Ficha de partido
RCD Espanyol
1 - 0
Valencia CF
Equipos titulares
Timeline del partido
Inicio del partido
0'
José
34'
Descanso
45'
Martínez
67'
CinoSuárez
73'
RomeroPoli
73'
Víctor Soler
81'
José Antonio LicoJuan Cruz Sol
83'
Final del partido
90'
Estadio
Rival: RCD Espanyol
Records vs RCD Espanyol
Máximo goleador: Mundo Suárez (21 goles)
Goleador rival: Prat (9 goles)
Más partidos: Juan Ramón Santiago (28 partidos)
Mayor victoria: 4 - 0 (19.10.2003)
Mayor derrota: 0 - 7 (10.06.1928)
Más repetido: 2-1 (25 veces)
Crónica
Aún cuando haya querido quitársele importancia, el tanteo encajado por los blanquiazules en el Estadio del Manzanares, escoció lo suyo y sembró una inexplicable tranquilidad en las filas de los incondicionales de Sarriá. Aquellos cinco goles, que bien podían ser el indicio de un bajón de juego, resultaban doblemente temibles ante la visita del rival de turno, el Valencia, que aún cuando tampoco ande precisamente en esta Liga con demasiada normalidad, conserva su entidad de equipo histórico de verdad y cuenta entre sus filas con hombres de clase más que sobrada para resultar inquietantes en cualquier momento y situación.
El Español mantenía alneación, lo cual, evidentemente, era una demostración de confianza por parte de Santamaría, y podía influir en el tono de moral de los jugadores, pero equivalía también a un fermento de preocupación, puesto que, ante un Valencia inspirado, era correr un riesgo considerable. Pero los de Mestalla, que a su vez decepcionaron el domingo último, al ceder un empate en casa ante el Celta, no andan demasiado boyantes en ningún aspecto, y su paso por Sarria ha sido la confirmación de que, efectivamente, el once que prepara Di Stéfano está lejos de atravesar una fase estimable de juego. Fue un equipo sin convicción, débil a la hora de profundizar, rápido sólo a ráfagas, y aunque conservando unas apariencias y una estampa de equipo puntero, vulnerable en muchos aspectos y con un punto de atonía y de pasividad desconcertante.
Los dos equipos, que no dejan de afirmar, como es normal, que aspiran a mejorar su actual clasificación, nos parecieron, en ciertas fases, aquejados, de algo bastante parecido al conformismo, especialmente el Valencia. Si es lógico que piensen en posibles ascensos en la tabla, y más lógico todavía que así lo afirmen, no lo es menos que ambos deben tener una consciencia bastante clara de que ya se hizo tarde para las grandes aspiraciones y que tampoco andan cerca los amenazadores peligros derivados de una penosa clasificación.
Valencia y Español, eso es lo exacto, son ya dos equipos sólidamente instalados en la zona tranquila de la tabla y de la confrontación entre ellos, no era presumible esperar un clima de competencia demasiado enfebrecido. A lo que sí aspiraron unos y otros fue a plantear un partido abierto, sin reservas, con ánimo sin duda de ofrecernos, por lo menos, la mayor cantidad de fútbol posible. Desgraciadamente, la cosa no pasó del propósito, ni unos ni otros, y en especial en la primera mitad, tuvieron una noche demasiada afortunada.
El Valencia, que dejó tres hombres delante, Quino Valdez y Víctor, se defendió con orden, pero resultó debilísimo en la réplica. A lo largo de los primeros 45 minutos, una eolada por su banda del joven lateral Cerveró, con disparo final que rebotó providencialmente en un defensa, fue la única clara sensación de peligro creada. El Español, en cambio, con remates de Solsona y Poli creó situaciones de compromiso para Balaguer que supo resolverlas acertadamente. Hubo incluso alguna clara situación de gol. Así, un lanzamiento en profundidad da Roberto por parte de, Solsona, que el exterior blanquiazul desperdició al rematar fuera del marco, cuando el gol parecía infalible.
