Ficha de partido
Sevilla FC
3 - 0
Valencia CF
Equipos titulares
Sustituciones
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
Kanouté
9'
Marco Caneira
30'
Palop
43'
Adriano
44'
David Albelda
44'
Descanso
45'
Fernando MorientesJavier Arizmendi
45'
Vicente RodríguezNikola Zigic
45'
Joaquín Sánchez
53'
Carlos Marchena
59'
Alexis RuanoCarlos Marchena
61'
CapelAdriano
61'
Luis Fabiano
64'
Poulsen
74'
Fernando Morientes
78'
RenatoKanouté
79'
Vicente Rodríguez
83'
Luis Fabiano
86'
KonéLuis Fabiano
89'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: Sevilla FC
Records vs Sevilla FC
Máximo goleador: Mundo Suárez (28 goles)
Goleador rival: Campanal (21 goles)
Más partidos: Fernando Gómez (31 partidos)
Mayor victoria: 8 - 0 (17.10.1943)
Mayor derrota: 3 - 10 (13.10.1940)
Más repetido: 2-0 (27 veces)
Crónica
Una brazada, dos brazadas, sacas un poco el cogote para respirar, tres brazadas, cuatro brazadas. Toda la voluntad de mantenerse a flote. Pero sabes que si lo que pretendes cruzar es un océano, el interés lo tendrás, pero lograr el objetivo es imposible. El Valencia tiene actitud, pero es un querer y no poder. Impotencia total. Y más si empiezas el partido ante un toro bravo con dos muletillas en ataque. Fue dejar en el banquillo a Zigic y a Arizmendi y aparecer en escena Morientes y Vicente para que se viera otra cosa. Pero ya era imposible. El rival ya se había apoderado de la plaza.
Al Valencia se le vio sometido, especialmente con el segundo tanto sevillista. Sólo Vicente intentaba volver a sentirse futbolista y se dio mil carreras, pero ninguna con éxito final. Pero los males no sólo llegaron en la segunda mitad con los goles de Poulsen y Luis Fabiano, en la primera el golpetazo inicial ya fue de los que dejan más que tocados. Dudar ante dos tipos que cuando juegan pegaditos lo ganan todo es pecado. Y no venial. Cinco finales disputadas por el Sevilla con Kanouté y Luis Fabiano en ataque y alegría segura. Pues en esas que el Valencia no tuvo otra que dejar un balón sueltecito. Era como un corderito tierno ante una jauría de lobos. Y a bocados que se lo zamparon. Marchena dio un pase peligrosísimo a Albiol, que no supo qué hacer. Grave fallo porque cerquita estaba Kanouté y este ni siente ni padece. Es letal. Sólo con nueve minutos disputados y el Valencia ya marchaba atrás en el marcador.
Si ya es complicado sacar el morrito ante un equipo que ha opositado a grande y ha sacado matrícula de honor, permitirle que pueda controlar el choque es darle demasiadas facilidades. Pero el Valencia lo intentó. Mejor dicho, Baraja quiso llevar al equipo hacia arriba. No lo logró. Todo deseo moría en la frontal del área de Palop. Por allí aparecían dos torres que parecían de arena. Alguna pelea con los defensas y saltos de cabeza. Nada más. Escasísimo botín para dos futbolistas que juegan en el Valencia. Para destacar en este equipo Zigic y Arizmendi deben ofrecer algo más. No vale con dos carreritas.
Mientras Baraja intentaba darle sentido a este deporte, el Sevilla controlaba y mandaba. Por una banda, por la otra. Caneira ya no sabía qué hacer con Adriano. El único recurso que encontró fue hincharlo a patadas. Y cuando el balón llegaba al área de Hildebrand, las piernas temblaban. Otra vez Kanouté tuvo el gol sólo cinco minutos después del inicial tanto andaluz. Y Baraja seguía a lo suyo. A veces Joaquín arrimaba un poco el hombro en el juego de ataque y buscaba alguna internada. Poco, muy poco. Por la otra banda, Alves se comió a Angulo. El asturiano se siente incómodo pegado a la cal zurda. Bastante tenía con aguantar al brasileño, un jugador pesado como él solo. Y de esta manera pasaban y pasaban los minutos. Control posicional del Sevilla e intentos blanquinegros por sacudirse el peligro con balonazos.
Algo había que hacer. Quique ya se había dado cuenta que se había equivocado en la alineación. Zigic y Arizmendi ofrecen tan poco que a veces ofende. Y del vestuario saltaron dos pesos pesados. Sólo con Morientes en el campo el equipo contrario ya sabe que no puede caminar de frente sin mirarle por el rabillo del ojo. Y en la banda volvió el mago. Vicente, dos meses y medio después de exhibirse ante el Elfsborg, se puso la chistera, cogió su varita y a hacer magia. Pero le adivinaron la mayoría de trucos. Necesita minutos. Acabó fundido. Y a todas estas, en el minuto 63 llegó el primer remate con peligro del Valencia. Fue un cabezazo de Alexis, sustituto de Marchena, que salió rozando el palo de Palop. Fue lo único. Escaso bagaje para intentar destronar en su morada al nuevo Sevilla de Jiménez. La verdad es que poco se diferencia del de Juande. Ha heredado todas sus virtudes.
