Ficha de partido
Celta de Vigo
0 - 2
Valencia CF
Equipos titulares
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Aníbal Pérez (Falta)
10'
Kurt JaraAsist: Quino Sierra
31'
Descanso
45'
JuanCastro
56'
LezcanoJuan Antonio
56'
Amado
74'
Fernando BarrachinaPepín Pineda
80'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Celta de Vigo
Records vs Celta de Vigo
Máximo goleador: Mundo Suárez (23 goles)
Goleador rival: Hermida (9 goles)
Más partidos: Vicente Asensi (25 partidos)
Mayor victoria: 7 - 0 (28.04.1946)
Mayor derrota: 1 - 5 (17.12.1950)
Más repetido: 1-1 (21 veces)
Crónica
Pocas veces puede un equipo justificar una derrota por la falta de suerte frente al adversario. Si alguna vez se puede echar mano de eso que se ha convertido, por el abuso con que se utiliza, en auténtico tópico, hay que convenir que el Celta no ha merecido este resultado adverso frente al Válencia. Y no queremos restar méritos al conjunto que entrena Alfredo Di Stéfano. Pero hoy la fortuna se puso abiertamente de parte del conjunto levantino y, en dos jugadas desdichadas de Alarcia, lograron subir al marcador los dos goles que habían de decidir una contienda que, en buena lógica, si tenemos en cuenta lo que han hecho unos y otros sobre el terreno de juego, debió inclinarse en favor del conjunto de Balaídos.
El guardameta Alarcia, que tantas y tantas veces ha sido elemento sobresaliente en la defensa de los colores célticos, ha tenido hoy una noche negra. Dos intervenciones suyas, desgraciadas, significaron otros tantos goles que se anotó el Valencia y la resolución de una contienda que convierte al equipo de Alfredo Di Stéfano en líder del actual campeonato de Liga. La primera pifia garrafal de Alarcia se produjo cuando iban solamente diez minutos de luego. El colegiado señaló una falta contra el Celta a la altura de la línea media del equipo vigués. Se encargó Aníbal de ejecutar el castigo y lo hizo Con un tiro raso que no ofrecía el menor peligro para Alarcia. Quizás el meta céltico quiso recoger plácidamente el balón, pero se le escapó de las manos y se fue al fondo de la red. Tres minutos después el Celta, que imponía su dominio desde un principio, se acercaba como tantas otras veces a la meta defendida por Meléndez, y Dobles y Giménez realizan una excelente jugada que resulta infructuosa, porque el guardameta visitante metió con oportunidad y fortuna el puño a un remate de cabeza de Castro y desviaba la pelota a la esquina.
Con un gol en su casillero, el Valencia que posiblemente no podía pensar que iba a verse continuamente favorecido por los desaciertos y las desdichas del rival de turno, se extremó en sus precauciones dedicándose a una labor de contención y entregándose a un juego reposado para conservar la ventaja. Una venta ja que se vio incrementada a la media hora da partido con otro gol parecido el anterior, en esta ocasión del austríaco Jara, el extremo izquierda valencianista, quien desde lejos disparó raso y cruzado. Tampoco ofrecía un peligro el control del balón, pero Alarcia hizo difícil lo fácil y, al intentar recuperarlo de nuevo, lo que hizo fue ayudarlo a alojarló dentro de la red. Naturalmente, dos goles en contra obtenidos de una manera tan absurda en las dos únicas ocasiones en que el Valencia se decidió a ensayar el tiro a puerta, tenían que hacerse notar en el rendimiento y en la moral de Juan Arza. Aún cuando sus muchachos ponían interés, entusiasmo y valentía en la pelea, no han logrado controlar los nervios y, por el contrario, se movían de una manera imprecisa, sin acertar nu una sola vez en los frecuentes disparos que lanzaron sobre la portería visitante. Todo el Valencia aparecía replegado en su área, preocupado sólo de neutralizar las arremetidas del Celta que, dicho sea de paso, no se desarrollaban con el acierto que hubiera deseado la clientela. Fueron dos tiros a puerta, dos tiros, hay que repetirlo, que no ofrecían gran peligro para la portería viguesa, pero que sin embargo proporcionaron dos goles al Valencia que significaban poner en bandeja un triunfo que habñia de colocarle, además, en el primer puesto de la tabla. Cundió, naturalmente, el desorden y el nerviosismo en las filas locales y, aunque se llevó a cabo un mayor dominio, ni una sola vez acertaron a sacar provecho del acoso constante a que han sometido a lo largo de los 90 minutos a la portería valencianista.
Se llegó al descanso con este 2-0 favorable al Valencia que ya no habría de modificarse en la continuación. No había confianza en los muchachos del Celta, que rehuían toda ocasión de ceder el balón a su portero y, de salida, al reanudarse el juego, se produjo una escapada rapidísima del extremo izquierdo Jara, con tiro que Alarcia no atajó, a pesar de haberse lanzado. A los 10 minutos de esta segunda mitad el preparador céltico dio entrada a Lezcano y Juan reemplazando respectivamente a Juan Antonio y Castro. La misma tónica de juego, acción ofensiva del Celta pero desordenada y actitud de contención por parte del Valencia y también, porque todo hay que decirlo, mal y desacierto en los locales a la hora del remate.
Solamente Jara realizaba en solitario alguna que otra incursión en terreno céltico que motivaba los consiguientes temores entre el público, pues se desconfiaba ya de que Alarcia pudiera intervenir con acierto. Fue, como decimos, la noche negra del guardameta Alarcia, a quien debe el Valencia el triunfo con el que no contaba a la hora de analizar las posibilidades.