Solsona y José María, estrechamente vigilados por Pepín y Sol, respectivamente, no gozaron de demasiada libertad de movimientos, pese a lo cual Solsona efectuó acciones brillantes y fue en todo momento el animador e inspirador del juego. Pero sus compañeros no le secundaron lo suficiente y el dominio españolista, que se estranguió en ocasiones por un peligroso tempo lento en el medio campo (José Maria, Glaría, Suárez), no tuvo traducción en el marcador.
Tras el descanso mejoró el rendimiento del once de Sarriá, e incluso hubo una larga tasa de agobiante dominio, desde el minuto diez a la media hora, con varias intervenciones felices del meta visitante, en situaciones de máximo apuro. Solsona, que jugó en conjunto un excelente partido, aun sin la fortuna de poder rubricar con el tanto algunas de sus muchas acciones, fue quien estructuró todo el juego españolista. El Valencia, por su parte, bajaba de ritmo, con algunos de sus hombres acusando una forma física deficiente o, en todo caso, una no menos alarmante falta de tensión.
Territorialmente, el partido fue ya de rotundo mando local, que se tradujo parcamente en el marcador, y que hubiera sido de toda justicia el verse ampliado. Solsona, José María y Roberto, tuvieron el gol en sus botas en más de una ocasión, pero falló la fortuna o surgió la buena tarde de Balaguer y el encuentro quedó sentenciado con una mínima que no ilustra con precisión sobre lo ocurrido.
El gol que había de sentenciar el encuentro se produjo a los 24 minutos del segundo tiempo. Romero, que hacía dos minutos había saltado al terreno en sustitución de Suárez, recibió un pase de Solsona, se infiltró por la banda derecha y desde la misma línea de córner centra templado, cabeceando Roberto Martínez a la red.
Tal vez uno de los factores que intervinieron de una manera más directa en dar al segundo tiempo una vibración y un clima que no tuvo el primero, fuera la actuación del señor Bueno, que con sus errores mayúsculos logró encrespar a los despoblados graderíos y contagiar incluso a los jugadores. A veces, un factor de signo plenamente negativo, puede obrar esos milagros. Resumiendo, diremos que la actuación del Español nos pareció encajar dentro de una tónica de ñormalidad. Faltó inspiración rematadora, pero no se regateó la entrega, y no hubo, con leves claros, síntomas de conformismoo alguno. Más comprometida nos parece, si hemos de juzgar por ese botón de muestra, la actuación del Valencia, que con no pasar de estrictamente discreta ofreció además los dos síntomas alarmantes de una falta de fondo que se hacía perceptible por momentos, y también de una evidente atonía. El once de Mestalla, hoy por hoy, dista mucho de ser el de sus buenos momentos, y su clasificación actual parece del todo lógica.
El Español mantenía alneación, lo cual, evidentemente, era una demostración de confianza por parte de Santamaría, y podía influir en el tono de moral de los jugadores, pero equivalía también a un fermento de preocupación, puesto que, ante un Valencia inspirado, era correr un riesgo considerable. Pero los de Mestalla, que a su vez decepcionaron el domingo último, al ceder un empate en casa ante el Celta, no andan demasiado boyantes en ningún aspecto, y su paso por Sarria ha sido la confirmación de que, efectivamente, el once que prepara Di Stéfano está lejos de atravesar una fase estimable de juego. Fue un equipo sin convicción, débil a la hora de profundizar, rápido sólo a ráfagas, y aunque conservando unas apariencias y una estampa de equipo puntero, vulnerable en muchos aspectos y con un punto de atonía y de pasividad desconcertante.
Los dos equipos, que no dejan de afirmar, como es normal, que aspiran a mejorar su actual clasificación, nos parecieron, en ciertas fases, aquejados, de algo bastante parecido al conformismo, especialmente el Valencia. Si es lógico que piensen en posibles ascensos en la tabla, y más lógico todavía que así lo afirmen, no lo es menos que ambos deben tener una consciencia bastante clara de que ya se hizo tarde para las grandes aspiraciones y que tampoco andan cerca los amenazadores peligros derivados de una penosa clasificación.
