Ficha de partido
FC Barcelona
1 - 1
Valencia CF
Equipos titulares
11
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Enrique SauraAsist: Juan José Urruti
20'
Archibald
35'
Descanso
45'
Juan José UrrutiJesús García Pitarch
54'
MarcosCalderé
72'
Jon García
75'
Fernando GómezEnrique Saura
76'
Fernando Gómez
80'
Pichi AlonsoVíctor Muñoz
82'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: FC Barcelona
Records vs FC Barcelona
Máximo goleador: Mundo Suárez (18 goles)
Goleador rival: Messi (31 goles)
Más partidos: Juan Ramón Santiago (36 partidos)
Mayor victoria: 4 - 0 (18.04.1979)
Mayor derrota: 0 - 7 (03.02.2016)
Más repetido: 1-1 (36 veces)
Crónica
Buena temperatura, campo en excelente estado y leve conato de lluvia en los últimos compases del match. Numerosos grupos de seguidores valencianistas que se hicieron notar en el Camp Nou. Una buena entrada, posiblemente la mejor en lo que llevamos de temporada. Arbitraje vulgar del señor Soriano Aladrén, pésimamente auxiliado por sus jueces de banda, y con un tinte anticasero que fue acentuándosea medida que el partido avanzaba. Una fórmula, seguramente, de dejar constancia de que el Camp Nou no le impresiona.
Goles: A los 20 minutos, ataque visitante por el centro con disparo final de Roberto, que Urruti detiene pero no bloca y Saura, oportuno, empuja el balón a las mallas, 0-1. Un cuarto de hora más tarde, centro de Víctor desde la derecha, desvío de cabeza de Carrasco y decisivo remate de Archibald, ya bajo los postes del marco valenciano, 1-1.
La visita del Valencia, de un Valencia que ha sido sometido a un proceso llamémosle de desmitificación da efectos al parecer más que satisfactorios, se temía que se convertiera para los blaugrana en un obstáculo difícil de superar. Y se cumplieron las previsiones. El Valencia de Roberto Gil ha causado en efecto una buena impresión, ha jugado al fútbol cien veces más por ejemplo de lo que lo hizo en reciente visita la Real Sociedad de San Sebastián, que también arañó un punto, pero sin merecerlo, y ha dado en todo momento una sensación de conjunto muy equilibrado y con plena consciencia de sus posibilidades.
Un Barca, que durante veinte minutos (tras el gol valencianista) mandó rotundamente sobre el campo, pero que en lo restante del partido no se puede decir que superara a su adversario, pudo sin embargo haberse hecho con la victoria y no hubiese podido hablarse de marcador injusto. De todos modos, insistimos, también puede afirmarse sin falsear en absoluto lo ocurrido, que los valencianos hicieron méritos suficientes para encontrarse con la recompensa del empate. Y así, en esa nivelación de fuerzas que conjuntamente parece ser la tónica más acusada del actual Campeonato de Liga, el partido Barca-Valencia puede y debe ser considerado un partido sin anormalidades. Dos de los mejores conjuntos de la competición saldaron con igualada una confrontación que ya se preveía difícil. Eso fue todo.
El Barça, ese Barça que prepara el británico Venables y que con diez partidos sin conocer la derrota está firmemente instalado en la cabeza de la tabla, salvaguardó esa impagable imbatibilidad, pero anduvo corto de fuerza y de ánimo en el momento de apretar operativamente el acelerador. La misma historia que se ha producido ya en encuentros anteriores y que determina que los seguidores blaugrana, con todo y la satisfacción de ver a su equipo mandar en la tabla, no logren instalarse en un estado de ánimo de confianza plena en los hombres que defienden sus colores. El liderazgo es un hecho y de importancia que nadie puede negar, pero el temor de que un día pueda verse destruido incluso con estrépito lo que diríase tener no poco de castillo de naipes, es un temor que persiste.
