Ficha de partido
Athletic Club
1 - 0
Valencia CF
Equipos titulares
11
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Emiliano Moretti
1'
Gabilondo
28'
Javi Martínez
36'
GarmendiaCasas
44'
David VillaMiguel Pallardó
45'
Descanso
45'
Joaquín SánchezJorge López
55'
MurilloJoseba Etxeberria
56'
Miguel BritoCurro Torres
71'
YesteUstaritz
82'
Murillo
83'
Miguel Brito
86'
Carlos Marchena
88'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Athletic Club
Records vs Athletic Club
Máximo goleador: Mundo Suárez (19 goles)
Goleador rival: Zarra (20 goles)
Más partidos: Vicente Asensi (30 partidos)
Mayor victoria: 5 - 0 (03.04.1949)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.10.1954)
Más repetido: 1-1 (23 veces)
Crónica
Quique se la jugó con los suplentes para preservar a los titulares para el choque del martes contra el Chelsea y lo pagó caro. El Valencia perdió contra el Athletic (1-0), con un gol de Gabilondo de tacón (28’), y desperdició una gran ocasión para acercarse al liderato. Y es que el Barcelona, minutos antes de que empezara el choque de San Mamés, se retiraba de La Romareda con una derrota frente al Zaragoza (1-0).
Tocó la de arena, aunque tampoco es una sorpresa teniendo en cuenta el tiempo que el Valencia no sabe lo que es ganar a domicilio. Y ayer se vio impotente, por enésima vez, ante un rival que tembló como un flan y que todavía no se explicará cómo sumó los tres puntos en juego. Quique dijo la víspera que el choque no era una reválida para los jugadores menos habituales, pero lo cierto fue que el equipo no fue tal. Tantos cambios le perjudicaron de manera notable y no funcionó. Y el Zaragoza le ha dado caza.
La alineación inicial no constituyó ninguna sorpresa. Bueno, alguna, como la presencia de Butelle en lugar de Cañizares, lo que indica que, sin renunciar a la Liga, todos en el Valencia tienen puesta la vista en el decisivo partido del próximo martes en Mestalla contra el Chelsea, tras el que se espera estar en las semifinales de la Champions –salvo hecatombe, frente al Liverpool–, último paso antes de la final y, por lo tanto, se preparará con mimo, con máximo celo. El banquillo valencianista fue, por todo lo expuesto, de lujo. Portero al margen, los Miguel, Ayala, Albelda y Villa dejaron sus plazas en el equipo a Curro, Pallardó, Jorge López y Hugo Viana. Los dos últimos ocuparon las bandas, Silva, con libertad de movimientos, fue el segundo punta, con Angulo como el hombre más adelantado.
De salida, muy pronto se pudieron observar los temores de un Athletic muy tocado; con ganas pero sin la confianza necesaria como para intentar grandes cosas. Un Athletic al que el balón quema en los pies de sus jugadores, a los que San Mamés les pesa como una losa. No en balde, los vascos tan sólo han sido capaces de ganar dos partidos en casa en lo que llevamos de campeonato. El Valencia, sin embargo, no apretó inicialmente y a los nueve minutos se llevó el primer sobresalto. Dejaron rematar desde fuera del área a Gabilondo y Butelle tuvo serios problemas para despejar el balón. Después, muchos minutos placenteros. Entrega y actitud por parte de unos y otros, pero fútbol de escasa calidad, con excesivo contacto y demasiadas imprecisiones. La afición bilbaína empujaba, apretaba de firme, lo protestaba todo. La amenaza del descenso, algo impensable por estos lares, hizo que algunos denotaran histeria. Y la tensión acumulada llevó a dar rinda suelta a los sentimientos cuando Gabilondo hizo un espectacular y bello gol que ponía por delante a los rojiblancos. Locura colectiva en La Catedral.
El Valencia no se lo creía y trató de reaccionar. Sin buen fútbol, sin avasallar, jugando al paso, llegó a los dominios de Aranzubía. Pero faltó pegada. Los de Quique pidieron penalti de Prieto a Silva por un empujón, pero nada. No sirvió ni la inspiración de un Jorge López muy entonado, que aportó los mejores detalles de la noche. Quique, conocedor del triunfo del Zaragoza, metió en liza a Villa en busca de mayor profundidad. Hugo Viana acompañó a Marchena en el mediocentro, Angulo pasó a la derecha y Jorge López a la izquierda, aunque por poco tiempo. La entrada de Joaquín mandó al riojano a la ducha y se fue contrariado, disgustado. No le faltaba razón, pues fue de lo mejor de su equipo en el primer periodo. Y con el del Puerto de Santa María sobre el césped, en su banda, Angulo volvió a la izquierda.
Por momentos dio la sensación de que fueron demasiadas las permutas llevadas a cabo en muy corto espacio de tiempo, como para que los jugadores se asentaran sobre el terreno y se centraran en la función que verdaderamente debían desempeñar. El Valencia tuvo después el control. El Athletic se sentía cómodo defendiendo su parcela, más aún con la marcha de Etxeberría y la entrada de Murillo. La falta de coordinación entre los valencianistas facilitaba la tarea de los rojiblancos que, además, tuvieron el aliento de la grada sin cesar un minuto.
