Ficha de partido
Valencia CF
2 - 1
Real Valladolid
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Kome
10'
Fernando Morientes
23'
Descanso
45'
David SilvaManuel Fernandes
56'
VíctorKome
62'
David VillaJoaquín Sánchez
64'
Alexis Ruano
65'
Óscar Sánchez
73'
CapdevillaSesma
76'
Borja
77'
OgbecheLlorente
85'
David Silva
88'
Miguel Ángel AnguloFernando Morientes
88'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Real Valladolid
Records vs Real Valladolid
Máximo goleador: Fernando Gómez (9 goles)
Goleador rival: Morro (4 goles)
Más partidos: Vicente Seguí (21 partidos)
Mayor victoria: 6 - 0 (22.03.1964)
Mayor derrota: 0 - 4 (30.09.1956)
Más repetido: 1-1 (14 veces)
Crónica
Milagro en Mestalla. En el último suspiro del partido se apareció la Virgen en forma de un remate de Silva, desde la distancia, que dio en la espalda de Pedro López para luego descolocar a Butelle. Era el 2-1. El gol de una victoria inmerecida que no se festejó como en otras ocasiones se hubiera hecho. Al contrario. El público estaba muy calentito con Quique, que cuando acto seguido decidió el cambio de Angulo por Morientes clamó contra él. Todo Mestalla gritó contra el técnico. Pañuelos en la grada y cánticos de “Quique vete ya”.
Desde los primeros momentos la sombra del inicio liguero planeó sobre Mestalla. Silencio de preocupación. A poco de empezar Cañizares se la kome y el Valladolid se pone por delante. Manos de mantequilla que dicen en el baloncesto. Apenas se han cumplido once minutos y el Valencia va a remolque. ¿Otra vez? ¿Como con el Villarreal? Miedo e incertidumbre, porque además el equipo que está enfrente es un recién ascendido.
El Valladolid la quiere dormir. No tiene ninguna prisa. ¿Para qué? Le basta con controlar. El reloj juega a su favor y el Valencia, por momentos, también. El lateral izquierdo es un auténtico pasillo y los de Pucela lo aprovechan. Falta conexión. Baraja la quiere mover y el balón vuelve a sus pies. Sunny corre y corre. Fernandes está desubicado y los dos delanteros ponen mucha voluntad. Joaquín es quien ofrece la luz. ¡Qué bien la pone! Una, dos, tres veces, para buscar un buen remate que equilibre la balanza.
Se palpa la inquietud. Queda mucho tiempo por delante, como entonces, cuando empezó la Liga. Juan Soler se retuerce en el asiento y enciende otro Marlboro. Suspira. El público se impacienta. Los ultras no cesan de animar. Quique, fuera del banquillo, gesticula. Trata de poner orden.
Y otras manos de mantequilla, las de Ludovic Butelle ahora, dan la oportunidad del empate. El disparo de Arizmendi era duro y Morientes no perdona. Siempre está con la caña a punto.
El empate y todo un mundo por delante. El Valencia quiere funcionar y no lo consigue. Intenta abrir el juego a las bandas, a la derecha, porque la izquierda... Y el Valladolid que no baja la guardia. Es ambicioso. Lleva a una trayectoria envidiable y en Primera ha mantenido la racha de partidos invicto.
Quique ha sorprendido con la alineación. La inclusión de Alexis en el lateral derecho puede ser hasta cierto punto lógica. Caneira está lesionado y el técnico quiere reservar al especialista Miguel para el choque del martes en Alemania. Hasta ahí, bien. Pero hay otros puestos que ofrecen dudas, especialmente la presencia de Fernandes en la banda izquierda. Sin Vicente ni Gavilán, que ven el partido desde el palco, Quique margina al joven Mata. Si el chaval no tiene opción estando ausentes los dos especialistas...
En el descanso se escucha de todo. “No m’agrada com caça la goseta”. Los nervios están a flor de piel. Empiezan los silbidos y son tantas las ganas de ganar que se critica cualquier decisión que ofrezca la mínima duda.
El Valladolid se estira, da un par de sus sustos y se defiende con uñas y dientes. Quique introduce cambios. Fernandes es el primero en salir. Entra Silva y la parroquia lo agradece. El Valencia busca el portal de Butelle desesperadamente, una y otra vez. Tensión. El público se impacienta. Quedan poco menos de media hora. Sale Villa por Joaquín. El Valencia no puede presentar un ataque más ofensivo: Silva, Arizmendi, Morientes, el Guaje... Pero nada de nada.
