Ficha de partido
CA Osasuna
1 - 1
Valencia CF
Equipos titulares
11
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Roberto Ayala
9'
Puñal (Pen.)
34'
Emiliano Moretti
35'
Descanso
45'
Fernando MorientesDavid Albelda
58'
WebóSoldado
58'
Miguel BritoCurro Torres
67'
Miguel Ángel Angulo
71'
Raúl García
79'
Corrales
80'
Carlos Marchena
82'
Hugo Viana
83'
MuñozJuanfran
86'
Fernando MorientesAsist: Miguel Brito
91'
Final del partido
92'
Estadio
Rival: CA Osasuna
Records vs CA Osasuna
Máximo goleador: David Villa (7 goles)
Goleador rival: Echeverría (7 goles)
Más partidos: David Albelda (21 partidos)
Mayor victoria: 4 - 0 (02.05.2012)
Mayor derrota: 0 - 3 (15.12.1999)
Más repetido: 1-0 (13 veces)
Crónica
El Valencia se quedó a medias. El empate entre Barça y Real Madrid y la derrota del Sevilla permitían al conjunto de Quique acercarse a un punto del liderato. Pero no pudo ser. Empató a uno contra el Osasuna con un gol de Morientes con el tiempo ya cumplido. Antes Puñal anotó tras un penalti polémico.
No hay manera. Este Valencia no escarmienta. Técnico y jugadores se cansan de repetir buenas palabras y de mostrar propósito de enmienda tras cada tropiezo, pero una vez tras otra vuelven a las andadas. Ayer, casi como en Tarragona. Empezó con dos claras oportunidades de gol y después se echó a dormir. La diferencia estuvo en que en tierras catalanas perdió dos puntos en la prolongación y ayer arañó uno. Pero el empate no puede servir de consuelo ni para ocultar los nuevos errores cometidos, en especial la falta de continuidad en el juego, la lentitud y, en ocasiones, hasta el conformismo.
El Valencia saltó al terreno de juego del Reyno de Navarra sabiendo los resultados que se habían producido en la jornada. Conocía la derrota del Sevilla en Tarragona y, por supuesto, el empate del Camp Nou entre Barça y Real Madrid. Osasuna, además, venía de tres derrotas consecutivas frente a Racing, Celta y Espanyol. Todo, pues, pintaba a favor. Sólo faltaba que los jugadores de Quique hicieran lo que debían: ganar. Salir al campo con la mentalización adecuada para sumar tres puntos que le colocaran a tan sólo uno del líder de la Liga española y, así, meterse de lleno en la lucha por el título.
Llegado el momento de plasmar la teoría en la práctica, también pintó bien. Tuvieron que transcurrir únicamente ocho minutos para que Villa gozara de la primera ocasión de gol. Y muy clara. Falta que ejecutó Hugo Viana y, desde muy cerca, en el área de gol, el asturiano remató con la cabeza despejando de forma milagrosa Ricardo. El Valencia controlaba bien. Dominando todos los terrenos, no pasaba apuros, abortaba con solvencia las acometidas de los rojillos y salía a la contra con sentido y velocidad. Y así, minuto 15, de nuevo pudo marcar. Otro asturiano, Angulo, remató al poste tras una espectacular acción iniciada por Villa, con apertura a Joaquín y el posterior centro de éste. La fortuna, entonces, fue esquiva.
El partido era de ida y vuelta, sin tregua, con máxima entrega, pero con la puntualización de que quien creaba peligro era el Valencia. Osasuna salía bien desde atrás, tocando, ganando metros, pero sólo hasta llegar a la línea de medios valencianistas. Allí morían todos sus intentos. Y cuando abrió el juego a las alas, ni Juanfran ni David López lograban sus objetivos. Joaquín apoyaba a Curro por la derecha y Hugo Viana a Moretti en el lado opuesto. El fuerte ritmo impuesto desde el comienzo tenía que descender. Y lo hizo. Hubo unos minutos de tregua hasta que Puñal, viendo adelantado a Cañizares, trató de sorprenderlo desde casi cuarenta metros. El portero del Valencia, con apuros, despejó a córner.
