Ficha de partido
RCD Espanyol
1 - 2
Valencia CF
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Manuel Botubot
27'
Manuel Botubot
28'
MarañónPenalty fallado
35'
Ángel Castellanos
37'
Descanso
45'
Manuel GálvezFernando Morena
45'
MorelEscalza
45'
Martínez
49'
ÁngelArabi
54'
Ángel
75'
José CerveróJavier Subirats
87'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: RCD Espanyol
Records vs RCD Espanyol
Máximo goleador: Mundo Suárez (21 goles)
Goleador rival: Prat (9 goles)
Más partidos: Juan Ramón Santiago (28 partidos)
Mayor victoria: 4 - 0 (19.10.2003)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.06.1928)
Más repetido: 2-1 (25 veces)
Crónica
El Valencia, que durante una fase del Campeonato pareció perfilarse como el equipo más en forma y con mayores posibilidades de a fin de cuentas hacerse con el título, entró después en un bache evidente (el tema Kempes, algo tuvo que ver en todo ello) y, ya en los últimos partidos pudo parecer que su candidatura para el rush final apenas, si contaba. Pero al amparo del desconcierto general imperante en el grupo de cabeza (Con la excepción del Real Madrid, que, contra corriente, marcha ahora para arriba) y aunque fuese a trompicones, el Valencia, que el domingo último pasó todos los apuros del mundo para vencer al Murcia en el Luis Casanova, se presentaba en Sarriá todavía con posibilidades, o por lo menos así lo aseguraban sus técnicos con un optimismo apriorístico que no veíamos muy claro.
Esa tibia, resurrección valencianista diríase que ha tenido ahora confirmación. Los dos positivos ahí están y es innegable que la clasificación de los chicos de Pasieguito vuelve a contar. Pero hará falta decir, antes de pormenorizar lo visto en el, partido de ayer tarde, que la victoria blanca en Sarriá tuvo no poco de azarosa y afortunada. Un Español un tanto descohesionado en medio campo y cobertura la ausencia de Molinos se dejó sentir mereció como mínimo empatar
el partido. Y lo mostrado por el Valencia pese a su triunfo final, anda muy lejos de desmentir, que los hombres que prepara Pasieguito hayan vuelto a encontrar un nivel de rendimiento satisfactorio.
Pero el azar en futbol, por más que una y otra vez nos empeñemos en olvidarlo, juega siempre un papel de protagonista. Y el azar quiso que un equipo blanquiazul que regresaba victorioso del Molinón (un Molinón en el que el líder ha sido lapidado) viera evaporarse los dos positivos tan brillantemente conquistados, para satisfacción de quinielistas fantasiosos.
El primer tiempo fue, en no pocos aspectos, de un equilibrio de fuerza considerable. Pero, en un aspecto, y no ciertamente desdeñable, el de marcar goles, los visitantes se adelantaron con contundencia más que suficiente para marcar el rumbo del partido de un modo ya definitivo. Situaciones de gol claras, apenas si las hubo, siendo Fortes y Saura con sus acciones, los dos hombres que en todo caso crearon momentos de peligrosidad atacante.
Con todo, los visitantes se movieron más homogéneamente en el medio campo. Solsona fue figura destacada en ese sentido, y aun cuando el ataque blanco no pudo entrar propiamente en acción por cuanto Morena acusando una entrada a los pocos minutos de partido, quedó convertido prácticamente en un inválido, tal vez fuese perceptible una leve superioridad visitante. Tan leve, de todos modos, que con un solo gol de ventaja hubiese quedado más que reflejada.
Pero no fue un gol, sino dos los que subieron al marcador y el peligro de un tercero, en fase de desconcierto blanquiazul, casi se tocó con las manos. Psicologicamente, la gran frustración españolista se materializó cuando a los 35 minutos (0-1 en el marcador) un derribo a Fortes fue sancionado con la pena máxima y Marañón, que se encargó de su ejecución, estuvo tan poco inspirado que el meta Sempere anuló el disparo. Tras el fallo del penalty, segundo gol valencianista fulminante, y el partido que parecía escaparse irremisiblemente...
Tras el descanso no salió Escalza y sí lo hizo el paraguayo Morel (que no mejoraría anteriores partidos) y a los 9 m. se retiró Arabí y entró Angel que tuvo una buena actuación. Roberto marcaba por el Español a los cinco minutos de esta segunda mitad y dados los valores sobre todo temperamentales del bloque blanquiazul, entrevimos la posibilidad de que el cuadro local consiguiese todavía darle la vuelta al partido, aunque el Valencia, dicho sea en honor suyo, no cayó en la trampa del repliegue para defender su ventaja, sino que siguió inquietando tenazmente el marco defendido por Urruti.
Un episodio no basta seguramente para explicar todo un encuentro. Sin embargo, creemos que Marañón, que ya al malograr el penalty erosionó considerablemente el fervor españolista, en el segundo tiempo al desperdiciar claramente una ocasión única de gol a los 20 minutos fue de nuevo, por segunda vez, un fulminante fermento de desmoralización para todos sus compañeros. El goleador oficial de la casa no tuvo su tarde y en los dos momentos clave reseñados es más que posible que entrase en funciones la barrera que cerraba definitivamente toda posibilidad de rectificación para su equipo.
