Ficha de partido
Valencia CF
1 - 5
Real Madrid
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Raúl
1'
Van Nistelrooy
24'
Sergio Ramos
29'
Van Nistelrooy
36'
Marcelo
41'
Descanso
45'
David Albelda
56'
HeinzeMarcelo
57'
Miguel Ángel AnguloAsist: Joaquín Sánchez
58'
Vicente RodríguezJaime Gavilán
59'
BaptistaVan Nistelrooy
64'
Robinho
64'
TorresSergio Ramos
72'
Juan MataMiguel Ángel Angulo
75'
Ángel MontoroDavid Silva
81'
Raúl Albiol
83'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Real Madrid
Records vs Real Madrid
Máximo goleador: Mundo Suárez (13 goles)
Goleador rival: Raúl (17 goles)
Más partidos: Vicente Asensi (28 partidos)
Mayor victoria: 6 - 0 (09.06.1999)
Mayor derrota: 1 - 7 (23.08.1990)
Más repetido: 1-2 (27 veces)
Crónica
Dicen que en Holanda había un médico que lo curaba todo. Pues allí se fue el Valencia. A la desesperada. Y es que hay que sacar al enfermo del coma profundo. Un primer tratamiento no ha dado resultados. Respira pero sin coordinación alguna. Ahora hay que ver si el nuevo especialista hace magia. Porque este Valencia sufre un fallo multiorgánico. Koeman es ese médico y ayer ya debió sufrir desde Eindhoven con el demoledor varapalo que sufrió su nuevo equipo en su propia casa.
El Real Madrid se aprovechó del caos y venció con una comodidad pasmosa. Descubrió todas las carencias que durante muchísimos años jamás se habían dejado ver por el coliseo blanquinegro. Ese equipo al que para hacerle un gol había que sudar sangre se ha convertido en un pastel que se derrite. Los fallos en la retaguardia están quebrando la filosofía vital que se había labrado el conjunto blanquinegro. ¿Dónde está ese bloque, esa mentalidad, esa fortaleza? En fin, ¿dónde está el Valencia? Habrá que ver si Koeman lo encuentra. Hay que esperar que sí lo haga. Y cuanto antes.
Y eso que Óscar Fernández quiso ser Óscar sin miedo, como el del cuento. Pensó que el tren a veces sólo pasa una vez en la vida y no quiso que jamás su conciencia le recordara que no fue valiente en su primera oportunidad al frente del Valencia. Jugó con rombo en el centro del campo y dos delanteros. Pero con el diagnóstico que presentaba el equipo, mejor un buen antibiótico que curarse de forma natural. Y muy pronto se lo recordó Raúl.
El madrileño todavía no había sudado ni una gota y ya estaba celebrando un gol. 41 segundos aguantó el Valencia al Real Madrid. Nada más. Ese tiempo fue el que estuvo con vida. Ahí perdió el conocimiento y ya no lo recuperó. Sólo un momento abrió los ojos -con el tanto de Angulo- y los volvió a cerrar.
Y es que hay un brecha de agua en la defensa. Ya se vio en Sevilla y ayer en Mestalla se refrendó. Raúl se marchó como quiso hasta el área y con comodidad batió a Hildebrand. En el resto de tantos de la primera mitad, más de lo mismo. Y no sólo eso. En ataque nadie mandaba. Silva se situó donde Baraja ha vivido grandes tardes, pero el canario no es hombre para esa función. Él se mueve mejor entre líneas, detrás de los puntas, no tan atrás. Ahí se pierde. Y, claro, no había quien asistiera a los delanteros. Las bandas, además, tampoco aparecían. Y eso que Joaquín tenía delante a una perita en dulce como Marcelo, pero ni una vez consiguió dejarlo atrás.
El Real Madrid supo ver todo este desbarajuste y se aprovechó. Abusó. El joven técnico del Valencia se lamentaba de su mala suerte. Pero es que con dos días poco podía hacer. Quiso darle otro aire al equipo, pero no lo logró. Fue imposible variar la tendencia que vive desde el inicio de la temporada. La pendiente es pronunciada y por ahora los frenos no responden. Ni Quique lo consiguió ni Óscar Fernández tampoco.