El único susto serio para la parroquia bilbaína se produjo en el minuto 72, merced a una acción individual de Villa, demostrando su viveza y picardía. Viendo adelantado a Aranzubía, desde veinticinco metros le elevó por encima el balón, en una vaselina casi perfecta. El larguero impidió el gol. De ahí al final fue un querer y no poder, como se vio en un remate de Angulo, minuto 80, que el meta local desvió a córner. Eso sí, hubo otro penalti sobre Silva. El Valencia suma y sigue. Anoche añadió una jornada más sin conocer la victoria a domicilio. La última fue en San Sebastián hace demasiado tiempo. Y ayer, ni un empate ante un rival inferior y asustado.
Tocó la de arena, aunque tampoco es una sorpresa teniendo en cuenta el tiempo que el Valencia no sabe lo que es ganar a domicilio. Y ayer se vio impotente, por enésima vez, ante un rival que tembló como un flan y que todavía no se explicará cómo sumó los tres puntos en juego. Quique dijo la víspera que el choque no era una reválida para los jugadores menos habituales, pero lo cierto fue que el equipo no fue tal. Tantos cambios le perjudicaron de manera notable y no funcionó. Y el Zaragoza le ha dado caza.
La alineación inicial no constituyó ninguna sorpresa. Bueno, alguna, como la presencia de Butelle en lugar de Cañizares, lo que indica que, sin renunciar a la Liga, todos en el Valencia tienen puesta la vista en el decisivo partido del próximo martes en Mestalla contra el Chelsea, tras el que se espera estar en las semifinales de la Champions –salvo hecatombe, frente al Liverpool–, último paso antes de la final y, por lo tanto, se preparará con mimo, con máximo celo. El banquillo valencianista fue, por todo lo expuesto, de lujo. Portero al margen, los Miguel, Ayala, Albelda y Villa dejaron sus plazas en el equipo a Curro, Pallardó, Jorge López y Hugo Viana. Los dos últimos ocuparon las bandas, Silva, con libertad de movimientos, fue el segundo punta, con Angulo como el hombre más adelantado.
De salida, muy pronto se pudieron observar los temores de un Athletic muy tocado; con ganas pero sin la confianza necesaria como para intentar grandes cosas. Un Athletic al que el balón quema en los pies de sus jugadores, a los que San Mamés les pesa como una losa. No en balde, los vascos tan sólo han sido capaces de ganar dos partidos en casa en lo que llevamos de campeonato. El Valencia, sin embargo, no apretó inicialmente y a los nueve minutos se llevó el primer sobresalto. Dejaron rematar desde fuera del área a Gabilondo y Butelle tuvo serios problemas para despejar el balón. Después, muchos minutos placenteros. Entrega y actitud por parte de unos y otros, pero fútbol de escasa calidad, con excesivo contacto y demasiadas imprecisiones. La afición bilbaína empujaba, apretaba de firme, lo protestaba todo. La amenaza del descenso, algo impensable por estos lares, hizo que algunos denotaran histeria. Y la tensión acumulada llevó a dar rinda suelta a los sentimientos cuando Gabilondo hizo un espectacular y bello gol que ponía por delante a los rojiblancos. Locura colectiva en La Catedral.
El Valencia no se lo creía y trató de reaccionar. Sin buen fútbol, sin avasallar, jugando al paso, llegó a los dominios de Aranzubía. Pero faltó pegada. Los de Quique pidieron penalti de Prieto a Silva por un empujón, pero nada. No sirvió ni la inspiración de un Jorge López muy entonado, que aportó los mejores detalles de la noche. Quique, conocedor del triunfo del Zaragoza, metió en liza a Villa en busca de mayor profundidad. Hugo Viana acompañó a Marchena en el mediocentro, Angulo pasó a la derecha y Jorge López a la izquierda, aunque por poco tiempo. La entrada de Joaquín mandó al riojano a la ducha y se fue contrariado, disgustado. No le faltaba razón, pues fue de lo mejor de su equipo en el primer periodo. Y con el del Puerto de Santa María sobre el césped, en su banda, Angulo volvió a la izquierda.
Por momentos dio la sensación de que fueron demasiadas las permutas llevadas a cabo en muy corto espacio de tiempo, como para que los jugadores se asentaran sobre el terreno y se centraran en la función que verdaderamente debían desempeñar. El Valencia tuvo después el control. El Athletic se sentía cómodo defendiendo su parcela, más aún con la marcha de Etxeberría y la entrada de Murillo. La falta de coordinación entre los valencianistas facilitaba la tarea de los rojiblancos que, además, tuvieron el aliento de la grada sin cesar un minuto.
El único susto serio para la parroquia bilbaína se produjo en el minuto 72, merced a una acción individual de Villa, demostrando su viveza y picardía. Viendo adelantado a Aranzubía, desde veinticinco metros le elevó por encima el balón, en una vaselina casi perfecta. El larguero impidió el gol. De ahí al final fue un querer y no poder, como se vio en un remate de Angulo, minuto 80, que el meta local desvió a córner. Eso sí, hubo otro penalti sobre Silva. El Valencia suma y sigue. Anoche añadió una jornada más sin conocer la victoria a domicilio. La última fue en San Sebastián hace demasiado tiempo. Y ayer, ni un empate ante un rival inferior y asustado.