Ficha de partido: 30.10.2005: Valencia CF 1 - 1 Racing de Santander

Ficha de partido

Valencia CF
Valencia CF
1 - 1
Rac. Santander
Rac. Santander

Equipos titulares

Timeline del partido

escudo local
Inicio del partido
0'
escudo visitante
David Albelda
12'
Aganzo
29'
Oriol
37'
Moratón
39'
Descanso
45'
Patrick Kluivert
57'
Miguel Ángel AnguloPatrick Kluivert
62'
Felipe Melo
63'
WilfredAganzo
69'
SerranoDalmat
74'
MatabuenaAntonio
76'
Fabio AurelioRubén Baraja
77'
Marco Di VaioMiguel Brito
77'
Final del partido
90'

Estadio



Nombre: Mestalla
Aforo: 55.000 espectadores
Ubicación: Valencia (Valencia) 
Inauguración: 20/05/1923

Rival: Rac. Santander

Records vs Rac. Santander

Máximo goleador: José Vilanova (7 goles)
Goleador rival: Cisco (9 goles)
Mayor victoria: 8 - 1 (03.10.1954)
Mayor derrota: 0 - 5 (31.03.1935)
Más repetido: 1-2 (13 veces)

Crónica

El Valencia se ha acostumbrado a sufrir. Ha abandonado los momentos de alborozo que se vivían tras los triunfos. Cada vez resulta más difícil ganar. Incluso en Mestalla. Y aunque hubiera marcado el segundo tanto en las cuatro ocasiones que tuvo en los minutos finales, daría igual. Variaría la clasificación pero no el desánimo de los aficionados.

De nada sirve adelantarse en el marcador. Parece incluso que sea perjudicial. Marcan y los jugadores se van para atrás. Permiten que los rivales les coman el terreno. Esto fue lo que sucedió, una vez más, y el Racing no lo desaprovechó. Al menos los seguidores disfrutaron de una obra de arte. Albelda imitó a los virtuosos del balón y se marcó un zapatazo con la izquierda que asombró a todos. Será difícil que marque un gol similar. En el banquillo varios compañeros se llevaron las manos a la cabeza. No se lo creían. Incluso Kluivert le limpió la bota. ¿Pero de verdad era Albelda, ese que parece que sólo sabe defender? El espíritu de Maradona se dio un paseo por las entrañas del valenciano y por unos instantes pareció que el pelusa estaba en Mestalla.

Pero sólo fue un espejismo. El equipo había dejado de serlo. Ayala discutía con Baraja, y Albelda, el del majestuoso tanto, también mediaba en el debate. Era un mal síntoma y los peores augurios se cumplieron. El Valencia iba por delante en el marcador pero parecía lo contrario. No pasaba del área grande. Ahí morían todos los ataques. Quique apostó por dos delanteros natos. Pero el balón no les llegaba. Ni Baraja, ni Aimar, ni Vicente ofrecían soluciones. No fue el día de los artistas. Mientras, el Racing jugaba casi a placer y Dalmat se marcó un jugadón por la banda de Miguel para que entre Aganzo y Melo igualaran el marcador. Se repetía la historia de siempre. Los seguidores con problemas de corazón, que cada día hay más en Mestalla, ya temblaban.

El Racing, con dos canteranos que nadie conocía y retales de otros equipos, hacía más que el Valencia. Los silbidos empezaban a aparecer. El descontrol cada vez asustaba más. El balón pasaba de la defensa a la delantera sin parar en la sala de máquinas y todos esperaban a ver cuándo Quique se decidía a dar entrada a Angulo para que Aimar jugara en su sitio. Era la esperanza que albergaban los aficionados. El técnico retiró a Kluivert y racionalizó el equipo. La gente se animaba y, además, el jugador del Racing Felipe Melo decidía que ya era hora de marcharse del campo. Insultó al árbitro asistente y dejó a su equipo con diez. Ahora no se podía fallar. Las facilidades aumentaban. Pero ni por esas. El Racing seguía tocando el balón con comodidad y hasta Dalmat se atrevía a lanzar una vaselina a Cañizares. Demasiada osadía. Porque el Valencia, aún estando mal, tiene arreones que pueden tumbar a cualquiera.

En los últimos 25 minutos lo intentó y llegaron las ocasiones. Hasta el palo se puso en contra del Valencia en un remate de Villa. Quique decidió que era el momento de tirar la casa por la ventana y situó tres delanteros. Pero nada. Aouate se dedicó a agravar los problemas del Valencia con paradas de mérito. Minuto 90. Los aficionados se metían la mano en el bolsillo para sacar el pañuelo, pero entre Vicente y Moretti quisieron que los escondieran. No lo consiguieron. Se oyeron silbidos y en algunas zonas de la grada el blanco dominaba. En una semana se ha pasado del éxtasis al desánimo pese a que sólo se está a cinco puntos del liderato y a uno de la Champions. Pero ni esto ahoga las penas. Demasiadas debilidades.