Ficha de partido
Valencia CF
4 - 0
Gim. Tarragona
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Fernando MorientesAsist: David Villa
13'
Abel Buades
24'
David Villa
43'
Descanso
45'
Mingo
51'
David VillaAsist: Jaime Gavilán
53'
GenereloCampano
56'
IrurzunPortillo
56'
Jaime Gavilán
57'
Miguel Ángel AnguloJoaquín Sánchez
62'
MerinoAbel Buades
64'
Merino
68'
David SilvaFernando Morientes
73'
David VillaAsist: Jaime Gavilán
78'
Jorge LópezDavid Villa
81'
Miguel Ángel Angulo
84'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Gim. Tarragona
Records vs Gim. Tarragona
Máximo goleador: Silvestre Igoa (9 goles)
Goleador rival: Taltavull (3 goles)
Más partidos: Salvador Monzó (8 partidos)
Mayor victoria: 11 - 1 (04.06.1922)
Mayor derrota: 1 - 6 (30.01.1949)
Más repetido: 0-0 (2 veces)
Crónica
Morientes y Villa no fallan. Son letales. Y de ello se beneficia el Valencia. El dúo, recorre kilómetros y kilómetros durante los partidos, pero el técnico no duda en alinearlos. Ellos no descansan. Su frescura es el gol. Tienen una pegada mortal y hacen buenos todos los calificativos que hacia ellos se dirigen. Son goleadores. De pura cepa. Trabajadores goleadores. AnoMorientes y Villa no fallan. Son letales. Y de ello se beneficia el Valencia. El dúo, recorre kilómetros y kilómetros durante los partidos, pero el técnico no duda en alinearlos. Ellos no descansan. Su frescura es el gol. Tienen una pegada mortal y hacen buenos todos los calificativos que hacia ellos se dirigen. Son goleadores. De pura cepa. Trabajadores goleadores. Anoche, sólo sus tantos despertaron a la grada del letargo a la que el equipo sumió en un apático encuentro que, eso sí, sirvió para dejar al Valencia colíder.
Quique es fiel a su filosofía. El técnico está convencido que, una parte del éxito del Valencia, radica en las rotaciones y apuesta por ellas. Éstas, a su juicio, le dan no sólo frescura al equipo, sino que mantienen en alerta a todos los futbolistas, ya que, sabedores de que cualquier despiste les puede condenar al banquillo se sobreponen a cualquier adversidad. Anoche, tal y como había anunciado, Quique echó mano de los cambios dejando en el banquillo a Miguel, Ayala y Vicente. Y claro, se notó, sobre todo en la derecha, donde Cuéllar, un jugador pícaro pero limitado en recursos, le ganó la partida a Curro Torres, desbordándole en una docena de ocasiones; cierto es, que la autoridad de Ayala a la hora de colocar y mantener en alerta a la defensa no la demostró Navarro. Y, de las dudas del dúo valenciano se aprovecharon Makukula y Portillo, aunque sin éxito. Todo lo contrario que Morientes y Villa. El delantero cacereño del Valencia mantiene un permanente idilio con el gol. Y de ello se beneficia el equipo. También de la clase del capitán. De las botas de Albelda nació el primer y discutido gol. El jefe del centro del campo recuperó un balón a la derecha de la medular y en un impecable pase vertical se lo lanzó al inagotable Villa que, en dudosa posición, se lo brindó a Morientes para que éste con la versatilidad que está demostrando desde su llegada lo colocara dentro de la portería.
Sin embargo, abierta la lata, desquiciado el Nàstic y cuando se presuponía que pronto se ampliaría el marcador, el Valencia en vez de aprovechar el momento y certificar la victoria se acomodó para convertir el partido en apático. Sin intensidad y ambición, los valencianistas se acomodaron sobre el césped para, olvidados de cualquier disciplina táctica, hacer cada uno la guerra por su cuenta. Eso sí, con tranquilidad. En la primera parte, intentó gustarse Joaquín -recuperaba la titularidad tras el obligado descanso contra la Roma-, pero el sevillano, que en su nueva etapa como valencianista defiende mucho más que antes, se empeñó en jugar por el centro del campo y no exprimir su habilidad por la banda, para convertir en infructuosas todas sus internadas.
En el descanso debió arengar Quique Sánchez Flores a sus pupilos. O es que la bebida isotónica que bebieron les fue bien. Los valencianistas volvieron enchufarse al partido para descolocar a un Nàstic que veía como sólo Portillo se acercaba a Cañizares. Conforme pasaron los minutos, el Valencia se adueñó del juego para empezar a disfrutar y pasarselo bien. En esas, Gavilán, que estrenaba titularidad en Mestalla, lanzó una falta situada en el lateral izquierdo y el omnipresente, en una de las jugadas que más se entrenan en la Ciudad Deportiva, Villa en un chute directo perforó la portería defendida por Bizarri. El asturiano se volvió loco. De ilusión. Anoche sí, su familia llegada desde Asturias, se encontraba en la grada y él no tardó en dirigirse a ellos y brindarle el gol. Y un guiño cómplice muy particular. El 2-0 transformó el partido. Al contrario de lo ocurrido en la primera parte, el Valencia se agrandó para mutar su insulsa actuación en todo un recital ofensivo donde muchos jugadores intentaron anotar su particular golito. Lo acarició Silva, Edu y Angulo -que sustituyó a Morientes-, pero fue el pichichi Villa el que amplió su cuenta particular al bordar una fenomenal jugada de Gavilán que emanó, como es habitual, de las botas de Albelda. ¡Menuda fiesta!. Quique, quiso agradecer a Villa su esfuerzo y a falta de un cuarto de hora para el final le dió descanso obligando a Mestalla a ponerse en pie. Increíble la ovación.