Pitos. Decepción. Los errores ya no los aplauden ni los más ultras. Juan Soler vuelve a encender otro Marlboro. El Valladolid está a punto de marcar. El balón se pasea por el área. Más imprecisiones. Al Valencia no le sale nada. Ni a los jugadores con mayor dominio y técnica. Fracaso total ante un bloque muy ordenadito que saca los colores a los de Mestalla.
Y llegó el milagro. El cuarto árbitro ya estaba con la cartulina en la mano, a punto de mostrar que la prolongación sería de tres minutos. Y David Silva, de volea... ¡zas!, lanza un chupinazo desde la línea medular, cerca de la banda, casi a la altura del banquillo local, y el balón da en la espalda de un rival, cambia la trayectoria y en parábola acaba en la red ante la desesperación de Butelle. La alegría del gol casi coincidió con los cánticos contra Quique.
Desde los primeros momentos la sombra del inicio liguero planeó sobre Mestalla. Silencio de preocupación. A poco de empezar Cañizares se la kome y el Valladolid se pone por delante. Manos de mantequilla que dicen en el baloncesto. Apenas se han cumplido once minutos y el Valencia va a remolque. ¿Otra vez? ¿Como con el Villarreal? Miedo e incertidumbre, porque además el equipo que está enfrente es un recién ascendido.
El Valladolid la quiere dormir. No tiene ninguna prisa. ¿Para qué? Le basta con controlar. El reloj juega a su favor y el Valencia, por momentos, también. El lateral izquierdo es un auténtico pasillo y los de Pucela lo aprovechan. Falta conexión. Baraja la quiere mover y el balón vuelve a sus pies. Sunny corre y corre. Fernandes está desubicado y los dos delanteros ponen mucha voluntad. Joaquín es quien ofrece la luz. ¡Qué bien la pone! Una, dos, tres veces, para buscar un buen remate que equilibre la balanza.
Se palpa la inquietud. Queda mucho tiempo por delante, como entonces, cuando empezó la Liga. Juan Soler se retuerce en el asiento y enciende otro Marlboro. Suspira. El público se impacienta. Los ultras no cesan de animar. Quique, fuera del banquillo, gesticula. Trata de poner orden.
Y otras manos de mantequilla, las de Ludovic Butelle ahora, dan la oportunidad del empate. El disparo de Arizmendi era duro y Morientes no perdona. Siempre está con la caña a punto.
El empate y todo un mundo por delante. El Valencia quiere funcionar y no lo consigue. Intenta abrir el juego a las bandas, a la derecha, porque la izquierda... Y el Valladolid que no baja la guardia. Es ambicioso. Lleva a una trayectoria envidiable y en Primera ha mantenido la racha de partidos invicto.
Quique ha sorprendido con la alineación. La inclusión de Alexis en el lateral derecho puede ser hasta cierto punto lógica. Caneira está lesionado y el técnico quiere reservar al especialista Miguel para el choque del martes en Alemania. Hasta ahí, bien. Pero hay otros puestos que ofrecen dudas, especialmente la presencia de Fernandes en la banda izquierda. Sin Vicente ni Gavilán, que ven el partido desde el palco, Quique margina al joven Mata. Si el chaval no tiene opción estando ausentes los dos especialistas...
En el descanso se escucha de todo. “No m’agrada com caça la goseta”. Los nervios están a flor de piel. Empiezan los silbidos y son tantas las ganas de ganar que se critica cualquier decisión que ofrezca la mínima duda.
El Valladolid se estira, da un par de sus sustos y se defiende con uñas y dientes. Quique introduce cambios. Fernandes es el primero en salir. Entra Silva y la parroquia lo agradece. El Valencia busca el portal de Butelle desesperadamente, una y otra vez. Tensión. El público se impacienta. Quedan poco menos de media hora. Sale Villa por Joaquín. El Valencia no puede presentar un ataque más ofensivo: Silva, Arizmendi, Morientes, el Guaje... Pero nada de nada.
Pitos. Decepción. Los errores ya no los aplauden ni los más ultras. Juan Soler vuelve a encender otro Marlboro. El Valladolid está a punto de marcar. El balón se pasea por el área. Más imprecisiones. Al Valencia no le sale nada. Ni a los jugadores con mayor dominio y técnica. Fracaso total ante un bloque muy ordenadito que saca los colores a los de Mestalla.
Y llegó el milagro. El cuarto árbitro ya estaba con la cartulina en la mano, a punto de mostrar que la prolongación sería de tres minutos. Y David Silva, de volea... ¡zas!, lanza un chupinazo desde la línea medular, cerca de la banda, casi a la altura del banquillo local, y el balón da en la espalda de un rival, cambia la trayectoria y en parábola acaba en la red ante la desesperación de Butelle. La alegría del gol casi coincidió con los cánticos contra Quique.