El Valencia para entonces se recreaba. Se tomó un respiro y lo pagó caro. Carísimo, tras ver la incomprensible acción de Moretti sobre Raúl García. De espaldas a la portería, el valencianista le agarró con ambas manos, no de manera exagerada, pero lo suficiente como para que Medina Cantalejo decretara el penalti. Puñal, especialista, engañó a Cañizares. El mazazo lo acusó el Valencia. Los diez últimos minutos del primer acto se convirtieron en un suplicio para los de Quique. Y gracias que Cañizares anduvo listo y evitó que la desventaja aumentase. Primero Juanfran y después David López obligaron al meta valencianista a trabajar a destajo.
El equipo de Mestalla dejó prácticamente de serlo. Se desmadejó casi hasta desaparecer. Afloraron los nervios y los errores se convirtieron en una cadena, con reiteradas entregas al contrario. Cañizares y la campana lo salvaron, camino del vestuario, en busca de reorganizarse y salir con otro aire para iniciar el segundo tiempo. Tras el descanso no varió, sin embargo, la decoración. El Valencia, al tran tran, sin apretar, es decir, al contrario de lo que hizo al inicio del encuentro. Se lo tomó con tranquilidad. Demasiada, lo que le impidió sorprender a su rival.
La transición de los jugadores de Quique se hacía a cámara lenta. O, mejor, se intentaba, porque la mayoría de veces que lo buscaron no lo consiguieron. Fueron decenas las pérdidas del balón, principalmente porque se telegrafiaban las acciones dando tiempo a los hombres de Ziganda a situarse y a anticiparse una vez tras otra. Y como nadie tomó la batuta, a pesar de reubicar a Hugo Viana en el centro del campo, para tocar y fabricar fútbol, tampoco apareció la creatividad. El tiempo pasaba y el Valencia tuvo que recurrir a la épica. Empezó a meter centros largos al área rival, casi nunca en buenas condiciones, dando ventaja a los defensores locales. Lo máximo que se consiguió fueron un par de faltas, después mal ejecutadas y ya con el acelerador a fondo, remates de Angulo y Villa, que tampoco encontraron el desenlace buscado.
La fortuna que faltó al principio, sin embargo, se alió con el Valencia cuando nadie lo esperaba. Una acción de Miguel, que porfió por el balón, le permitió centrar y Morientes, que no había hecho nada, remató a placer y evitó la derrota. Del mal el menos, aunque la desilusión hace acto de presencia nuevamente, porque se vuelve a echar por la borda una nueva oportunidad de colocarse pegadito al líder. Pamplona es plaza que hay anotar en el debe del Valencia, tras las de Tarragona, Getafe o Sevilla, a pesar de que se evitó la derrota en el último suspiro.
No hay manera. Este Valencia no escarmienta. Técnico y jugadores se cansan de repetir buenas palabras y de mostrar propósito de enmienda tras cada tropiezo, pero una vez tras otra vuelven a las andadas. Ayer, casi como en Tarragona. Empezó con dos claras oportunidades de gol y después se echó a dormir. La diferencia estuvo en que en tierras catalanas perdió dos puntos en la prolongación y ayer arañó uno. Pero el empate no puede servir de consuelo ni para ocultar los nuevos errores cometidos, en especial la falta de continuidad en el juego, la lentitud y, en ocasiones, hasta el conformismo.
El Valencia saltó al terreno de juego del Reyno de Navarra sabiendo los resultados que se habían producido en la jornada. Conocía la derrota del Sevilla en Tarragona y, por supuesto, el empate del Camp Nou entre Barça y Real Madrid. Osasuna, además, venía de tres derrotas consecutivas frente a Racing, Celta y Espanyol. Todo, pues, pintaba a favor. Sólo faltaba que los jugadores de Quique hicieran lo que debían: ganar. Salir al campo con la mentalización adecuada para sumar tres puntos que le colocaran a tan sólo uno del líder de la Liga española y, así, meterse de lleno en la lucha por el título.