Y, en pleno éxtasis, el internacional Angulo, jugando de delantero como a él le gusta, se sumó a la fiesta para, tras una enmarañada jugada, anotar el cuarto de la noche . Del Nàstic nada se supo. Un juguete en manos del colíder. Un conjunto que, cuando quiere, sabe a lo que juega, se gusta y contagia de su entusiasmo a la grada. La afición en pie, como pocas veces se recuerda, despidió al equipo con una gran ovación. Y los jugadores, desde el centro del campo, lo agradecieron. Todo un idilio.
Quique es fiel a su filosofía. El técnico está convencido que, una parte del éxito del Valencia, radica en las rotaciones y apuesta por ellas. Éstas, a su juicio, le dan no sólo frescura al equipo, sino que mantienen en alerta a todos los futbolistas, ya que, sabedores de que cualquier despiste les puede condenar al banquillo se sobreponen a cualquier adversidad. Anoche, tal y como había anunciado, Quique echó mano de los cambios dejando en el banquillo a Miguel, Ayala y Vicente. Y claro, se notó, sobre todo en la derecha, donde Cuéllar, un jugador pícaro pero limitado en recursos, le ganó la partida a Curro Torres, desbordándole en una docena de ocasiones; cierto es, que la autoridad de Ayala a la hora de colocar y mantener en alerta a la defensa no la demostró Navarro. Y, de las dudas del dúo valenciano se aprovecharon Makukula y Portillo, aunque sin éxito. Todo lo contrario que Morientes y Villa. El delantero cacereño del Valencia mantiene un permanente idilio con el gol. Y de ello se beneficia el equipo. También de la clase del capitán. De las botas de Albelda nació el primer y discutido gol. El jefe del centro del campo recuperó un balón a la derecha de la medular y en un impecable pase vertical se lo lanzó al inagotable Villa que, en dudosa posición, se lo brindó a Morientes para que éste con la versatilidad que está demostrando desde su llegada lo colocara dentro de la portería.
Sin embargo, abierta la lata, desquiciado el Nàstic y cuando se presuponía que pronto se ampliaría el marcador, el Valencia en vez de aprovechar el momento y certificar la victoria se acomodó para convertir el partido en apático. Sin intensidad y ambición, los valencianistas se acomodaron sobre el césped para, olvidados de cualquier disciplina táctica, hacer cada uno la guerra por su cuenta. Eso sí, con tranquilidad. En la primera parte, intentó gustarse Joaquín -recuperaba la titularidad tras el obligado descanso contra la Roma-, pero el sevillano, que en su nueva etapa como valencianista defiende mucho más que antes, se empeñó en jugar por el centro del campo y no exprimir su habilidad por la banda, para convertir en infructuosas todas sus internadas.
En el descanso debió arengar Quique Sánchez Flores a sus pupilos. O es que la bebida isotónica que bebieron les fue bien. Los valencianistas volvieron enchufarse al partido para descolocar a un Nàstic que veía como sólo Portillo se acercaba a Cañizares. Conforme pasaron los minutos, el Valencia se adueñó del juego para empezar a disfrutar y pasarselo bien. En esas, Gavilán, que estrenaba titularidad en Mestalla, lanzó una falta situada en el lateral izquierdo y el omnipresente, en una de las jugadas que más se entrenan en la Ciudad Deportiva, Villa en un chute directo perforó la portería defendida por Bizarri. El asturiano se volvió loco. De ilusión. Anoche sí, su familia llegada desde Asturias, se encontraba en la grada y él no tardó en dirigirse a ellos y brindarle el gol. Y un guiño cómplice muy particular. El 2-0 transformó el partido. Al contrario de lo ocurrido en la primera parte, el Valencia se agrandó para mutar su insulsa actuación en todo un recital ofensivo donde muchos jugadores intentaron anotar su particular golito. Lo acarició Silva, Edu y Angulo -que sustituyó a Morientes-, pero fue el pichichi Villa el que amplió su cuenta particular al bordar una fenomenal jugada de Gavilán que emanó, como es habitual, de las botas de Albelda. ¡Menuda fiesta!. Quique, quiso agradecer a Villa su esfuerzo y a falta de un cuarto de hora para el final le dió descanso obligando a Mestalla a ponerse en pie. Increíble la ovación.
Y, en pleno éxtasis, el internacional Angulo, jugando de delantero como a él le gusta, se sumó a la fiesta para, tras una enmarañada jugada, anotar el cuarto de la noche . Del Nàstic nada se supo. Un juguete en manos del colíder. Un conjunto que, cuando quiere, sabe a lo que juega, se gusta y contagia de su entusiasmo a la grada. La afición en pie, como pocas veces se recuerda, despidió al equipo con una gran ovación. Y los jugadores, desde el centro del campo, lo agradecieron. Todo un idilio.