A los 35 minutos de este segundo tiempo se retiró Pepín, dando entrada en las filas valencianas a Barrachina, para reforzar aún más la muralla defensiva que había establecido. Cuando se jugaban los últimos minutos, se produjo una falta contra el Valencia al borde del área, fue lanzada por Navarro, cambiando el balón al lado derecho donde se hallaba Jiménez, quien disparó raso y cruzado batiendo a Meléndez. Pero el árbitro, señar Olavarria, determinó que el tanto no era válido y como Jiménez protestó, le mostró la tarjeta blanca (ya antes había hacho lo mismo con Fernández Amado como consecuencia de un choque). Se llegó al final sin que se alterase el marcador.
El guardameta Alarcia, que tantas y tantas veces ha sido elemento sobresaliente en la defensa de los colores célticos, ha tenido hoy una noche negra. Dos intervenciones suyas, desgraciadas, significaron otros tantos goles que se anotó el Valencia y la resolución de una contienda que convierte al equipo de Alfredo Di Stéfano en líder del actual campeonato de Liga. La primera pifia garrafal de Alarcia se produjo cuando iban solamente diez minutos de luego. El colegiado señaló una falta contra el Celta a la altura de la línea media del equipo vigués. Se encargó Aníbal de ejecutar el castigo y lo hizo Con un tiro raso que no ofrecía el menor peligro para Alarcia. Quizás el meta céltico quiso recoger plácidamente el balón, pero se le escapó de las manos y se fue al fondo de la red. Tres minutos después el Celta, que imponía su dominio desde un principio, se acercaba como tantas otras veces a la meta defendida por Meléndez, y Dobles y Giménez realizan una excelente jugada que resulta infructuosa, porque el guardameta visitante metió con oportunidad y fortuna el puño a un remate de cabeza de Castro y desviaba la pelota a la esquina.
Con un gol en su casillero, el Valencia que posiblemente no podía pensar que iba a verse continuamente favorecido por los desaciertos y las desdichas del rival de turno, se extremó en sus precauciones dedicándose a una labor de contención y entregándose a un juego reposado para conservar la ventaja. Una venta ja que se vio incrementada a la media hora da partido con otro gol parecido el anterior, en esta ocasión del austríaco Jara, el extremo izquierda valencianista, quien desde lejos disparó raso y cruzado. Tampoco ofrecía un peligro el control del balón, pero Alarcia hizo difícil lo fácil y, al intentar recuperarlo de nuevo, lo que hizo fue ayudarlo a alojarló dentro de la red. Naturalmente, dos goles en contra obtenidos de una manera tan absurda en las dos únicas ocasiones en que el Valencia se decidió a ensayar el tiro a puerta, tenían que hacerse notar en el rendimiento y en la moral de Juan Arza. Aún cuando sus muchachos ponían interés, entusiasmo y valentía en la pelea, no han logrado controlar los nervios y, por el contrario, se movían de una manera imprecisa, sin acertar nu una sola vez en los frecuentes disparos que lanzaron sobre la portería visitante. Todo el Valencia aparecía replegado en su área, preocupado sólo de neutralizar las arremetidas del Celta que, dicho sea de paso, no se desarrollaban con el acierto que hubiera deseado la clientela. Fueron dos tiros a puerta, dos tiros, hay que repetirlo, que no ofrecían gran peligro para la portería viguesa, pero que sin embargo proporcionaron dos goles al Valencia que significaban poner en bandeja un triunfo que habñia de colocarle, además, en el primer puesto de la tabla. Cundió, naturalmente, el desorden y el nerviosismo en las filas locales y, aunque se llevó a cabo un mayor dominio, ni una sola vez acertaron a sacar provecho del acoso constante a que han sometido a lo largo de los 90 minutos a la portería valencianista.
Se llegó al descanso con este 2-0 favorable al Valencia que ya no habría de modificarse en la continuación. No había confianza en los muchachos del Celta, que rehuían toda ocasión de ceder el balón a su portero y, de salida, al reanudarse el juego, se produjo una escapada rapidísima del extremo izquierdo Jara, con tiro que Alarcia no atajó, a pesar de haberse lanzado. A los 10 minutos de esta segunda mitad el preparador céltico dio entrada a Lezcano y Juan reemplazando respectivamente a Juan Antonio y Castro. La misma tónica de juego, acción ofensiva del Celta pero desordenada y actitud de contención por parte del Valencia y también, porque todo hay que decirlo, mal y desacierto en los locales a la hora del remate.
Solamente Jara realizaba en solitario alguna que otra incursión en terreno céltico que motivaba los consiguientes temores entre el público, pues se desconfiaba ya de que Alarcia pudiera intervenir con acierto. Fue, como decimos, la noche negra del guardameta Alarcia, a quien debe el Valencia el triunfo con el que no contaba a la hora de analizar las posibilidades.
A los 35 minutos de este segundo tiempo se retiró Pepín, dando entrada en las filas valencianas a Barrachina, para reforzar aún más la muralla defensiva que había establecido. Cuando se jugaban los últimos minutos, se produjo una falta contra el Valencia al borde del área, fue lanzada por Navarro, cambiando el balón al lado derecho donde se hallaba Jiménez, quien disparó raso y cruzado batiendo a Meléndez. Pero el árbitro, señar Olavarria, determinó que el tanto no era válido y como Jiménez protestó, le mostró la tarjeta blanca (ya antes había hacho lo mismo con Fernández Amado como consecuencia de un choque). Se llegó al final sin que se alterase el marcador.