Llegado el momento de plasmar la teoría en la práctica, también pintó bien. Tuvieron que transcurrir únicamente ocho minutos para que Villa gozara de la primera ocasión de gol. Y muy clara. Falta que ejecutó Hugo Viana y, desde muy cerca, en el área de gol, el asturiano remató con la cabeza despejando de forma milagrosa Ricardo. El Valencia controlaba bien. Dominando todos los terrenos, no pasaba apuros, abortaba con solvencia las acometidas de los rojillos y salía a la contra con sentido y velocidad. Y así, minuto 15, de nuevo pudo marcar. Otro asturiano, Angulo, remató al poste tras una espectacular acción iniciada por Villa, con apertura a Joaquín y el posterior centro de éste. La fortuna, entonces, fue esquiva.
El partido era de ida y vuelta, sin tregua, con máxima entrega, pero con la puntualización de que quien creaba peligro era el Valencia. Osasuna salía bien desde atrás, tocando, ganando metros, pero sólo hasta llegar a la línea de medios valencianistas. Allí morían todos sus intentos. Y cuando abrió el juego a las alas, ni Juanfran ni David López lograban sus objetivos. Joaquín apoyaba a Curro por la derecha y Hugo Viana a Moretti en el lado opuesto. El fuerte ritmo impuesto desde el comienzo tenía que descender. Y lo hizo. Hubo unos minutos de tregua hasta que Puñal, viendo adelantado a Cañizares, trató de sorprenderlo desde casi cuarenta metros. El portero del Valencia, con apuros, despejó a córner.
El Valencia para entonces se recreaba. Se tomó un respiro y lo pagó caro. Carísimo, tras ver la incomprensible acción de Moretti sobre Raúl García. De espaldas a la portería, el valencianista le agarró con ambas manos, no de manera exagerada, pero lo suficiente como para que Medina Cantalejo decretara el penalti. Puñal, especialista, engañó a Cañizares. El mazazo lo acusó el Valencia. Los diez últimos minutos del primer acto se convirtieron en un suplicio para los de Quique. Y gracias que Cañizares anduvo listo y evitó que la desventaja aumentase. Primero Juanfran y después David López obligaron al meta valencianista a trabajar a destajo.
El equipo de Mestalla dejó prácticamente de serlo. Se desmadejó casi hasta desaparecer. Afloraron los nervios y los errores se convirtieron en una cadena, con reiteradas entregas al contrario. Cañizares y la campana lo salvaron, camino del vestuario, en busca de reorganizarse y salir con otro aire para iniciar el segundo tiempo. Tras el descanso no varió, sin embargo, la decoración. El Valencia, al tran tran, sin apretar, es decir, al contrario de lo que hizo al inicio del encuentro. Se lo tomó con tranquilidad. Demasiada, lo que le impidió sorprender a su rival.
La transición de los jugadores de Quique se hacía a cámara lenta. O, mejor, se intentaba, porque la mayoría de veces que lo buscaron no lo consiguieron. Fueron decenas las pérdidas del balón, principalmente porque se telegrafiaban las acciones dando tiempo a los hombres de Ziganda a situarse y a anticiparse una vez tras otra. Y como nadie tomó la batuta, a pesar de reubicar a Hugo Viana en el centro del campo, para tocar y fabricar fútbol, tampoco apareció la creatividad. El tiempo pasaba y el Valencia tuvo que recurrir a la épica. Empezó a meter centros largos al área rival, casi nunca en buenas condiciones, dando ventaja a los defensores locales. Lo máximo que se consiguió fueron un par de faltas, después mal ejecutadas y ya con el acelerador a fondo, remates de Angulo y Villa, que tampoco encontraron el desenlace buscado.
La fortuna que faltó al principio, sin embargo, se alió con el Valencia cuando nadie lo esperaba. Una acción de Miguel, que porfió por el balón, le permitió centrar y Morientes, que no había hecho nada, remató a placer y evitó la derrota. Del mal el menos, aunque la desilusión hace acto de presencia nuevamente, porque se vuelve a echar por la borda una nueva oportunidad de colocarse pegadito al líder. Pamplona es plaza que hay anotar en el debe del Valencia, tras las de Tarragona, Getafe o Sevilla, a pesar de que se evitó la derrota en el último suspiro.