Ficha de partido
Valencia CF
2 - 2
Dep. Coruña
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Tristán
23'
Roberto Ayala
26'
Carlos Marchena
30'
Rubén Baraja
43'
Descanso
45'
Andrade
49'
Munitis
50'
David Villa (Pen.)
51'
Tristán
51'
Munitis
59'
ColocciniRubén Castro
64'
Romero
66'
David Albelda
70'
MomoValerón
70'
Fabio AurelioDavid Villa
72'
Patrick KluivertMiguel Ángel Mista
77'
Miguel BritoAsist: Fabio Aurelio
80'
Miguel Ángel AnguloPablo Aimar
83'
TabordaTristán
83'
Sergio
84'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Dep. Coruña
Records vs Dep. Coruña
Máximo goleador: David Villa (10 goles)
Goleador rival: Bebeto (5 goles)
Más partidos: Vicente Asensi (20 partidos)
Mayor victoria: 7 - 1 (23.01.1949)
Mayor derrota: 1 - 5 (19.02.1950)
Más repetido: 2-1 (14 veces)
Crónica
El Valencia ya se veía durmiendo a pierna suelta en la suite de la Liga, en lo más alto del liderato. Se lo había ganado. Sufrió, ofreció buen juego, sacó toda su raza, pero el fútbol no vive sólo de esto. A veces un despiste de escasos segundos te despierta del sueño. Y esto fue justamente lo que ocurrió. Había costado mucho marcar el gol de la victoria. Ocasiones y más ocasiones. Pero no había manera. Y en estas apareció el clon de Angloma. Miguel se marcó un zapatazo que aún no se cree ni él. Con ese golazo el Valencia ya era líder. Justo lo que pedía Quique. Acostarse en lo más alto. Pero cuando los angelitos aparecían en los sueños de los valencianistas llegó la pesadilla.
Con todos los jugadores de Quique buscando el área rival, el Deportivo se aproximó con una velocidad inusitada por la banda de Miguel y ¡zas!, centro y allí estaba Sergio, a quien nadie había invitado, para batir a Mora. Era el momento de la injusticia. Pero a veces estas llegan. Desánimo. Se había derrumbado todo lo construido con esfuerzo, con mucho trabajo, ya que diez valientes se tuvieron que jugar el partido por la expulsión de Baraja en la primera parte. Aun así lo intentaron hasta el final. En un minuto, Angulo, Vicente y Kluivert pudieron truncar ese mal momento. Pero no era el día de alcanzar el liderato. Llegarán nuevas oportunidades.
Si el equipo se desenvuelve como la hizo en la segunda mitad, no hay duda de esto. Contar con hombres como Vicente, Aimar o Villa permite jugar casi con ventaja. Qué calidad. El argentino conjugó buenas acciones y malos modos, como el escupitajo a Capdevila. Quique le situó en la banda derecha y ahí buscó crear peligro, pero no fue uno de sus mejores días. En cambio, en la Liga española no hay ningún futbolista como el valenciano. Hace lo que quiere y como quiere. Quizá el Valencia pudo cargar más el juego por la banda izquierda, pero es que el de Benicalap llegó al final casi fundido. Eso sí, en los minutos precedentes surtió de balones a Villa, a quien no le tiembla el pulso, como ocurrió cuando tuvo que repetir el penalti.
Ese tanto, al inicio de la segunda mitad, dio mucha vida al Valencia. El Deportivo se había ido al descanso con la ventaja de un tanto que dio en bandeja el Valencia con sendos fallos de Mora y Albelda. Pero el equipo no se derrumbó. Eso se llama fortaleza mental. Tras el empate logrado por el asturiano y la expulsión de Munitis, el Valencia encerró al Deportivo. Le dio una auténtica lección. Por una banda y por otra. Por el centro. Como quiso y por donde quiso, aunque todo se fue al garete.
Y eso que había rozado la épica con diez jugadores. En los primeros 45 minutos fue un Valencia gaseoso. Espuma al inicio y calma al final. Esto en lo que al juego se refiere, porque en los últimos coletazos del primer tiempo el césped parecía un ring, con escupitajos y malos modos. Pero hasta llegar ahí el Deportivo fue quien tuvo las oportunidades. Caparrós supo anular las virtudes del equipo blanquinegro, que al inicio dominaba el juego pero se perdía en naderías. En cambio, el Deportivo no avisaba. Y llegó el gol. Pero fue una acción pasajera, porque desde este momento sólo ofreció fútbol un equipo y ese fue el Valencia. Y, además, del bueno.
Con todos los jugadores de Quique buscando el área rival, el Deportivo se aproximó con una velocidad inusitada por la banda de Miguel y ¡zas!, centro y allí estaba Sergio, a quien nadie había invitado, para batir a Mora. Era el momento de la injusticia. Pero a veces estas llegan. Desánimo. Se había derrumbado todo lo construido con esfuerzo, con mucho trabajo, ya que diez valientes se tuvieron que jugar el partido por la expulsión de Baraja en la primera parte. Aun así lo intentaron hasta el final. En un minuto, Angulo, Vicente y Kluivert pudieron truncar ese mal momento. Pero no era el día de alcanzar el liderato. Llegarán nuevas oportunidades.
Si el equipo se desenvuelve como la hizo en la segunda mitad, no hay duda de esto. Contar con hombres como Vicente, Aimar o Villa permite jugar casi con ventaja. Qué calidad. El argentino conjugó buenas acciones y malos modos, como el escupitajo a Capdevila. Quique le situó en la banda derecha y ahí buscó crear peligro, pero no fue uno de sus mejores días. En cambio, en la Liga española no hay ningún futbolista como el valenciano. Hace lo que quiere y como quiere. Quizá el Valencia pudo cargar más el juego por la banda izquierda, pero es que el de Benicalap llegó al final casi fundido. Eso sí, en los minutos precedentes surtió de balones a Villa, a quien no le tiembla el pulso, como ocurrió cuando tuvo que repetir el penalti.
Ese tanto, al inicio de la segunda mitad, dio mucha vida al Valencia. El Deportivo se había ido al descanso con la ventaja de un tanto que dio en bandeja el Valencia con sendos fallos de Mora y Albelda. Pero el equipo no se derrumbó. Eso se llama fortaleza mental. Tras el empate logrado por el asturiano y la expulsión de Munitis, el Valencia encerró al Deportivo. Le dio una auténtica lección. Por una banda y por otra. Por el centro. Como quiso y por donde quiso, aunque todo se fue al garete.
Y eso que había rozado la épica con diez jugadores. En los primeros 45 minutos fue un Valencia gaseoso. Espuma al inicio y calma al final. Esto en lo que al juego se refiere, porque en los últimos coletazos del primer tiempo el césped parecía un ring, con escupitajos y malos modos. Pero hasta llegar ahí el Deportivo fue quien tuvo las oportunidades. Caparrós supo anular las virtudes del equipo blanquinegro, que al inicio dominaba el juego pero se perdía en naderías. En cambio, el Deportivo no avisaba. Y llegó el gol. Pero fue una acción pasajera, porque desde este momento sólo ofreció fútbol un equipo y ese fue el Valencia. Y, además, del bueno.