Ficha de partido
Valencia CF
1 - 0
Real Sociedad
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Descanso
45'
AmianoSatrústegui
84'
Daniel Solsona
85'
Ricardo AriasRainer Bonhof
87'
Ángel CastellanosDarío Felman
89'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Real Sociedad
Records vs Real Sociedad
Máximo goleador: Mundo Suárez (21 goles)
Goleador rival: Satrústegui (10 goles)
Más partidos: Vicente Seguí (24 partidos)
Mayor victoria: 7 - 0 (15.09.1940)
Mayor derrota: 0 - 7 (06.05.1928)
Más repetido: 0-1 (20 veces)
Crónica
Noche de buena temperatura, ligeramente fresca, con cierta llovizna hacia el final, del partido. Floja entrada, con sólo unos treinta y tres mil espectadores, con bastantes claros en el campo.
Gol: El único gol del encuentro se produjo a los 39 minutos de juego de la segunda parte, cuando más intensa y vehemente era la ofensiva valencianista a la caza de ese tanto que le proporcionara una victoria que se veía muy difícil. Solsona, desde unos cuarenta metros, tras hacer una breve carrera con el balón en los pies, lanzó un tremendo zambombazo que se coló por una, escuadra batiendo limpiamente a Arconada. Un gran gol, el único del partido.
La primera pate del choque fue de desastre. Nos estamos refinendo, naturalmente, al Valencia. En la segunda, un gran gol de Solsona salvó el partido, y quizá otras muchas cosas. Realmente en la segunda parte el juego del Valencia, había mejorado, también la actitud de los jugadores había cambiado con relación a la primera y la victoria, que le llegó por los pelos, ha de considerase justa, pues además de ese tanto marcado de forma sensacional por Solsona, en un gran disparo, hubo otras dos ocasiones, precisamente las dos a remates de Saura, en que Cortabarría, situado en la misma raya de meta, salvó el gol impidiendo que la pelota llegara a las mallas.
Ha sido, como se deducirá de estas líneas, como del cielo a la tierra lo que ha habido de una parte a otra, en la primera, repito, un verdadero desastre, este Valencia en pleno desbarajuste que no conseguía montar un sólo avance medianamente bueno, con una imprecisión total en sus hombres y también una apatía lamentable a la mayor parte de ellos, era superado por una Real Sociedad que, sin tener un gran juego, se mostraba más rápido, más coherente en su juego con mayor garra en sus hombres.
El juego en esos primeros 45 minutos fue de vaivén continuo, porque la Real Sociedad, que se empleó al contragolpe y en alguna ocasión mostró cierta peligrosidad, la verdad es que no acabó las jugadas, no terminó, por crear esos peligros que por su mejor hacer en medio campo se presentían. El juego fue en esa fase de muy baja calidad y el público lo protestó en varias ocasiones. El público, que había recibido al Valencia con una pita estruendosa, se mostró hostil hacia él cuando su juego era peor, que fue, repito, en esa primera parte.
En la segunda cambió el tono del partido y el Valrncia, merced al mayor ímpetu con que se empleó, consiguió resolverlo. De juego, no es que abundara mucho, pero en cambió puso más vehemencia y más interés en su fútbol y gracias a ello estableció un dominio que la Real Sociedad no consiguió sacudirse casi nunca, pues sólo en dos casiones contraatacó cruzando el medio campo, por cierto que en una de ellas creó un momento de peligro salvado con ciertos apuros por Manzanedo.
Llegó ese gol que lo resolvió todo, pero queda clara la cuestión de que esta crisis de juego que está atravesando el Valencia no se ha resuelto, ni mucho menos, con esta victoria apuradísima. Y es que salvo los defensas Botubot y Cordero, que con lances muy acertados en momentos de peligro impidieron las penetraciones realistas, en los demás no hubo el menor fútbol, el menor sentido de asociación ni casi interés, aunque parezca mentira. Ni las figuras realizaron buen juego, aunque se animara algo en la segunda parte y sólo el lance afortunado alcanzado por Solsona a pocos minutos del final del partido resolvió la cosa.