El Valencia, todo ha de decirse, tuvo el mérito apreciable de defender la ventaja de manera ordenada y en ese aspecto no puede regateársele eficacia. El cronómetro además, como ocurre siempre en tales circunstancias, trabajó en favor de los visitantes y el desesperado nerviosismo de los locales desembocó, siempre ocurre lo mismo, en un tozudo bombear de balones, falto de ideas y de profundidad real.
Remates de Angel y Saura y un centro-chut de Morel bordearon el gol. Pero el partido, que ya se torció al no transformarse la pena máxima del primer tiempo, quedó irremisiblemente sentenciado al desaprovechar en el segundo una de esas situaciones de gol que sólo se presentan muy de tarde en tarde. Es lícito que el Español tenga la sensación de haberse dejado arrebatar un punto, uno cuando menos. Pero no es menos lícito que los valencianistas sientan que supieron orquestar inteligentemente el partido y que los dos puntos son la recompensa que en verdad merecían.
Esa tibia, resurrección valencianista diríase que ha tenido ahora confirmación. Los dos positivos ahí están y es innegable que la clasificación de los chicos de Pasieguito vuelve a contar. Pero hará falta decir, antes de pormenorizar lo visto en el, partido de ayer tarde, que la victoria blanca en Sarriá tuvo no poco de azarosa y afortunada. Un Español un tanto descohesionado en medio campo y cobertura la ausencia de Molinos se dejó sentir mereció como mínimo empatar
el partido. Y lo mostrado por el Valencia pese a su triunfo final, anda muy lejos de desmentir, que los hombres que prepara Pasieguito hayan vuelto a encontrar un nivel de rendimiento satisfactorio.
Pero el azar en futbol, por más que una y otra vez nos empeñemos en olvidarlo, juega siempre un papel de protagonista. Y el azar quiso que un equipo blanquiazul que regresaba victorioso del Molinón (un Molinón en el que el líder ha sido lapidado) viera evaporarse los dos positivos tan brillantemente conquistados, para satisfacción de quinielistas fantasiosos.
El primer tiempo fue, en no pocos aspectos, de un equilibrio de fuerza considerable. Pero, en un aspecto, y no ciertamente desdeñable, el de marcar goles, los visitantes se adelantaron con contundencia más que suficiente para marcar el rumbo del partido de un modo ya definitivo. Situaciones de gol claras, apenas si las hubo, siendo Fortes y Saura con sus acciones, los dos hombres que en todo caso crearon momentos de peligrosidad atacante.
Con todo, los visitantes se movieron más homogéneamente en el medio campo. Solsona fue figura destacada en ese sentido, y aun cuando el ataque blanco no pudo entrar propiamente en acción por cuanto Morena acusando una entrada a los pocos minutos de partido, quedó convertido prácticamente en un inválido, tal vez fuese perceptible una leve superioridad visitante. Tan leve, de todos modos, que con un solo gol de ventaja hubiese quedado más que reflejada.
Pero no fue un gol, sino dos los que subieron al marcador y el peligro de un tercero, en fase de desconcierto blanquiazul, casi se tocó con las manos. Psicologicamente, la gran frustración españolista se materializó cuando a los 35 minutos (0-1 en el marcador) un derribo a Fortes fue sancionado con la pena máxima y Marañón, que se encargó de su ejecución, estuvo tan poco inspirado que el meta Sempere anuló el disparo. Tras el fallo del penalty, segundo gol valencianista fulminante, y el partido que parecía escaparse irremisiblemente...
Tras el descanso no salió Escalza y sí lo hizo el paraguayo Morel (que no mejoraría anteriores partidos) y a los 9 m. se retiró Arabí y entró Angel que tuvo una buena actuación. Roberto marcaba por el Español a los cinco minutos de esta segunda mitad y dados los valores sobre todo temperamentales del bloque blanquiazul, entrevimos la posibilidad de que el cuadro local consiguiese todavía darle la vuelta al partido, aunque el Valencia, dicho sea en honor suyo, no cayó en la trampa del repliegue para defender su ventaja, sino que siguió inquietando tenazmente el marco defendido por Urruti.
Un episodio no basta seguramente para explicar todo un encuentro. Sin embargo, creemos que Marañón, que ya al malograr el penalty erosionó considerablemente el fervor españolista, en el segundo tiempo al desperdiciar claramente una ocasión única de gol a los 20 minutos fue de nuevo, por segunda vez, un fulminante fermento de desmoralización para todos sus compañeros. El goleador oficial de la casa no tuvo su tarde y en los dos momentos clave reseñados es más que posible que entrase en funciones la barrera que cerraba definitivamente toda posibilidad de rectificación para su equipo.
El Valencia, todo ha de decirse, tuvo el mérito apreciable de defender la ventaja de manera ordenada y en ese aspecto no puede regateársele eficacia. El cronómetro además, como ocurre siempre en tales circunstancias, trabajó en favor de los visitantes y el desesperado nerviosismo de los locales desembocó, siempre ocurre lo mismo, en un tozudo bombear de balones, falto de ideas y de profundidad real.
Remates de Angel y Saura y un centro-chut de Morel bordearon el gol. Pero el partido, que ya se torció al no transformarse la pena máxima del primer tiempo, quedó irremisiblemente sentenciado al desaprovechar en el segundo una de esas situaciones de gol que sólo se presentan muy de tarde en tarde. Es lícito que el Español tenga la sensación de haberse dejado arrebatar un punto, uno cuando menos. Pero no es menos lícito que los valencianistas sientan que supieron orquestar inteligentemente el partido y que los dos puntos son la recompensa que en verdad merecían.