Ficha de partido
Valencia CF
2 - 4
FC Barcelona
Equipos titulares
Sustituciones
Ninguno
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Carrasco
19'
Alexanco
24'
Ricardo Arias
27'
Mario Kempes
37'
Descanso
45'
Alexanco
48'
Juan José UrrutiAsist: Mario Kempes
61'
Julio Alberto
62'
Víctor Muñoz
71'
GabrichRojo
72'
César Ferrando
88'
Carrasco (Pen.)
89'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: FC Barcelona
Records vs FC Barcelona
Máximo goleador: Mundo Suárez (18 goles)
Goleador rival: Messi (31 goles)
Más partidos: Juan Ramón Santiago (36 partidos)
Mayor victoria: 4 - 0 (18.04.1979)
Mayor derrota: 0 - 7 (03.02.2016)
Más repetido: 1-1 (36 veces)
Crónica
Lleno casi total en el Luis Casanova y ambiente de gala. 44 millones de recaudación. En el palco, Josep Lluís Vilaseca, director del Deporte catalán. Pitos de salida al Barça pero sin la hostilidad de otras veces. El Valencia botó siete córners por dos el Barcelona. Arbitró Lamo Castillo, castellano. Nuestro polémico árbitro mundialista fue el protagonista destacado del choque porque el público lo convirtió en el personaje clave tras el segundo gol del Barça, que dio paso a un capítulo de incidencias muy desagradable. Intentó un arbitraje riguroso y sin concesiones. A pesar de ello acabó perdiendo los papeles en la recta final convirtiéridose en el centro de las iras del público tras la goleada.
Goles: 0-1, minuto 19. Carrasco, en solitario, remacha el rechace del poste a tiro de Urbano. 0-2, minuto 24. Alesanco ejecuta una falta con gran picardía Sempere también quiere hacerse el listo y deja pasar el balón. Lamo duda unos segundos y acaba concediendo el tanto. 1-2, minuto 37. Kempes, tras tres regates, acorta distancias. 2-2, minuto 60. Urruti, libre de marca, remata un centro de Kempes. 2-3, minuto 62. Lanzamiento de falta de Carrasco al palo y remate final de Julio Alberto. 2-4, minuto 89. Carrasco entra en el área del Valencia, sale Sempere y cae el azulgrana. El árbitro decreta penalty, que transforma el propio «Lobito» tras una interrupción del juego de cuatro minutos por lanzamiento masivo de almohadillas. La guinda de la indignacón valenciana.
Tras un encuentro que en muchas fases nos recordó a aquel de la ida de la Supercopa, que le llevó al triunfo ante el Bilbao en San Mamés por 1-3, el Barcelona obtuvo ayer dos valiosos positivos en el campo del Valencia, al ganar por 2—4, tras un encuentro plagado de incidentes por la actuación arbitral y en el que nuevamente el equipo azulgrana exhibió su formidable contraataque.
Dos semanas después de que el Barcelona sorprendiera en San Mamés al campeón de Liga, en el partido de ida de la Supercopa, el equipo azuigrana ratificó ayer que en campo contrario apenas si tiene rivales. Rivales, se entiende, que jueguen como el Bilbao en su día y el Valencia hoy. Es decir, practicando un juego típico del equipo de casa, con líneas avanzadas, buscando acorralar al contrario. Craso error el del equipo que haga esto ante el actual Barcelona, ya que el contraataque de los azulgranas volvió a hacer ayer estragos en la defensa, esta vez la del Valencia, como podría ser la de otro equipo que hubiera jugado como él.
Tanto Paquito como Menotti plantearon el partido en un 4-4-2, con la gran diferencia de que mientras la primera línea del Valencia estaba casi siempre en el centro del campo, la del Barcelona estaba en el área propia. Quiere decir ello que entre el portero valencianista y la defensa había casi siempre unos 30 o 40 metros de distancia, por donde los ágiles y escurridizos Carrasco, Marcos, Urbano y Alonso, principalmente, penetraban una y otra vez.
Al Barcelona no le interesaban marcajes individuales y en los primeros compases del partido las vigilancias fueron por zonas. Pero al ver que continuamente había capacidad de operación en el equipo azulgrana, hubo una urgente corrección desde el banquillo valenciano, hasta que Paquito ordenó jugar a sus peones al hombre. Pero con marcajes individuales, tampoco mejoró mucho la cosa para el Valencia, ya que la capacidad de operación de los azulgranas venía de la mano de un jugador en un estado peculiar de gracia. Este no es otro que “Lobo” Carrasco, que ayer en Valencia, sin duda, se ha consagrado como la gran figura de este Barcelona que ha perdido a sus dos estrellas extranjeras, Schuster y Maradona.