Lo mejor del Barca hoy y lo propio ocurrió en confrontaciones anteriores, ha sido su capacidad de reacción. Cuando los valencianos se adelantaron en el marcador fue cuando el Barça reaccionó, sacó el genio y se hizo dueño absoluto del rectángulo. El Valencia, encerrado en su campo, se defendió con orden, pero encajó un rosario de sobresaltos considerable. Los blaugrana consiguieron el empate y crearon situaciones de gol suficientes para inclinar ya la balanza de una manera decisiva, pero la fase de mando y de superioridad registró un defecto grave: la falta total, absoluta, clamorosa, de rematadores.
La estampa, ya de salida, de un once valenciano que plantea un partido normal y abierto y que en los primeros 20 minutos del mismo se apunta un toma y daca perfectamente equilibrado y en sus réplicas ofensivas dibuja una leve superioridad sobre su adversario lo mismo en imaginación que en peligrosidad. Urruti, a los pies de Joan García, evitó ya a los cuatro minutos que la cosa empezara todavía peor. Y a los 20 llegó el gol blanco, que ciertamente obró de revulsivo. Carrasco en tarde mucho más inspirada que las suyas últimas, Rojo acentuando sus intentonas de infiltración y Schuster redoblando el vigor de su juego, dieron un sesgo aparatoso a la contienda que adquirió un asfixiante color blaugrana. En plena fase de presión, de entrega y de coraje llega el gol del empate, que lo rubrica Archibald para dar todavía más verosimilitud a la iamgen de un Barca que no es líder precisamente por casualidad. Pero el remate, el disparo a puerta, no llega. Schuster hace otro tanto pero alocadamente y los delanteros-delanteros se mantiene enn una línea alarmante de abstinencia cuando de poner a prueba a Sempere se trata. Dominio, mando, agobio, pero... con ese olvido mortal de que la diana última tiene un blanco preciso y único. El único balón de auténtico compromiso que paró Sempere nació de una falta maliciosamente lanzada por Carrasco. Pero en esta ocasión el gol de falta, el gol a balón parado, no entraba por lo visto en el programa.
Puede que por lo denso del calendario liguero y si se quiere también por el tren vivísimo con que fueron disputados los primeros 45 minutos, tras el descanso ambos conjuntos acusaron un bajón en su rendimiento, puede que más acusadamente los barcelonistas. El Valencia no dejó de tener la tentación de conformarse con un marcador que ya le satisfacía, pero casi siempre logró sobreponerse a una tal actitud y le sobraron fuerzas y ánimo para mantener un equilibrio de fuerzas que fue la tónicade todo el segundo período.
El Barca la verdad es que quiso pero no pudo. Y ni la presencia en el último cuarto de hora de dos hombres de ataque logró ningún cambio en los planteamientos. La cobertura blanca en los últimos compases acentuó quizás unos ciertos malos modos y optó no pocas veces por la actitud de defensiva heroica que tan contumazmente hemos visto exhibir a otros equipos.
Goles: A los 20 minutos, ataque visitante por el centro con disparo final de Roberto, que Urruti detiene pero no bloca y Saura, oportuno, empuja el balón a las mallas, 0-1. Un cuarto de hora más tarde, centro de Víctor desde la derecha, desvío de cabeza de Carrasco y decisivo remate de Archibald, ya bajo los postes del marco valenciano, 1-1.
La visita del Valencia, de un Valencia que ha sido sometido a un proceso llamémosle de desmitificación da efectos al parecer más que satisfactorios, se temía que se convertiera para los blaugrana en un obstáculo difícil de superar. Y se cumplieron las previsiones. El Valencia de Roberto Gil ha causado en efecto una buena impresión, ha jugado al fútbol cien veces más por ejemplo de lo que lo hizo en reciente visita la Real Sociedad de San Sebastián, que también arañó un punto, pero sin merecerlo, y ha dado en todo momento una sensación de conjunto muy equilibrado y con plena consciencia de sus posibilidades.