Los últimos minutos fueron de sufrimiento. Las ocasiones sevillistas llegaban por todos los lados. El eléctrico Capel se marcó un chut que salió rozando el palo. En las siguientes opciones ya no habría error. Poulsen se marcó un zapatazo con la zurda para batir a Hildebrand y luego Luis Fabiano, que quiso imitar a su gemelo Kanouté, también dejó al portero alemán con un palmo de narices. Y pasado mañana el Real Madrid en Mestalla, donde el Valencia sufre. Quique necesita darle un vuelco a esto o las cosas se le pondrán muy feas.
Al Valencia se le vio sometido, especialmente con el segundo tanto sevillista. Sólo Vicente intentaba volver a sentirse futbolista y se dio mil carreras, pero ninguna con éxito final. Pero los males no sólo llegaron en la segunda mitad con los goles de Poulsen y Luis Fabiano, en la primera el golpetazo inicial ya fue de los que dejan más que tocados. Dudar ante dos tipos que cuando juegan pegaditos lo ganan todo es pecado. Y no venial. Cinco finales disputadas por el Sevilla con Kanouté y Luis Fabiano en ataque y alegría segura. Pues en esas que el Valencia no tuvo otra que dejar un balón sueltecito. Era como un corderito tierno ante una jauría de lobos. Y a bocados que se lo zamparon. Marchena dio un pase peligrosísimo a Albiol, que no supo qué hacer. Grave fallo porque cerquita estaba Kanouté y este ni siente ni padece. Es letal. Sólo con nueve minutos disputados y el Valencia ya marchaba atrás en el marcador.
Si ya es complicado sacar el morrito ante un equipo que ha opositado a grande y ha sacado matrícula de honor, permitirle que pueda controlar el choque es darle demasiadas facilidades. Pero el Valencia lo intentó. Mejor dicho, Baraja quiso llevar al equipo hacia arriba. No lo logró. Todo deseo moría en la frontal del área de Palop. Por allí aparecían dos torres que parecían de arena. Alguna pelea con los defensas y saltos de cabeza. Nada más. Escasísimo botín para dos futbolistas que juegan en el Valencia. Para destacar en este equipo Zigic y Arizmendi deben ofrecer algo más. No vale con dos carreritas.
Mientras Baraja intentaba darle sentido a este deporte, el Sevilla controlaba y mandaba. Por una banda, por la otra. Caneira ya no sabía qué hacer con Adriano. El único recurso que encontró fue hincharlo a patadas. Y cuando el balón llegaba al área de Hildebrand, las piernas temblaban. Otra vez Kanouté tuvo el gol sólo cinco minutos después del inicial tanto andaluz. Y Baraja seguía a lo suyo. A veces Joaquín arrimaba un poco el hombro en el juego de ataque y buscaba alguna internada. Poco, muy poco. Por la otra banda, Alves se comió a Angulo. El asturiano se siente incómodo pegado a la cal zurda. Bastante tenía con aguantar al brasileño, un jugador pesado como él solo. Y de esta manera pasaban y pasaban los minutos. Control posicional del Sevilla e intentos blanquinegros por sacudirse el peligro con balonazos.
Algo había que hacer. Quique ya se había dado cuenta que se había equivocado en la alineación. Zigic y Arizmendi ofrecen tan poco que a veces ofende. Y del vestuario saltaron dos pesos pesados. Sólo con Morientes en el campo el equipo contrario ya sabe que no puede caminar de frente sin mirarle por el rabillo del ojo. Y en la banda volvió el mago. Vicente, dos meses y medio después de exhibirse ante el Elfsborg, se puso la chistera, cogió su varita y a hacer magia. Pero le adivinaron la mayoría de trucos. Necesita minutos. Acabó fundido. Y a todas estas, en el minuto 63 llegó el primer remate con peligro del Valencia. Fue un cabezazo de Alexis, sustituto de Marchena, que salió rozando el palo de Palop. Fue lo único. Escaso bagaje para intentar destronar en su morada al nuevo Sevilla de Jiménez. La verdad es que poco se diferencia del de Juande. Ha heredado todas sus virtudes.
Los últimos minutos fueron de sufrimiento. Las ocasiones sevillistas llegaban por todos los lados. El eléctrico Capel se marcó un chut que salió rozando el palo. En las siguientes opciones ya no habría error. Poulsen se marcó un zapatazo con la zurda para batir a Hildebrand y luego Luis Fabiano, que quiso imitar a su gemelo Kanouté, también dejó al portero alemán con un palmo de narices. Y pasado mañana el Real Madrid en Mestalla, donde el Valencia sufre. Quique necesita darle un vuelco a esto o las cosas se le pondrán muy feas.