La diversificación de acciones del 7 azulgrana hizo que el Valencia tuviera que replegarse con urgencia y con precipitación la mayoría de las veces, mientras que otros azulgranas buscaban, por su parte, los huecos precisos para entrar hasta el portal defendido por Sempere. De la mano de Carrasco, como se ha dicho, tanto en la primera como en la segunda parte, el Barcelona fue un equipo entero, si exceptuamos el cuarto de hora inicial de la segunda mitad, en que los azulgranas, con un absurdo complejo de superioridad, se dedicaron a hacer fútbol ortodoxo, lo que no pueden hacer jamás con un equipo en el que predomina la técnica, la potencia y la velocidad y más bien escasea la técnica desde que Schuster y Maradona están lesionados.
Exceptuado ese cuarto de hora, repetimos, el Barcelona, sin llegar a bordar un gran fútbol, sin hacer acciones espectaculares, realizó un juego sencillamente encantador, pasándose el balón al primer toque sus jugadores, casi siempre a la zona, procurando mantener a los defensas y centrocampistas del Valencia lo más alejados posibledel área. En eso influyó decididamente que la táctica del fuera de juego fue aplicada en todo momento con corrección. Así el Valencia sólo podía operar en unos 20 metros en el centro del campo, mientras que el Barcelona disponía de casi todo el terreno para combinarse el balón. Este fue ya el gran secreto en Bilbao, donde el Barcelona escondió el balón al Athletic, lo mismo que ocurrió anoche en Valencia.
Para el éxito, sin duda influyó la consecución del 2-3, en una falta magistralmente ejecutada por Carrasco y rematada tras el choque del balón en el poste por Julio Alberto. Esto cortó las alas al equipo local y se las dio a un Barcelona que al contraataque aún conseguiría marcar, aunque fuera de penalty, en una decidida acción de contragolpe. Hacia el final del partido, el escándalo. Lamo Castillo, el árbitro que había estado acertado en la protestada concesión del segundo gol barcelonista, porque evidentemente él no había levantado el brazo (como suponemos creyó Sempere) para señalar que fuera indirecta la falta
que Alexanco lanzó directamente a gol, tuvo la osadía de señalar penalty, cumplido el minuto 90, al entrar claramente en falta dentro del área el meta Sempere a Carrasco. Allí fue Troya. Se lanzaron al campo centenares de almohadillas, que retrasaron varios minutos la reanudación del juego.
Carrasco no falló y con su lanzamiento ponía, a la vez que rúbrica adecuada a un partido del que había sido la gran estrella, mayor claridad a un resultado que el Barcelona sin duda mereció, porque fue en conjunto muy superior a su rival. Jugando así, a lo práctico, con esta plena conciencia de sus posibilidades actuales, este Barcelona puede hacer mucho daño.
Goles: 0-1, minuto 19. Carrasco, en solitario, remacha el rechace del poste a tiro de Urbano. 0-2, minuto 24. Alesanco ejecuta una falta con gran picardía Sempere también quiere hacerse el listo y deja pasar el balón. Lamo duda unos segundos y acaba concediendo el tanto. 1-2, minuto 37. Kempes, tras tres regates, acorta distancias. 2-2, minuto 60. Urruti, libre de marca, remata un centro de Kempes. 2-3, minuto 62. Lanzamiento de falta de Carrasco al palo y remate final de Julio Alberto. 2-4, minuto 89. Carrasco entra en el área del Valencia, sale Sempere y cae el azulgrana. El árbitro decreta penalty, que transforma el propio «Lobito» tras una interrupción del juego de cuatro minutos por lanzamiento masivo de almohadillas. La guinda de la indignacón valenciana.
Tras un encuentro que en muchas fases nos recordó a aquel de la ida de la Supercopa, que le llevó al triunfo ante el Bilbao en San Mamés por 1-3, el Barcelona obtuvo ayer dos valiosos positivos en el campo del Valencia, al ganar por 2—4, tras un encuentro plagado de incidentes por la actuación arbitral y en el que nuevamente el equipo azulgrana exhibió su formidable contraataque.
