emociones con un público fiel que alienta le marcha da su equipo que tiene la gran ilusión de adjudicarse un título que no gana hace 23 años.