Valencia y Español, eso es lo exacto, son ya dos equipos sólidamente instalados en la zona tranquila de la tabla y de la confrontación entre ellos, no era presumible esperar un clima de competencia demasiado enfebrecido. A lo que sí aspiraron unos y otros fue a plantear un partido abierto, sin reservas, con ánimo sin duda de ofrecernos, por lo menos, la mayor cantidad de fútbol posible. Desgraciadamente, la cosa no pasó del propósito, ni unos ni otros, y en especial en la primera mitad, tuvieron una noche demasiada afortunada.
El Valencia, que dejó tres hombres delante, Quino Valdez y Víctor, se defendió con orden, pero resultó debilísimo en la réplica. A lo largo de los primeros 45 minutos, una eolada por su banda del joven lateral Cerveró, con disparo final que rebotó providencialmente en un defensa, fue la única clara sensación de peligro creada. El Español, en cambio, con remates de Solsona y Poli creó situaciones de compromiso para Balaguer que supo resolverlas acertadamente. Hubo incluso alguna clara situación de gol. Así, un lanzamiento en profundidad da Roberto por parte de, Solsona, que el exterior blanquiazul desperdició al rematar fuera del marco, cuando el gol parecía infalible.
Solsona y José María, estrechamente vigilados por Pepín y Sol, respectivamente, no gozaron de demasiada libertad de movimientos, pese a lo cual Solsona efectuó acciones brillantes y fue en todo momento el animador e inspirador del juego. Pero sus compañeros no le secundaron lo suficiente y el dominio españolista, que se estranguió en ocasiones por un peligroso tempo lento en el medio campo (José Maria, Glaría, Suárez), no tuvo traducción en el marcador.
Tras el descanso mejoró el rendimiento del once de Sarriá, e incluso hubo una larga tasa de agobiante dominio, desde el minuto diez a la media hora, con varias intervenciones felices del meta visitante, en situaciones de máximo apuro. Solsona, que jugó en conjunto un excelente partido, aun sin la fortuna de poder rubricar con el tanto algunas de sus muchas acciones, fue quien estructuró todo el juego españolista. El Valencia, por su parte, bajaba de ritmo, con algunos de sus hombres acusando una forma física deficiente o, en todo caso, una no menos alarmante falta de tensión.
Territorialmente, el partido fue ya de rotundo mando local, que se tradujo parcamente en el marcador, y que hubiera sido de toda justicia el verse ampliado. Solsona, José María y Roberto, tuvieron el gol en sus botas en más de una ocasión, pero falló la fortuna o surgió la buena tarde de Balaguer y el encuentro quedó sentenciado con una mínima que no ilustra con precisión sobre lo ocurrido.
El gol que había de sentenciar el encuentro se produjo a los 24 minutos del segundo tiempo. Romero, que hacía dos minutos había saltado al terreno en sustitución de Suárez, recibió un pase de Solsona, se infiltró por la banda derecha y desde la misma línea de córner centra templado, cabeceando Roberto Martínez a la red.
Tal vez uno de los factores que intervinieron de una manera más directa en dar al segundo tiempo una vibración y un clima que no tuvo el primero, fuera la actuación del señor Bueno, que con sus errores mayúsculos logró encrespar a los despoblados graderíos y contagiar incluso a los jugadores. A veces, un factor de signo plenamente negativo, puede obrar esos milagros. Resumiendo, diremos que la actuación del Español nos pareció encajar dentro de una tónica de ñormalidad. Faltó inspiración rematadora, pero no se regateó la entrega, y no hubo, con leves claros, síntomas de conformismoo alguno. Más comprometida nos parece, si hemos de juzgar por ese botón de muestra, la actuación del Valencia, que con no pasar de estrictamente discreta ofreció además los dos síntomas alarmantes de una falta de fondo que se hacía perceptible por momentos, y también de una evidente atonía. El once de Mestalla, hoy por hoy, dista mucho de ser el de sus buenos momentos, y su clasificación actual parece del todo lógica.