Dos semanas después de que el Barcelona sorprendiera en San Mamés al campeón de Liga, en el partido de ida de la Supercopa, el equipo azuigrana ratificó ayer que en campo contrario apenas si tiene rivales. Rivales, se entiende, que jueguen como el Bilbao en su día y el Valencia hoy. Es decir, practicando un juego típico del equipo de casa, con líneas avanzadas, buscando acorralar al contrario. Craso error el del equipo que haga esto ante el actual Barcelona, ya que el contraataque de los azulgranas volvió a hacer ayer estragos en la defensa, esta vez la del Valencia, como podría ser la de otro equipo que hubiera jugado como él.
Tanto Paquito como Menotti plantearon el partido en un 4-4-2, con la gran diferencia de que mientras la primera línea del Valencia estaba casi siempre en el centro del campo, la del Barcelona estaba en el área propia. Quiere decir ello que entre el portero valencianista y la defensa había casi siempre unos 30 o 40 metros de distancia, por donde los ágiles y escurridizos Carrasco, Marcos, Urbano y Alonso, principalmente, penetraban una y otra vez.
Al Barcelona no le interesaban marcajes individuales y en los primeros compases del partido las vigilancias fueron por zonas. Pero al ver que continuamente había capacidad de operación en el equipo azulgrana, hubo una urgente corrección desde el banquillo valenciano, hasta que Paquito ordenó jugar a sus peones al hombre. Pero con marcajes individuales, tampoco mejoró mucho la cosa para el Valencia, ya que la capacidad de operación de los azulgranas venía de la mano de un jugador en un estado peculiar de gracia. Este no es otro que “Lobo” Carrasco, que ayer en Valencia, sin duda, se ha consagrado como la gran figura de este Barcelona que ha perdido a sus dos estrellas extranjeras, Schuster y Maradona.
La diversificación de acciones del 7 azulgrana hizo que el Valencia tuviera que replegarse con urgencia y con precipitación la mayoría de las veces, mientras que otros azulgranas buscaban, por su parte, los huecos precisos para entrar hasta el portal defendido por Sempere. De la mano de Carrasco, como se ha dicho, tanto en la primera como en la segunda parte, el Barcelona fue un equipo entero, si exceptuamos el cuarto de hora inicial de la segunda mitad, en que los azulgranas, con un absurdo complejo de superioridad, se dedicaron a hacer fútbol ortodoxo, lo que no pueden hacer jamás con un equipo en el que predomina la técnica, la potencia y la velocidad y más bien escasea la técnica desde que Schuster y Maradona están lesionados.
Exceptuado ese cuarto de hora, repetimos, el Barcelona, sin llegar a bordar un gran fútbol, sin hacer acciones espectaculares, realizó un juego sencillamente encantador, pasándose el balón al primer toque sus jugadores, casi siempre a la zona, procurando mantener a los defensas y centrocampistas del Valencia lo más alejados posibledel área. En eso influyó decididamente que la táctica del fuera de juego fue aplicada en todo momento con corrección. Así el Valencia sólo podía operar en unos 20 metros en el centro del campo, mientras que el Barcelona disponía de casi todo el terreno para combinarse el balón. Este fue ya el gran secreto en Bilbao, donde el Barcelona escondió el balón al Athletic, lo mismo que ocurrió anoche en Valencia.
Para el éxito, sin duda influyó la consecución del 2-3, en una falta magistralmente ejecutada por Carrasco y rematada tras el choque del balón en el poste por Julio Alberto. Esto cortó las alas al equipo local y se las dio a un Barcelona que al contraataque aún conseguiría marcar, aunque fuera de penalty, en una decidida acción de contragolpe. Hacia el final del partido, el escándalo. Lamo Castillo, el árbitro que había estado acertado en la protestada concesión del segundo gol barcelonista, porque evidentemente él no había levantado el brazo (como suponemos creyó Sempere) para señalar que fuera indirecta la falta
que Alexanco lanzó directamente a gol, tuvo la osadía de señalar penalty, cumplido el minuto 90, al entrar claramente en falta dentro del área el meta Sempere a Carrasco. Allí fue Troya. Se lanzaron al campo centenares de almohadillas, que retrasaron varios minutos la reanudación del juego.
Carrasco no falló y con su lanzamiento ponía, a la vez que rúbrica adecuada a un partido del que había sido la gran estrella, mayor claridad a un resultado que el Barcelona sin duda mereció, porque fue en conjunto muy superior a su rival. Jugando así, a lo práctico, con esta plena conciencia de sus posibilidades actuales, este Barcelona puede hacer mucho daño.