Un Barca, que durante veinte minutos (tras el gol valencianista) mandó rotundamente sobre el campo, pero que en lo restante del partido no se puede decir que superara a su adversario, pudo sin embargo haberse hecho con la victoria y no hubiese podido hablarse de marcador injusto. De todos modos, insistimos, también puede afirmarse sin falsear en absoluto lo ocurrido, que los valencianos hicieron méritos suficientes para encontrarse con la recompensa del empate. Y así, en esa nivelación de fuerzas que conjuntamente parece ser la tónica más acusada del actual Campeonato de Liga, el partido Barca-Valencia puede y debe ser considerado un partido sin anormalidades. Dos de los mejores conjuntos de la competición saldaron con igualada una confrontación que ya se preveía difícil. Eso fue todo.
El Barça, ese Barça que prepara el británico Venables y que con diez partidos sin conocer la derrota está firmemente instalado en la cabeza de la tabla, salvaguardó esa impagable imbatibilidad, pero anduvo corto de fuerza y de ánimo en el momento de apretar operativamente el acelerador. La misma historia que se ha producido ya en encuentros anteriores y que determina que los seguidores blaugrana, con todo y la satisfacción de ver a su equipo mandar en la tabla, no logren instalarse en un estado de ánimo de confianza plena en los hombres que defienden sus colores. El liderazgo es un hecho y de importancia que nadie puede negar, pero el temor de que un día pueda verse destruido incluso con estrépito lo que diríase tener no poco de castillo de naipes, es un temor que persiste.
Lo mejor del Barca hoy y lo propio ocurrió en confrontaciones anteriores, ha sido su capacidad de reacción. Cuando los valencianos se adelantaron en el marcador fue cuando el Barça reaccionó, sacó el genio y se hizo dueño absoluto del rectángulo. El Valencia, encerrado en su campo, se defendió con orden, pero encajó un rosario de sobresaltos considerable. Los blaugrana consiguieron el empate y crearon situaciones de gol suficientes para inclinar ya la balanza de una manera decisiva, pero la fase de mando y de superioridad registró un defecto grave: la falta total, absoluta, clamorosa, de rematadores.
La estampa, ya de salida, de un once valenciano que plantea un partido normal y abierto y que en los primeros 20 minutos del mismo se apunta un toma y daca perfectamente equilibrado y en sus réplicas ofensivas dibuja una leve superioridad sobre su adversario lo mismo en imaginación que en peligrosidad. Urruti, a los pies de Joan García, evitó ya a los cuatro minutos que la cosa empezara todavía peor. Y a los 20 llegó el gol blanco, que ciertamente obró de revulsivo. Carrasco en tarde mucho más inspirada que las suyas últimas, Rojo acentuando sus intentonas de infiltración y Schuster redoblando el vigor de su juego, dieron un sesgo aparatoso a la contienda que adquirió un asfixiante color blaugrana. En plena fase de presión, de entrega y de coraje llega el gol del empate, que lo rubrica Archibald para dar todavía más verosimilitud a la iamgen de un Barca que no es líder precisamente por casualidad. Pero el remate, el disparo a puerta, no llega. Schuster hace otro tanto pero alocadamente y los delanteros-delanteros se mantiene enn una línea alarmante de abstinencia cuando de poner a prueba a Sempere se trata. Dominio, mando, agobio, pero... con ese olvido mortal de que la diana última tiene un blanco preciso y único. El único balón de auténtico compromiso que paró Sempere nació de una falta maliciosamente lanzada por Carrasco. Pero en esta ocasión el gol de falta, el gol a balón parado, no entraba por lo visto en el programa.
Puede que por lo denso del calendario liguero y si se quiere también por el tren vivísimo con que fueron disputados los primeros 45 minutos, tras el descanso ambos conjuntos acusaron un bajón en su rendimiento, puede que más acusadamente los barcelonistas. El Valencia no dejó de tener la tentación de conformarse con un marcador que ya le satisfacía, pero casi siempre logró sobreponerse a una tal actitud y le sobraron fuerzas y ánimo para mantener un equilibrio de fuerzas que fue la tónicade todo el segundo período.
El Barca la verdad es que quiso pero no pudo. Y ni la presencia en el último cuarto de hora de dos hombres de ataque logró ningún cambio en los planteamientos. La cobertura blanca en los últimos compases acentuó quizás unos ciertos malos modos y optó no pocas veces por la actitud de defensiva heroica que tan contumazmente hemos visto exhibir a otros equipos.