Y eso que tras el primer tanto del Real Madrid el Valencia gozó de la ocasión más clara que tuvo en todo el partido. Fue una opción múltiple, pero nada. No era el día. Fue el único susto para Casillas, el cerrojo. Schuster había prescindido de Sneijder para situar dos perros de presa en el centro del campo. Con Diarra y Gago pretendía parar la fantasía de Silva. Lo que parecía una táctica defensiva se convirtió en un dolor de cabeza para el Valencia porque Robinho, Guti, Raúl y Van Nistelrooy gozaron de libertad completa. La aprovecharon, de eso no cabe duda. A los nueve minutos Robinho ya tuvo la primera opción, pero sería Van Nistelrooy el que inauguraría su cuenta en un ejemplo de lo que no se debe hacer en defensa. Helguera dudó y el holandés se llevó el balón, colgando el balón con maestría. El choque se cerró.
Los delanteros se pegaban a los centrales del Valencia y como ningún otro defensa blanquinegro hacía la cobertura, en los uno contra uno se dedicaron a abrir una herida que está en carne viva. Se iban como querían. Pero los defensas, ante la debilidad del rival, se atrevieron a subir al ataque. Metzelder lo tuvo muy fácil y a la media hora Sergio Ramos marcaba de tiro cruzado. El tercero. Desánimo. Gritos a Soler.
Pero la pesadilla del primer tiempo no se había acabado. Llegó un cuarto gol. Otra vez de Van Nistelrooy. Era el desastre total. El Valencia ya había bajado los brazos. Y es una pena porque este equipo tiene recursos suficientes, pero habrá que empezar a emplearlos porque pueden oxidarse.
La segunda fase todos se la podían haber ahorrado. Ya de nada valía. Las carencias ya se habían visto y ahora hay que poner remedio. Sólo hubo un momento de alegría cuando Angulo, en el minuto 59, anotó el único tanto del Valencia. En algunas cabezas rondó la idea de una remontada épica. Pero en estos momentos es imposible. Y se lo recordó rápidamente Robinho. Sólo seis minutos después se marchó, una vez más, de la defensa blanquinegra para anotar el quinto. Hildebrand estaba desesperado.
Óscar Fernández intentó cambiarle la cara al partido con la entrada de Vicente. El valenciano nunca defrauda. Los tobillos son su problema pero mientras está en activo sabes que en algún momento te la puede liar. Al menos se marchó en varias ocasiones de su par para intentar dar balones a los delanteros. Pero nada había que hacer y el momento que reflejaba la impotencia del equipo fue la expulsión de Raúl Albiol. Robinho se iba solo y el de Vilamarxant, resignado, no tuvo más remedio que pararlo en falta. Habrá que esperar que Koeman lo cambie todo porque esto tiene mala pinta. En coma profundo.
El Real Madrid se aprovechó del caos y venció con una comodidad pasmosa. Descubrió todas las carencias que durante muchísimos años jamás se habían dejado ver por el coliseo blanquinegro. Ese equipo al que para hacerle un gol había que sudar sangre se ha convertido en un pastel que se derrite. Los fallos en la retaguardia están quebrando la filosofía vital que se había labrado el conjunto blanquinegro. ¿Dónde está ese bloque, esa mentalidad, esa fortaleza? En fin, ¿dónde está el Valencia? Habrá que ver si Koeman lo encuentra. Hay que esperar que sí lo haga. Y cuanto antes.
Y eso que Óscar Fernández quiso ser Óscar sin miedo, como el del cuento. Pensó que el tren a veces sólo pasa una vez en la vida y no quiso que jamás su conciencia le recordara que no fue valiente en su primera oportunidad al frente del Valencia. Jugó con rombo en el centro del campo y dos delanteros. Pero con el diagnóstico que presentaba el equipo, mejor un buen antibiótico que curarse de forma natural. Y muy pronto se lo recordó Raúl.
El madrileño todavía no había sudado ni una gota y ya estaba celebrando un gol. 41 segundos aguantó el Valencia al Real Madrid. Nada más. Ese tiempo fue el que estuvo con vida. Ahí perdió el conocimiento y ya no lo recuperó. Sólo un momento abrió los ojos -con el tanto de Angulo- y los volvió a cerrar.