La Real Sociedad se ha mostrado el equipo duro y tenaz de siempre, con un fútbol muy esquemático, pero muy eficaz para sus fines, dado el tono defensivo que trató de imprimirle con sólo el juego de contragolpes a cargo de Idígoras y Satrústegui, que tuvieron alguna ocasión en la primera parte, no aprovechada, y casi ninguna en la segunda.
Total, una victoria con grandes apuros que al menos le ha proporcionado los puntos al Valencia, ya que no la satisfacción plena con su hinchada que pretendía.
Gol: El único gol del encuentro se produjo a los 39 minutos de juego de la segunda parte, cuando más intensa y vehemente era la ofensiva valencianista a la caza de ese tanto que le proporcionara una victoria que se veía muy difícil. Solsona, desde unos cuarenta metros, tras hacer una breve carrera con el balón en los pies, lanzó un tremendo zambombazo que se coló por una, escuadra batiendo limpiamente a Arconada. Un gran gol, el único del partido.
La primera pate del choque fue de desastre. Nos estamos refinendo, naturalmente, al Valencia. En la segunda, un gran gol de Solsona salvó el partido, y quizá otras muchas cosas. Realmente en la segunda parte el juego del Valencia, había mejorado, también la actitud de los jugadores había cambiado con relación a la primera y la victoria, que le llegó por los pelos, ha de considerase justa, pues además de ese tanto marcado de forma sensacional por Solsona, en un gran disparo, hubo otras dos ocasiones, precisamente las dos a remates de Saura, en que Cortabarría, situado en la misma raya de meta, salvó el gol impidiendo que la pelota llegara a las mallas.
Ha sido, como se deducirá de estas líneas, como del cielo a la tierra lo que ha habido de una parte a otra, en la primera, repito, un verdadero desastre, este Valencia en pleno desbarajuste que no conseguía montar un sólo avance medianamente bueno, con una imprecisión total en sus hombres y también una apatía lamentable a la mayor parte de ellos, era superado por una Real Sociedad que, sin tener un gran juego, se mostraba más rápido, más coherente en su juego con mayor garra en sus hombres.
El juego en esos primeros 45 minutos fue de vaivén continuo, porque la Real Sociedad, que se empleó al contragolpe y en alguna ocasión mostró cierta peligrosidad, la verdad es que no acabó las jugadas, no terminó, por crear esos peligros que por su mejor hacer en medio campo se presentían. El juego fue en esa fase de muy baja calidad y el público lo protestó en varias ocasiones. El público, que había recibido al Valencia con una pita estruendosa, se mostró hostil hacia él cuando su juego era peor, que fue, repito, en esa primera parte.
En la segunda cambió el tono del partido y el Valrncia, merced al mayor ímpetu con que se empleó, consiguió resolverlo. De juego, no es que abundara mucho, pero en cambió puso más vehemencia y más interés en su fútbol y gracias a ello estableció un dominio que la Real Sociedad no consiguió sacudirse casi nunca, pues sólo en dos casiones contraatacó cruzando el medio campo, por cierto que en una de ellas creó un momento de peligro salvado con ciertos apuros por Manzanedo.
Llegó ese gol que lo resolvió todo, pero queda clara la cuestión de que esta crisis de juego que está atravesando el Valencia no se ha resuelto, ni mucho menos, con esta victoria apuradísima. Y es que salvo los defensas Botubot y Cordero, que con lances muy acertados en momentos de peligro impidieron las penetraciones realistas, en los demás no hubo el menor fútbol, el menor sentido de asociación ni casi interés, aunque parezca mentira. Ni las figuras realizaron buen juego, aunque se animara algo en la segunda parte y sólo el lance afortunado alcanzado por Solsona a pocos minutos del final del partido resolvió la cosa.
La Real Sociedad se ha mostrado el equipo duro y tenaz de siempre, con un fútbol muy esquemático, pero muy eficaz para sus fines, dado el tono defensivo que trató de imprimirle con sólo el juego de contragolpes a cargo de Idígoras y Satrústegui, que tuvieron alguna ocasión en la primera parte, no aprovechada, y casi ninguna en la segunda.
Total, una victoria con grandes apuros que al menos le ha proporcionado los puntos al Valencia, ya que no la satisfacción plena con su hinchada que pretendía.