Y es que hay un brecha de agua en la defensa. Ya se vio en Sevilla y ayer en Mestalla se refrendó. Raúl se marchó como quiso hasta el área y con comodidad batió a Hildebrand. En el resto de tantos de la primera mitad, más de lo mismo. Y no sólo eso. En ataque nadie mandaba. Silva se situó donde Baraja ha vivido grandes tardes, pero el canario no es hombre para esa función. Él se mueve mejor entre líneas, detrás de los puntas, no tan atrás. Ahí se pierde. Y, claro, no había quien asistiera a los delanteros. Las bandas, además, tampoco aparecían. Y eso que Joaquín tenía delante a una perita en dulce como Marcelo, pero ni una vez consiguió dejarlo atrás.
El Real Madrid supo ver todo este desbarajuste y se aprovechó. Abusó. El joven técnico del Valencia se lamentaba de su mala suerte. Pero es que con dos días poco podía hacer. Quiso darle otro aire al equipo, pero no lo logró. Fue imposible variar la tendencia que vive desde el inicio de la temporada. La pendiente es pronunciada y por ahora los frenos no responden. Ni Quique lo consiguió ni Óscar Fernández tampoco.
Y eso que tras el primer tanto del Real Madrid el Valencia gozó de la ocasión más clara que tuvo en todo el partido. Fue una opción múltiple, pero nada. No era el día. Fue el único susto para Casillas, el cerrojo. Schuster había prescindido de Sneijder para situar dos perros de presa en el centro del campo. Con Diarra y Gago pretendía parar la fantasía de Silva. Lo que parecía una táctica defensiva se convirtió en un dolor de cabeza para el Valencia porque Robinho, Guti, Raúl y Van Nistelrooy gozaron de libertad completa. La aprovecharon, de eso no cabe duda. A los nueve minutos Robinho ya tuvo la primera opción, pero sería Van Nistelrooy el que inauguraría su cuenta en un ejemplo de lo que no se debe hacer en defensa. Helguera dudó y el holandés se llevó el balón, colgando el balón con maestría. El choque se cerró.
Los delanteros se pegaban a los centrales del Valencia y como ningún otro defensa blanquinegro hacía la cobertura, en los uno contra uno se dedicaron a abrir una herida que está en carne viva. Se iban como querían. Pero los defensas, ante la debilidad del rival, se atrevieron a subir al ataque. Metzelder lo tuvo muy fácil y a la media hora Sergio Ramos marcaba de tiro cruzado. El tercero. Desánimo. Gritos a Soler.
Pero la pesadilla del primer tiempo no se había acabado. Llegó un cuarto gol. Otra vez de Van Nistelrooy. Era el desastre total. El Valencia ya había bajado los brazos. Y es una pena porque este equipo tiene recursos suficientes, pero habrá que empezar a emplearlos porque pueden oxidarse.
La segunda fase todos se la podían haber ahorrado. Ya de nada valía. Las carencias ya se habían visto y ahora hay que poner remedio. Sólo hubo un momento de alegría cuando Angulo, en el minuto 59, anotó el único tanto del Valencia. En algunas cabezas rondó la idea de una remontada épica. Pero en estos momentos es imposible. Y se lo recordó rápidamente Robinho. Sólo seis minutos después se marchó, una vez más, de la defensa blanquinegra para anotar el quinto. Hildebrand estaba desesperado.
Óscar Fernández intentó cambiarle la cara al partido con la entrada de Vicente. El valenciano nunca defrauda. Los tobillos son su problema pero mientras está en activo sabes que en algún momento te la puede liar. Al menos se marchó en varias ocasiones de su par para intentar dar balones a los delanteros. Pero nada había que hacer y el momento que reflejaba la impotencia del equipo fue la expulsión de Raúl Albiol. Robinho se iba solo y el de Vilamarxant, resignado, no tuvo más remedio que pararlo en falta. Habrá que esperar que Koeman lo cambie todo porque esto tiene mala pinta. En coma profundo.